pamplona - En la primavera de 2003, Paco Gómez (Madrid, 1971) recibió la llamada de su vida. Su cuñado había encontrado montones de fotografías y objetos en un contenedor de basura del barrio de Malasaña. Decenas de fotos privadas que daban testimonio de la vida de Margaret, Elmer y Nelson Modlin, padre, madre e hijo ya fallecidos, que en los años 70 se habían trasladado de Estados Unidos a Madrid en un intento de alcanzar la fama en el mundo del cine y del arte. No en vano, la matriarca se autoproclamaba "la mejor mejor pintora del Apocalipsis de todos los tiempos". Paco Gómez recogió ese material fascinante y, tiempo después, investigó quiénes eran los Modlin. O, más concretamente, por qué sus fotografías resultaban tan cautivadoras. Y lo que descubrió fue aun más increíble. Fruto de ese trabajo, realizó un proyecto fotográfico, primero, y el año pasado editó un cuidado libro de textos e imágenes que recorre su historia.

La primera noticia que tuvimos en Navarra de los Modlin fue la exposición que protagonizó en el programa itinerante POST a principiso de 2013. La muestra ya daba pistas de que este álbum de familia era peculiar, inquietante incluso.

-De hecho fue eso lo que a mí me llamó la atención desde el principio, ver esas imágenes que no era capaz de clasificar de ninguna manera. La mayor parte de la gente hace fotos familiares, de viajes... Y en estas se veía que eran las fotos de una familia, pero a la vez quedaba claro que era el álbum más extraño que me había encontrado en mi vida, empezando por las poses de los retratados.

¿Los comentarios del público también son de extrañeza?

-Claro, es que esa sensación de extrañeza la tiene cualquiera. Viendo las fotografías se puede percibir incluso la relación entre los personajes. La investigación la hice a partir de entrevistas a gente, pero sobre todo se basa en la observación de las fotografías y de los segundos planos que hay en ellas. Cuando las miras fijamente, empiezas a descubrir cosas.

Una de sus primeras acciones fue montar un proyecto fotográfico en el que colocaba a personas de hoy en los mismos lugares y en las mismas poses.

-La obsesión que tenía por los Modlin me llevó a introducirme en su álbum familiar. Al experimento lo llamé El ángel exterminador, inspirándome en la película de Buñuel, porque lo que me interesaba era desatar las fuerzas ocultas que tiene la fotografía. Me retraté a mí mismo y a miembros de mi propia familia en esas situaciones para ver qué pasaba... El objetivo último era devolver a la vida a esos personas de alguna manera.

¿Qué le contaban las fotos tras superar el primer nivel de lectura?

-Me dieron pistas de cómo llegar a otros sitios. De repente empecé a localizar lugares, personas que les conocieron y que me hablaron de ellos... Y así fui dibujando a los personajes, aunque me di cuenta de que estaba contando la historia de los Modlin que ellos quisieron contar y, además, de la forma que ellos eligieron. Se preocuparon mucho de hablar con la gente y de transmitirles cómo había sido su vida. Todas las versiones eran muy parecidas.

¿Diez años después del descubrimiento pensaba que iba a seguir atado a los Modlin de esta manera?

-No (ríe). Al principio el libro comenzaba con una frase, "nunca reconoces la llamada que te cambiará la vida", aunque me sonó rimbombante y la acabé quitando. Pero es que todo empezó con aquella llamada de teléfono, en ese momento no podía ni imaginar lo que ese material llegaría a dar de sí. Nunca sabes la dimensión de las cosas hasta que pasan los años. De hecho, ni pensé en que iba a escribir un libro, aunque después de cinco o seis años, cuando ya había acabado la investigación, sí me di cuenta de que la historia adquiría más potencia cuando la contaba cara a cara. Es un relato plagado de anécdotas, de misterio, y cuando lo cuentas aun parece más increíble.

De algún modo, los Modlin también le han convertido en escritor.

-Sí, aunque siempre he sido un fotógrafo raro. En mis series personales siempre hay una mezcla de literatura y fotografía. De alguna manera, lo que me interesa es lo que no se puede fotografiar, por ejemplo las historias que están en la imaginación. Pero, claro, la fotografía tiene límites y es mucho más fácil hacer ciencia ficción con la literatura, aunque yo me empeñaba en hacerla también con las imágenes. De hecho, me gustaba hacer fotos de épocas en las que no existía la fotografía.

Su fotografía es narrativa.

-Así es. Por ejemplo, tengo una serie de diez o doce imágenes sobre Kafka y casi me parecía más interesante la invención literaria que la propia fotografía. Y este libro acaba siendo un poco eso, tiene una trama literaria construida a partir de las fotos.

Se ha autoeditado el libro, a pesar de que tuvo una oferta de una editorial.

-De hecho, el origen del libro tiene que ver con una oferta que me hizo una editorial. Lo que ocurrió es que cuando ya tenía los textos escritos dentro de los plazos marcados, me pareció que no confiaban lo suficientemente en mí. Los tiempos se empezaron a dilatar y cuando ya había pasado año y medio les di un ultimátum. Ya había hecho libros de fotografía para otra gente y no necesitaba a nadie. Y tampoco tenía miedo a fracasar, es más, la editorial que me he inventado se llama Fracaso Books. Lo que no quería era hacer el típico libro escrito por un negro; prefería que fuera una obra mía aunque fuese defectuosa.

Y mucha gente secundó su campaña de crowdfunding.

-Fue una sorpresa. Aunque nunca he ejercido, soy ingeniero de caminos y diseñé la campaña de Verkami como la planificación de una carretera o un puente. Inicialmente, necesitaba conseguir 7.500 euros en 40 días y acabé consiguiendo 21.000. Me sorprendió muchísimo, es más, hubo gente que precompró 700 libros antes de saber si escribía bien o mal.

¿A qué cree que se debe ese interés?

-No a mi poder como escritor (ríe), sino al misterio de los Modlin. Para mí, lo más importante es que esta es una historia universal; tiene que ver con las ilusiones que tenemos en la vida de conseguir cosas que al final no conseguimos, a lo que en este caso se suma ese componente casi de magia, y es que de pronto un desconocido se encuentra todo ese material en la basura y acaba intentando rescatar el sueño de esas personas ya muertas.

El azar está muy presente en la peripecia de esta familia.

-El azar estaba tan presente que en un momento llegué a pensar que estaba a punto de descubrir un secreto del universo (ríe). Pasaban tantas cosas, pensabas en alguien y de repente esa persona te llamaba... La historia tienen tantas situaciones de este tipo que al final decidimos limpiar muchas de ellas del libro porque nadie nos iba a creer. Y las coincidencias se siguen dando a día de hoy, después de la publicación del libro.

Es muy difícil disociar a los tres personajes; de hecho, en la portada del libro los mezcla, ¿pero hay alguno que le resulte más atractivo?

-Tengo más simpatía por el hijo, pero los tres tienen su papel. Hay una foto que para mí resume su universo: sale la madre mirando a cámara, el hijo está en un segundo plano bajando la vista y el padre vigila la escena, que se completa con un cuadro de ella. Ahí se ve el rol de esa misteriosa santísima trinidad; porque son tres, pero en realidad es ella la que tiene el control, aunque el hijo supo desvincularse de esa locura intelectual de la familia.

¿Cómo fue articulando texto y las fotografías?

-Tenía claro que los cimientos del libro tenían que ser fotográficos. Quise contar la historia para que el lector sintiese la sensación de emoción e intriga. Las imágenes ya tenían un lugar antes que las palabras; el libro tiene una trama fotográfica en la que al principio te sientes perdido, pero que luego te va desvelando quiénes son esos personajes, ves cómo van envejeciendo y compruebas que todo lo que se cuenta en el texto, al estar apoyado en fotos reales, tiene más credibilidad por muy inverosímil que parezca.

¿Siente que les ha hecho justicia contando su historia?

-Sí, y el libro no solo es un homenaje a ellos, sino también a toda la gente que ha dedicado toda la vida a conseguir una meta y no la ha alcanzado.

¿Con el libro cierra el capítulo de los Modlin? ¿Lo necesita?

-No, esto es como cuando tienes un hijo, ahora toca vivir su adolescencia y sufrir (ríe). Ahora estamos haciendo la app de los Modlin para Apple. El usuario podrá convertirse en investigador para descubrir todos los secretos de la familia y, como objetivo final, cumplir sus sueños.