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Txomin Peillen Karrikaburu: “Vivo en casa, pero rodeado de extraños”

Medio anarquista, ni español ni francés, abertzale pero no nacionalista, inconformista, ateo, renovador de la literatura vasca... "Los suletinos somos así", advierte

Txomin Peillen Karrikaburu: “Vivo en casa, pero rodeado de extraños”GROKA ESTRADA

Pamplona ? Nació en París, en el seno de una familia euskaldun.Recuperó su idioma a los trece años, tradujo su primer textoa los 16 y con 17 escribió su primer poema. En París conocióa Andima Ibiñagabeitia (su maestro), a Jon Mirande (enfant terriblede la literatura en euskera) o a Federico Krutwig; fue testigodel ensañamiento de los soldados franceses en la guerra de Argelia;fundador de la revista Igela (1962), ha publicado una treintenade libros en distintos géneros; renovador de la lengua vascay de su literatura, es licenciado en Ciencias en la Universidadde Sorbona y doctor por la Universidad de Burdeos; investigadorincansable de aspectos relacionados con la biología, la historiade las ideas y la lingüística; académico de Euskaltzaindia desde1988; profesor emérito de lengua y literatura vasca en la facultadde Bayonne-Anglet-Biarritz... Y, aún así, Txomin Peillen siguesiendo un desconocido para la mayoría de los vascos. Él creesaber el porqué de tanto ostracismo: "No hay obra mía traducida.Ha pasado con otros escritores, como San Martín o Etxaide. YAresti se salvó porque le tradujeron Harri eta Herri. Ya, ¿peroalguien se acuerda de Maldan behera, su obra maestra? Nadie".

Nació en París, en 1932. En aquella época y para un euskaldun,París sería la mitad de la nada.

?Casi. Mis padres emigraron de Zuberoa en busca de una vida mejor.Fueron de los primeros suletinos en ir allí, porque la mayoríaemigraba a Burdeos. En el siglo XX había muy pocos vascos enParís, y en el XIX casi ninguno. Tengo constancia de uno. Sellamaba Mauri y se hizo euskaldun en Durango.

¿Se acuerda mucho de su familia zuberotarra?

?Viajé a Zuberoa por primera vez con siete años. Allí descubríla naturaleza. Me acuerdo también de mi abuelo, que fue un tacaño.Mandó a sus hijos a trabajar a casas de burgueses, como criados,y él vivía a costa de ellos. Además, con el dinero hacía cosasextravagantes, como comprar acciones de Rusia a un primo suyo.

Su padre llegó a ser policía en París. Y luego, miembro de laResistencia.

?Trabajó en muchos oficios y al principio vivió en casa de unprimo de Barkoxe. Los vascos se amontonaban en los pisos de otrosvascos. Aprendió a leer y a escribir por las noches y así consiguióun puesto en la policía. Eso le salvó de ir a la guerra, peroun día se nos apareció con un fusil mauser en casa. Era de laResistencia.

¿Ha vuelto a ver ese mauser?

?No, ese rifle debe estar escondido bajo tierra en algún lugarde Zuberoa, pero nadie de la familia sabe nada... o no me loquieren decir (risas).

Alguna vez ha contado que su padre llegó a renegar de EuskalHerria.

?Nos decía que olvidáramos nuestro pueblo, que Euskal Herriaera un proyecto yermo. Desde muy pequeñito le metieron eso enla cabeza. Fueron los maestros y los curas. Había trabajo enlas fábricas de Maule, pero incitaban a la gente a salir fuera.Los burgueses preferían a trabajadores españoles pobres, porquedecían que eran más maleables que los vascos.

¿Y las mujeres?

?Les decían que era mejor ir a París, que si se metían en unafábrica de Maule se convertirían en putas. Les convencían paraser criados a las órdenes de burgueses, porque así les teníancontrolados.

¿Sus padres no hablaban euskera?

?Mi padre me decía que no perdiera el tiempo con el euskera yme hablaba en francés. Pero entre ellos hablaban en euskera.

¿Y a qué se debía ese rechazo?

?Esa tendencia comenzó después de la Guerra del 14, porque lossoldados vascos que regresaban a casa lo hacían acomplejadospor no saber francés. En el Ejército lo pasaron mal.

Se avergonzaban.

?Sí. Fíjate: en Zuberoa muchos niños han aprendido euskera consus abuelos, porque sus padres no querían hablarles en su idiomamaterno.

El euskera sigue pasando por una situación difícil en Iparralde.

?Está mal. Con eso no quiero decir que no haya euskaldunes enIparralde. Habrá unos 60.000, pero se están haciendo viejos;la población suletina es vieja. Los jóvenes que se afrancesanse marchan a las ciudades. Los jóvenes que saben euskera hanestudiado en las ikastolas, pero el euskera no tiene protecciónlegal aquí. La situación es alarmante. La gente no tiene loscomplejos de antes, pero los niños con tres años entran de llenoen el sistema francés y salen de ese sistema educativo con 20años. Yo me siento extranjero en Francia. Vivo en casa, perorodeado de extraños.

Antes de empezar a publicar, estuvo en la guerra de Argelia,como enfermero. Acaba de salir la reedición de Aldjezairia askatuta,donde cuenta su experiencia en tierras africanas. ¿Le marcó esaguerra?

?Sin duda. No nos dejaban curar a los cautivos heridos, peroa veces los cuidábamos, sobre todo a aquellos que estaban malheridos.Una vez ayudé a uno que estaba moribundo y los oficiales me decíanque lo dejara morir. Tenía un cómplice, un sargento, que me ayudaba.Al moribundo le di morfina y murió esa noche.

¿No llegó a perder la fe en el hombre?

?Yo soy ateo. Cuando empiezan a decir esto está bien hecho, estoestá mal, me hablan de ángeles y demonios... Yo siempre digolo mismo: cada persona es medio diablo y medio ángel. Quizá nosean esas las proporciones, pero ambos están dentro de nosotros.Los hombres hemos inventado el demonio, los ángeles... y a dios,por supuesto. El hombre es así, tiene de lo bueno y de lo malo.

¿Cómo se hizo ateo?

?La vida me ha hecho ateo. Pero yo he leído muchas obras en lasque se analizan distintas religiones, y ahí detecto sus contradicciones.

Recuperó el idioma a los trece años.

?Sí, por desafío y por orgullo. Mi hermano y yo leímos en EnFrance (escrito por el geógrafo bearnés Onesime Reclus) que eleuskera no valía para nada. Estábamos irritados, pero tambiénes verdad que yo era el único que no hablaba euskera en todami familia, y eso me preocupaba. Ibiñagabeitia fue mi maestro.Le conocí en París, en la delegación del Gobierno Vasco. Él medijo: primero aprende euskera y luego decidirás si ser abertzaleo nacionalista.

Saizarbitoria también ha escrito alguna vez sobre la diferenciaentre nacionalista y abertzale.

?Los abertzales aman su tierra y los nacionalistas persiguenuna utopía.

¿Empezó a escribir en euskera a los 16 años?

?Aprendí con el método de López Mendizabal, que todos criticanpero que a mí me sirvió.

Y usted empezó escribiendo en el dialecto labortano...

?Junto con el suletino, aprendí el guipuzcoano y el labortano.Empecé a escribir una especie de guipuzcoano salpicado con vocabulariolabortano, sí. Una mezcla rara.

Se refiere a Itzal Gorria, su segundo trabajo.

?Sí, y Gauaz ibiltzen dena.

Ese libro fue una de las primeras novelas del género policíacoque se escribieron en euskera.

?Sí, y después de esos libros poco a poco me fui decantando porel batua.

En los años 60 había pocos autores escribiendo en euskera. ¿Teníandificultades para hacerlo?

?Muchas. Hasta Etxaide tuvo problemas para publicar una obrasuya. Mirande igual. Y yo lo mismo, porque criticábamos a laIglesia y a la burguesía de la época. Y en Hegoalde no solo erael franquismo, porque entre los abertzales también había censores,sobre todo entre el clero. Escribíamos en Euzko Gogoa y Egan,pero no nos publicaban todo. Ahí es cuando Mirande y yo decidimoscrear Igela, una revista en la que escribimos lo que quisimos.

Lo curioso es que 50 años después muchos de ustedes siguen siendodesconocidos.

?Porque a nosotros no nos han traducido. Y yo, además, no escribonovelas sobre el conflicto vasco. Muchas veces sitúo las tramasfuera de Euskal Herria, y eso no cuadra. Los vascos seguimosmirándonos al ombligo.

Usted fue amigo de Jon Mirande. ¿Cómo le conoció?

?Coincidimos en las clases de Ibiñagabeitia. Jon era un hombretranquilo, afable en el trato, y lo fue hasta el final de susdías. ¿Quién iba a imaginar que dentro de aquella cabeza anidabauna tormenta? Era un hombre cercano y educado. Y muy puntual.

Alguna vez ha comentado que unos amigos bretones le incitaronal fascismo y a la bebida.

?La cosa venía de antes, porque fue un profesor de filosofíaquien le metió en la cabeza esas cosas. El tipo era un faxista.Los últimos años de su vida me dijo que andaba con algunos nostálgicosfranceses que hicieron la guerra contra Rusia, junto a los nazis,exmiembros de LVF que pertenecieron a la división Carlomagno.Él estaba desecho. Iba del hospital a la bebida y de la bebidaal hospital.

¿Y usted percibió ese cambio en el modo de pensar de Mirande?

?Cuando le conocí ya había traspasado esa frontera. Pero en esemomento aún le guardaba cierto respeto al catolicismo, respetoque luego desapareció. Criticó mucho a la Iglesia, también porel papel que jugó en la incorporación de Navarra a Castilla.

Siempre ha dicho que Mirande ha sido uno de sus fracasos.

?Sí, no pude apartarle de los nazis ni de la bebida. No me hacíacaso.

Y tiene una segunda espina clavada en el corazón...

?Sí, no conseguí reconciliarme con Alfonso Irigoyen. Era un hombrede mucho carácter.

Se atrevió usted también con la política, presentándose en Iparraldebajo las siglas de EA. ¿Por qué se metió en política?

?Porque soy pesimista. Y, como buen pesimista, activo. El optimista,por contra, está contento y no hace nada para cambiar las cosas.

¿Se arrepiente?

?No, y me ha servido para hacer algunos enemigos (risas). Yono soy muy diplomático, y el mío no es un pensamiento uniforme.Los zuberotarras somos así, heterodoxos y anárquicos.

¿Y cómo se ve Hegoalde desde Baiona?

?Ha cambiado mucho en 50 años. La mayoría de los vascos son urbanitas,y no sé si eso nos ha beneficiado mucho; al menos no en todo.Ibon Sarasola decía que ya tenemos una cultura vasca moderna,pero ahora no sabemos distinguir un roble de un haya. ¡Es penoso!