pamplona. Libertad de pensamiento, cuidado de la naturaleza y regreso a la Madre Tierra. Son las tres premisas que maneja el cortometraje documental Hijos de la tierra, de Axel O'Mill y Patxi Uriz, que se estrena hoy en dos sesiones (20.00 y 21.30 horas) en la Filmoteca de Navarra.
En cerca de 35 minutos, este proyecto que nació como Navazonia, se transformó en Druidas y chamanes y ahora se llama Hijos de la tierra muestra cómo trabajan los hombres y mujeres medicina de lugares alejados entre sí como Navarra, Amesmury (Stonehenge), Fernandópolis y Amazonia (Brasil), México, Francia, Galicia, Extremadura, etcétera. Personas que han heredado los conocimientos de sus antecesores o llevan décadas recorriendo un largo camino en busca de la sabiduría que, en su opinión, se encuentra dentro de cada uno de los seres humanos, en los que cuerpo y alma son la misma cosa, y en la madre tierra, "a la que tenemos muy olvidada", dice Uriz, a quien le gustaría que este trabajo sirviera a los espectadores para darse cuenta de que disponen de una farmacia viva a su alcance "para cuidar de su salud", pero que, para todos podamos beneficiarnos de ella "hay que preservar el planeta".
Sin duda, el documental propone "un viaje iniciático", un alegato a favor de la medicina natural frente a la convencional, que en muchos casos está dirigida por las grandes compañías farmacéuticas, según opinan algunos de los protagonistas. Son los casos de Gracia Chacón, archidruida de la Orden Mogor, que aporta su propio testimonio y que condujo al equipo hasta el archidruida de Stonehenge, Terry Dobney, y también de herboristeros como Gabriel Vázquez y agricultores como Josep Pamies. Escuchando sus palabras y aún procediendo de lugares bien distintos, el espectador se da cuenta de que tienen al menos dos elementos en común, indica O'Mill. El primero, su creencia en que lo esencial de la vida reside dentro de nosotros y de la naturaleza y de que poco más necesitamos para vivir bien; el segundo, la persecución a la que siempre han sido sometidos, antes por la Iglesia, en su forma más cruel -la Inquisición-, y en tiempos más recientes por los grandes laboratorios. También se da el caso en que religión e intereses económicos van de la mano, como cuenta Uriz, para quien "la proliferación" de iglesias evangélicas en el Amazonas "está provocando que muchas comunidades dejen de practicar sus tradiciones y acudan a las farmacias para medicarse". De este modo, esos grupos "van perdiendo su identidad y así es más fácil que entren las madereras y otras empresas".
un privilegio En cuanto a las vivencias personales del equipo, Axel O'Mill reconoce que impresiona mucho "sobre todo cuando acudes a esos lugares sin tener ni idea del tema". Y es que, "aquí cuando nos duele la cabeza vamos al botiquín y nos tomamos una pastilla y listo", pero allí las cosas son distintas, no hay procesos químicos y todo está al alcance de la mano, solo hay que acumular ese saber y usarlo bien. Para Patxi Uriz, conocer de cerca a estos hombres y mujeres ha sido "un privilegio", de ahí que entienda esta película como "una misión" de mostrar lo que el día a día, el materialismo, el estrés y las imposiciones del sistema que nos hemos impuesto nos impiden ver. Porque los beneficios de la madre tierra no están solo en el Amazonas o en Inglaterra o México, sino también en Navarra, como queda de manifiesto en el filme. En definitiva, lo que esta gente transmite es que "hay que crecer espiritualmente para poder ser libres y elegir lo que queremos", sin dejarnos llevar por lo establecido necesariamente.
atmósferas musicales En su caso, Gorka Pastor, responsable de la banda sonora de la película, siente que los 21 días que pasó en el Amazonas junto a sus compañeros de proyecto fueron "un regalo". "La convivencia en ellos, las cosas que ves que hacen... Toda aquella experiencia me cambió mucho", apunta. Seguramente, aquellas sensaciones le inspiraron para crear unos sonidos que despliegan un puente entre el Camino de Santiago y la Amazonia brasileña, con instrumentos como las flautas indígenas y la txalaparta, pero también con alguna gaita y otros elementos. "Para mí ha sido un poco experimental, iba colocando cosas aquí y allí sin saber si iban a funcionar juntas, pero parece que así ha sido". Tanto es así que, en algún momento, la música crea las atmósferas propicias para meditar y reflexionar.