El ciclo de artes callejeras Al Gayarre en la fachada dio comienzo este viernes en la avenida de Carlos III con la instalación El circo de los sentidos/ Zentzumenen zirkua, de la compañía catalana Mumusic Circus. La propuesta podrá disfrutarse también este sábado, entre las 17.30 y las 20.30 horas.

La vista es el sentido más desarrollado del ser humano, pero también el que más lo “contamina”. Está vinculado a la vigilia, la urgencia y la supervivencia. Sin embargo, al cerrar los ojos, es posible acceder a otros mundos y despertar capacidades dormidas. Bajo esta premisa, Marçal Calvet, miembro de la compañía de circo moderno Mumusic Circus, creó hace un año la instalación inmersiva El circo de los sentidos/ Zentzumenen zirkua, inspirada en la historia de una niña ciega que “veía con las manos” y que invita a los asistentes a sumergirse en un viaje sensorial singular. Este montaje fue reconocido con el premio del Festival Fetén 2025 por su gran acogida en Gijón, a pesar de que se trataba de un festival de espectáculos que no contaba con la categoría de instalaciones.

El viernes por la tarde, un montaje circular de madera con estética de carpa circense apareció frente al Teatro Gayarre. Alrededor de las 17.00 comenzó a formarse una larga cola de familias, que llegó a alcanzar casi la Plaza del Castillo. Niños, padres y adultos que asistían en solitario, fueron entrando en grupos reducidos en la estructura. Al llegar a la entrada recibían antifaces para anular su vista y auriculares que los guiarían durante el recorrido sensorial. Los adultos acompañantes, sin embargo, tan solo eran dotados de auriculares para poder guiar a los niños y vivir una experiencia distinta, basada en recursos más visuales, ya que la carpa estaba repleta de dibujos sugerentes relacionados con la narración auditiva. La excitación palpable de las personas que aguardaban en la fila, tornaba al salir del recorrido en un visible estado de tranquilidad e introspección. Tanto pequeños como mayores se mostraban visiblemente emocionados, algunos sin saber exactamente por qué.

Una historia inspiradora

Marçal Calvet, autor y director de la instalación, explicó que el proyecto nació tras una experiencia con una niña ciega durante uno de sus conciertos: “Entre el público había una chica ciega que, a pesar de tener más dificultades, fue la que mejor comprendió el espectáculo y la que más conectó con nosotros”. Se dieron cuenta de que la niña absorbía mejor la información porque estaba focalizando la atención en un solo punto, en vez de estar dispersa, lo que les hizo reflexionar sobre cómo la atención plena puede cambiar la forma de percibir. Así decidieron crear una instalación pensada para personas ciegas, o para que quienes no lo son pudieran experimentar el mundo sin la vista y redescubrir el resto de sus sentidos.

Esta es la historia de cómo nació la propuesta, que como explica la compañía, es “una instalación inmersiva que invita a la familia entera a cerrar los ojos y abrir el alma. Guiados por la historia de una niña que veía con las manos, viajarán a un mundo donde el tacto es luz, el oído es paisaje y los aromas cuentan secretos”. Los participantes viven a ciegas “experiencias que son muy sencillas, porque realmente lo importante ocurre dentro de cada uno”, señala Calvet. Se trata de una vivencia de atención plena, centrada en el momento presente y las sensaciones interiores, de modo que lo importante no es lo que se hace, sino lo que se siente. Por este motivo cada persona vive El circo de los sentidos de forma diferente. Los adultos suelen reconectar con vivencias propias del pasado, mientras que los niños lo viven como una aventura con desafíos que les aporta satisfacción y una profunda relajación. Según Calvet, son sobre todo los adultos los que salen más impactados: “Remueve mucho, por la historia que se cuenta, pero también por el simple hecho de parar un momento en esta vida tan ajetreada. Hay gente que incluso llora, o te pide un abrazo al salir”.

La experiencia de los asistentes

Asun, vecina de Pamplona que acudió con sus hijos, describió la experiencia como “muy bonita”, destacando especialmente un pasaje que habla de las generaciones de mujeres en una familia y los olores del hogar, que la hizo conectar con su más tierna infancia. Asimismo, añdió que, “cuando sales, te queda una sensación de calma y de comprender mejor cómo viven las personas que no ven”. Ainara, otra asistente que participó junto a su hijo y su madre, comentó que “había sentido su cuerpo de otra manera” y que había reconectado con pasajes de su vida y tenido “una analogía”, sobre todo a partir de las figuras dibujadas en las paredes del montaje, que remitían a su historia y la transportaron a un viaje al centro de sus recuerdos.

Aunque quien más disfrutó fue su madre, quien calificó la experiencia como “muy enriquecedora, por poder experimentar el tacto y el oído como nunca antes”. Una muestra más de que se trata de una propuesta intergeneracional, ideal para compartir en familia. Al finalizar el recorrido, los asistentes colgaban en una cuerda entre dos árboles de la acera pequeñas notas con dibujos o frases que expresaban cómo se habían sentido. Los niños más pequeños realizaban dibujos abstractos, entre los que era común ver figuras sin visión, rodeadas de elementos naturales extraordinarios o de paisajes idílicos. Tampoco faltaban palabras de agradecimiento y frases emotivas de los adultos. Cada mensaje, a su manera, daba testimonio de una experiencia que va más allá de lo que se puede ver.