pamplona - “Quien me conozca ya sabe lo que se va a encontrar en Zentral porque saben de mi vida en un flamenco paralelo y atípico, simplemente por el hecho de que los instrumentos que toco no son los tradicionales de este género... Pero no me gusta hablar de estilos porque, para mí, la música es música. Y quien no me conozca, todavía tendrá mayor aliciente porque se va a encontrar con una música sorprendente, nueva, a pesar de que yo no lo soy tanto, porque carece de los corsés de cualquier estilo; en definitiva, es música entre la tradición y la improvisación”.

De esta forma, clara, precisa y labrada, el maestro Jorge Pardo nos introduce en el particular universo de su música, de su vida. Un compendio de alicientes intangibles pero capaces de desbordar el alma.

Para Jorge Pardo, la clave para hermanar el jazz y el flamenco, además de lógicamente tener profundos conocimientos de ambos estilos, ¿radica en...?

-La pasión... El amor por la música, por las tradiciones... Pero también el amor propio, el amor por seguir haciendo arte. Al final, lo que copias de tus maestros no es la nota o el compás sino las intenciones, ese amor por hacer arte con lo que te rodea. Estos estilos que mencionas, amén de otros, están forjados por la pasión de seguir creando arte, por eso se han hecho grandes.

Hablando de maestros y discípulos, vuelve a actuar en Navarra, la tierra de Pedro Iturralde, con el que tocó y quien fue pionero en el jumelage entre flamenco y jazz, y de Zorongo, formación con la que ha colaborado y que también hunde sus raíces en el abrazo del flamenco con otros géneros.

-Sin duda alguna, Pedro tuvo la visión de que estas dos músicas, estas dos estéticas, podían darse la mano. No llegó a profundizar en ello, en el sentido de que ha sido un músico muy inquieto que ha besado muchos géneros; no llegó a hacer un seguimiento de su visión pero sin duda la tuvo. Y, por supuesto, es una referencia para cualquier saxofonista de este país y para cualquier músico, sea del estilo que sea. Y, en cuanto al grupo Zorongo, representa las nuevas generaciones que, a la sombra de Paco de Lucía, entre otros músicos de décadas pasadas, han revisado el estilo del flamenco en su versión más amplia y contemporánea. Pero tampoco puedo evitar mencionar que Navarra es una tierra de grandes músicos como Sabicas, del mítico Garayalde o de mi gran amigo Javier Colina. Estos amén de otros muchos que, con poco más o menos de fortuna y fama, pueblan los escenarios de todo el mundo.

Regresemos al concierto que ofrecerá en Pamplona y, concretamente a su repertorio. ¿Cómo viven los Beatles entre el flamenco y el jazz?

-(risas) Bueno, esto es una simplificación demasiado simplista (risas), porque en ese mismo ámbito no solo conviven los Beatles sino también Juan Sebastian Bach, los boleros, Falla, Ravel y un montón de influencias que darían lugar a una lista muy aburrida de hacer (risas). Eso sí, de toda esta gente, y de otros muchos, vais a escuchar cosas en el concierto de Pamplona.

¿Cómo se maneja un trío como este en el que cada uno de sus miembros es una figura en su respectivo campo?

-Es una bendición poder contar con gente de tanto nivel y tan humilde. Puede parecer difícil la cuestión de manejar egos, pero al mismo tiempo es fácil porque no radica en manejar sino, simplemente, en dar sitio a lo que ya pide sitio por sí mismo. Eso sí, es fácil dependiendo de cómo te lo tomes; para mí no es complicado, todo lo contrario.

Su otro trío referencial es el que conforma junto a Carles Benavent y Tino de Geraldo. En este caso las comparaciones son incomparables, puesto que no comparten instrumentación, aunque sí espíritu, y cada uno le habrá aportado nutrientes diferentes.

-Para empezar, podría decirte que el trío es una formación que raya en lo mágico y, al mismo tiempo, hay que considerar que las formaciones pequeñas, en tiempos en los que no hay una gran abundancia, son aconsejables para manejarse en los escenarios. Mi vida ha estado plagada de tríos, amén de otras formaciones como el sexteto o el cuarteto, y todas dan juego. La comparación con el trío de Carles y Tino es inevitable pero a la vez lejana, ya que el carácter viene dado por otras circunstancias y el sonido también es completamente diferente, aunque sí es cierto que el ámbito musical es parecido.

Mirando en esta ocasión hacia las colaboraciones de su carrera, casi todo el mundo sabe que Jorge Pardo participó en La leyenda del tiempo, de Camarón, pero no es tan conocido que el solo de saxo de Cruz de navajas, de Mecano, también es suyo. Toda una elocuente muestra de diversidad.

-Sin duda... Es una cuestión, simplemente, de estar en el sitio y en el momento adecuado. La gente de Mecano, concretamente José María, hizo una canción que necesitaba un saxo; en algún momento de su vida me había escuchado y le pareció que era el idóneo para hacerlo. Y con La leyenda del tiempo sucedió algo parecido... Estábamos jugando en el estudio, con formaciones diferentes, ya que yo iba con el grupo Dolores y Camarón estaba grabando su disco; pero coincidimos y se fue liando la cosa... La vida es un cúmulo de casualidades y, como diría aquel, arrieritos somos y en el camino nos encontraremos.

En 2013 fue galardonado con el premio al mejor músico de jazz europeo. Después de tantos éxitos, ¿cómo asume un galardón de este calado?

-Es un halago, una dulce coyuntura... Pero siempre lo digo, y no quiero pecar de exceso de humildad, pero es una casualidad. No me considero el mejor músico de Europa, tampoco el peor, simplemente la oferta que hago es diferente y quizá en eso se haya fijado el jurado. Es un premio bienvenido y lo tomo no solo para mí sino para un montón de músicos de este país.

En Pamplona contamos con un Conservatorio que imparte la especialidad de Jazz, lo que está forjando una sobresaliente cantera de músicos que están dotando a la ciudad de una nueva vida musical, si bien es cierto que muchos de ellos se encuentran con la dificultad de acceder a escenarios profesionales, por ejemplo.

-Quiero hablar pero me voy a morder la lengua... No conozco el funcionamiento del conservatorio de Pamplona, pero, dicho esto, creo que habría que revisar la labor de los conservatorios en general, su acercamiento, que dejaran de ser una torre de marfil, en la cual se enseña un mundo idóneo y ficticio entre comillas, para, realmente, albergar un mundo real, porque los músicos son de la calle, y los escenarios del conservatorio no debieran ser solo para los eruditos, y la gente que así se considera, sino también para el arte popular... porque la erudición no está solamente en el aula de un conservatorio o en el despacho de un ministro de Cultura, muchas veces está en un bar con una cerveza delante, sin que esto sirva de apología del alcohol, ni mucho menos, o en un cafetín donde se sirven cafés después del menú de 10 euros. Hay que dejarse de tanta erudición que está tan alejada de la vida cotidiana de un músico... Músico que luego, y debido a esto, se tiene que reciclar en bibliotecario, por ejemplo, porque las enseñanzas que la han dado no son las reales para la calle. Y viceversa, un chaval que guiado por la afición a una música, que escucha en la radio o en Internet, que se acerca para que se la enseñen y se encuentra con que la que le enseñan es otra. Eso sí, esto es una crítica general, desmarcada completamente del Conservatorio de Navarra, cuyo funcionamiento no conozco.

Junto a Josemi Carmona y José Manuel Ruiz Bandolero ofreció el pasado año casi 100 conciertos, a los que se sumarán unos cuantos más en 2015. Pero, conociendo su espíritu inquieto, ¿en qué nuevos proyectos baraja embarcarse?

-Cada día es un nuevo proyecto. Y los proyectos giran 45 grados a babor o estribor depende de por dónde sople el viento o cuál sea su temperatura adecuada... Esto no es una crítica a la chaquetería, todo lo contrario, sino la adaptación a un nuevo día, escenario o momento. Por lo tanto, mis proyectos nunca son rígidos sino que van cambiando por el sentir del curso del tiempo. Y a esto se suma que por las noches sueñas cosas que por el día quieres hacer realidad. Y así voy... En la mano tengo cuatro o cinco proyectos que son siempre nuevos... Mi alianza con Pepe Habichuela está muy viva, y la presentaremos en varios lugares de España este verano; Huellas, en sus diferentes formatos también sigue vivo; y mis diferentes alianzas con Carlos y Tino, y un largo etcétera, también están vivas.

Suena a que también nos visitará en el Flamenco on Fire...

-Creo que por ahí también anda cociéndose algo... No quiero ser pesado pero creo también me tendréis ahí.

Un programa atípico. Tras la exitosa gira que les llevó el pasado año a hacer cerca de 100 conciertos entre España, Europa, India y Sudamérica, este trío, que parte en origen de una formación del flamenco más tradicional, experimenta con improvisación sobre músicas como el jazz, el folclore sudamericano, el clásico o incluso temas de los Beatles y, como no, del flamenco.

Genio fuera de serie. Galardonado en 2013 por la Academie du Jazz Francesa como mejor músico europeo de jazz por su álbum Huellas, Pardo (Madrid, 1956) acumula más de treinta años dando vida a la música a través de su propio lenguaje que, fundamentalemente , se apoya en el jazz y el flamenco.. Tres décadas en las que ha tocado en los 5 continentes junto a estrellas como Camarón, Paco de Lucía o Chick Corea y junto a su ‘otro’ trío con Carlos Benavent y Tino di Geraldo.