Muere Galeano, la voz de los sin voz
El autor de ‘Las venas abiertas de América Latina’ perdió su batalla contra el cáncer a los 74 años en Montevideo
madrid - Sin duda, ayer fue un día aciago para la cultura mundial. Y es que si a primera hora de la mañana conocíamos la muerte del alemán Günter Grass, hacia el mediodía llegó la noticia del óbito del periodista y escritor uruguayo Eduardo Galeano, autor de ‘Las venas abiertas de América’ o ‘Memoria del fuego’, entre otros, que falleció a los 74 años en su Montevideo natal. Galeano llevaba varios días internado en el sanatorio del Casmu 2 de la capital uruguaya a causa de una recaída del cáncer de pulmón que padecía desde hace años.
Eduardo Germán María Hughes Galeano nació el 3 de septiembre de 1940 en Montevideo en una familia acomodada, hijo de Eduardo Hughes Roosen y de Licia Esther Galeano Muñoz, de quien tomó el apellido para su carrera literaria. Se introdujo en el mundo del periodismo con 14 años de edad, dibujando caricaturas políticas. Posteriormente fue redactor jefe del semanario Marcha (1961-1964), una publicación en la que colaboraron nombres como Mario Vargas Llosa y Mario Benedetti. Dirigió el diario Época (1964-1966) y publicaciones de la Universidad de Uruguay (1964-1973). Ese último año se exilió en Buenos Aires, donde fundó la revista Crisis. En 1976 continuó el exilio en Barcelona. Su regreso a Uruguay se produjo en 1985, una vez restaurada la democracia.
China (1964), Guatemala, país ocupado (1967); Reportajes (1967), Los fantasmas del día del león y otros relatos (1967) y Su majestad el fútbol (1968) fueron sus primeros libros, todos con un gran contenido político. Una obra que los críticos literarios consideran influenciada por los italianos Cesare Pavese y Vasco Pratolini, los estadounidenses William Faulkner y John Dos Passos y españoles como Federico García Lorca, Miguel Hernández, Antonio Machado, Pedro Salinas y Luis Cernuda. El punto de inflexión en su carrera lo marcó Las venas abiertas de América Latina, que él describía como “una contra-historia económica y política con fines de divulgación de datos desconocidos”, y por el que obtuvo el Premio Casa de las Américas de Cuba y, dos décadas más tarde (1999), el Premio a la Libertad Cultural de la Fundación Lannan de EEUU. Este libro, además, está ligado a una anécdota: en 2009 el entonces presidente venezolano, Hugo Chávez, le regaló un ejemplar a su homólogo estadounidense, Barack Obama, durante la cumbre de UNASUR.
Galeano también publicó Vagamundo (1973); La canción de nosotros (1975); Días y noches de amor y guerra (1976); y Los nacimientos (1982), primer volumen de su trilogía Memorias del fuego, formada por Las caras y las máscaras (1984) y El siglo del viento (1986). Después llegaron su ensayo El libro de los abrazos (1989); la novela ilustrada por el grabador brasileño José Francisco Borges Las palabras andantes (1993); El fútbol a sol y sombra (1995); Patas arriba (1998); Bocas del tiempo (2004), y sus relatos Espejos. Una historia casi universal (2008), publicados al año siguiente de que el escritor superase una operación de cáncer de pulmón.
indignado y rebelde Con un estilo de difícil clasificación, entre la crónica periodística y la erudición histórica, Galeano trazó artesanalmente con, en algunos casos, brevísimos trazos, el perfil de un continente con sus alegrías y tragedias durante más de cinco siglos. Difundió su visión crítica del mundo fuera y dentro de sus libros y se convirtió en un referente para la izquierda latinoamericana y también para artistas como Calle 13 y Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina. “Yo aprendí hace muchos años que la vida consiste en elegir entre indignos e indignados, y yo estoy siempre con los indignados”, dijo.
La definición que hizo de Galeano el líder izquierdista Cuauhtémoc Cárdenas en México cuando ganó el premio Amalia Solórzano en 2012 es la de un “militante firme por las luchas de la soberanía nacional, la democracia y contra las dictaduras”, a lo que habría que añadir que amaba las revoluciones. Fue uno de los primeros en apoyar a los zapatistas en México y en mostrar su admiración por el comandante Marcos, las revueltas populares en Oriente Medio y el norte de África le parecieron un “fuego hermoso” y se mostró feliz con el movimiento de los indignados en España, que definió como una “pura vitamina de esperanza”. Pero sobre todo respaldó la llegada de la izquierda a los Gobiernos de América Latina, un proceso de cambio que definió como “profundo”, “diverso” y “hermoso”, pero a la vez “bastante incomprensibles para el norte del mundo”.
Para Galeano, nacido en Montevideo el 3 de septiembre de 1940, el sistema que rige el mundo estaba “pidiendo a gritos ser cambiado” y debía ser reemplazado por otro que no estuviera “organizado en contra de la gente”. - Agencias Foto: Firma
El fútbol, su otra pasión .
Procedente de esa escuela sudamericana que tantos literatos interdisciplinares ha dado, Galeano fue uno de los creadores más importantes de la región, pero también hizo hueco entre sus páginas para otra de sus pasiones: el balompié. El fútbol “es algo tan importante que no se puede charlar solo unos minutos sobre él, sino que hay que dedicarle horas y horas”, sentenció en una ocasión en Madrid. “Todos los uruguayos nacemos gritando gol y por eso hay tanto ruido en las maternidades, hay un estrépito tremendo. Yo quise ser jugador de fútbol como todos los niños uruguayos” es el comienzo de su volumen El fútbol a sol y sombra (1995).
Cazador de historias. La escritura fue su vocación. “Todo está ahí. Salgo a la calle cada día con mis oídos y ojos bien limpios para oír las voces secretas y descubrir los colores escondidos. Soy un cazador de historias, un escuchador de voces”, dijo. Una pequeña libreta y un bolígrafo en su bolsillo fueron a diario cómplices de sus ocurrencias, vivencias y pensamientos, que iba registrando para nutrir luego sus obras.