pamplona - Eduardo Galeano, uruguayo universal, periodista y escritor traducido a veinte idiomas, recientemente fallecido, estuvo en Pamplona el 12 de junio de 2001 invitado por el Foro Gogoa y su entonces presidenta Conchita Corera. Abarrotó un gran sala, incapaz para contener a más de un millar de oyentes. En aquella ocasión, su visita ya fue recogida por los medios, Tuve la oportuniad de conversar con él y le hice una entrevista que 14 años después mantiene una muy grande actualidad. Su publicación ahora en las páginas de DIARIO DE NOTICIAS es un homenaje póstumo al escritor
¿Quién es Eduardo Galeano?
-A veces me dicen que soy un pensador, y cada vez que me lo dicen siento que se me paran en la cabeza los pelos que no tengo. Porque siento pánico de los pensadores. Me parece realmente espantoso convertirse en un pensador. Siento que son cabezas que ruedan por los caminos divorciadas del corazón, del cuerpo, del sexo, de las piernas, de todo. Yo prefiero ser un sentidor y, a ser posible, un sentipensante Alguien que opera, a la vez, con el corazón y con la razón, realidades que han sido divorciadas por un sistema de poder que parte en pedazos todo lo que toca y que nos desintegra. La razón abandonada a su sola voluntad genera monstruos, como bien supo y dibujó don Francisco de Goya. Algo parecido siento cuando alguien dice: “Ustedes, los intelectuales?” y me incluye entre ellos. Conmigo no va nada de eso. Eso viene de una jerarquización de las actividades humanas que despreció al trabajo manual. Hay que acabar con ese modo de ver las cosas: esa idea de que la cabeza está por encima del cuerpo y alejada de él. Tenemos que reivindicarnos como totalidades, para poder vincularnos con los demás, no a partir de nuestros restos, o nuestros pedazos. Reivindicarnos como totalidad también en el lenguaje que hablamos. Que el lenguaje también sea sentipensante, y por tanto capaz de expresar nuestros almuerpos o cuerpalmas.
¿Por qué compara usted la escritura, y la vida misma, con un tejido?
-Texto viene de textum, tejido, en latín. Los textos son como tejidos, formados por hilitos. Quien escribe, teje. Con hilos de palabras vamos diciendo, y con hilos de tiempo vamos viviendo. Nosotros somos, como los textos, tejidos que andan.
¿Qué papel pueden jugar hoy la palabra y el debate público?
-Yo creo en la apertura de espacios a partir del debate y de la contradicción. Sigo creyendo que la contradicción es el motor de la historia y lo que le da sentido a la aventura humana en el mundo. Nos movemos gracias a ella. Cuando el debate es verdadero implica la oposición de puntos de vista diferentes que se enriquecen mutuamente. Lo otro es confundir la unidad con la unanimidad y eso conduce a la parálisis y flaco favor le hace a la energía creadora en el mundo.
¿Qué importancia tiene el humor en su literatura?
-No es que yo me lo proponga, me sale como algo de lo más natural. En los textos trato de perder solemnidad. El humor es muy importante, sobre todo para quienes tenemos deseo e intención de que las cosas cambien. Hay que revolucionar el lenguaje y dejar que se incorporen la necesidad del chiste y las ganas de reírse, porque hay discursos que matan por aburrimiento. Me impresiona mucho el último poema del emperador romano Adriano que, cuando estaba en su lecho de agonía, dictó unas palabras que no pierden actualidad a pesar del paso de los siglos. Estando por morir se dirige a su alma y la dice: “Alma mía, vagabunda, compañera y huésped de mi cuerpo, ¿a dónde irás ahora? ¿a qué regiones heladas y oscuras te irás? ¡ya no contarás más chistes!”.
Vivimos una crisis profunda, no sólo cultural y política, sino una verdadera crisis de civilización. En un mundo tan desigual ¿qué vías de emancipación se van encontrando desde el pensamiento y la acción?
-No se puede hacer un recetario de la libertad. Pero sí creo que el mundo contiene energías de cambio. Estos son tiempos difíciles. Tiempos de mucho estupor y mucho desconcierto. A veces parecen los feos tiempos de la uniformidad o de la unanimidad, armada sobre la base de la adoración de las cosas. Un mundo donde las cosas son mucho más importantes que las personas. Pero, a pesar de eso, el mundo ha podido conservar algunas energías creadoras, que son energías de cambio y se manifiestan de mil maneras. No hay inventario posible. Son mil y un maneras de decir no, de afirmar que el mundo merece mejor destino.
Vivimos en un tiempo nuevo y sabemos bien que el tiempo se burla de los límites que inventamos para creernos el cuento de que él nos obedece. Pero, aunque no podemos adivinar el tiempo que será, hay ocasión de imaginar el tiempo que queremos que sea. En 1948 y en 1976 las Naciones Unidas proclamaron extensas listas de derechos humanos, pero la inmensa mayoría de la humanidad no tiene más que el derecho de ver, oír y callar. ¿Qué tal si empezamos a ejercer el jamás proclamado derecho de soñar? Clavar, por un momento, los ojos más allá de la infamia para adivinar otro mundo posible.
¿Qué reflexiones le suscitan el terrorismo internacional y la respuesta que recibe?
-En la lucha del Bien contra el Mal, siempre es el pueblo quien pone los muertos. Todos los enamorados de la muerte coinciden en su obsesión por reducir a términos militares las contradicciones sociales, culturales y nacionales. En nombre del Bien contra el Mal, en nombre de la Única Verdad resuelven todo matando primero y preguntando después.
¿Eliminar el Mal? ¿Qué sería del Bien sin el Mal? No sólo los fanáticos religiosos necesitan enemigos para justificar su locura. También necesitan enemigos, para justificar su existencia, la industria de armamentos y el gigantesco aparato militar. Buenos y malos, malos y buenos: los actores cambian de máscaras. El desprecio por la voluntad popular es una de las coincidencias.
Mucho se parecen entre sí el terrorismo artesanal y el de alto nivel tecnológico, el de los fundamentalistas religiosos y el de los fundamentalistas del mercado, el de los desesperados y el de los poderosos, el de los locos sueltos y el de los profesionales de uniforme. Todos comparten el mismo desprecio por la vida humana.
¿Es la violencia solución para cambiar las cosas?
-Yo soy enemigo de la violencia, creo que es siempre condenable, pero hay que empezar por condenar la violencia que el sistema genera sin descanso. Para entender la realidad de América Latina resulta más luminoso leer las páginas policiales de los diarios que las de política o cultura. La gran contradicción estalla en la violencia urbana, eso que llaman inseguridad. Más de uno la atribuye a la herencia genética que genera criminales, pero tiene otras causas. Estaba yo de viaje en Colombia, uno de los países más violentos del mundo, donde, contra lo que la opinión pública cree, el 80% de todos los crímenes son delitos comunes. Apareció un informe oficial de la Policía colombiana sobre el aumento de la violencia en el país. La Policía enumeraba diez causas para explicar ese incremento. Y a mí me impresionó mucho ver que, entre esas diez causas, no figuraba la injusticia social, que es la más obvia de todas las causas. Pero no es la única. Está la publicidad consumista que bombardea a millones de jóvenes sin trabajo y convierte la invitación al consumo en una invitación al delito. Y está, sobre todo, la impunidad del poder. El espectáculo que ofrecen buena parte de los poderosos mintiendo, robando y matando impunemente. Un informe sobre el delito de la Asociación de Psiquiatras de América dibuja los rasgos del delincuente típico y asegura que el rasgo más notorio y unánime entre los delincuentes es la inclinación a la mentira. Cuando lo leí me pregunté: ¿estos psiquiatras, están dibujando la identidad de los navajeros del suburbio o la de los dueños del planeta?
La comunicación parece, en nuestro tiempo, una de las manifestaciones principales de la globalización.
-Los medios de comunicación están sufriendo, desde hace ya algunos años, un proceso común al de otras actividades productivas en este mundo que dice ser globalizado y sin fronteras, lo que es una perfecta mentira. Sólo se han borrado las fronteras para el dinero, para ninguna otra cosa. En ese mundo se han acelerado los procesos de concentración de poder: sobre todo de poder financiero y económico. También se ha concentrado el poder de informar, de comunicar, de transmitir ideas, emociones, experiencias, pensamientos, y opiniones. Está cada vez en menos manos ese poder. Es cada vez más difícil y no por ello menos necesaria la aventura de la independencia en materia de comunicación. Es cada vez más complicada, yo diría que es una verdadera hazaña la independencia en ese terreno. Porque los grandes medios que operan a escala mundial son gigantes que se devoran entre sí y, de aquí a poco, van a llegar a ser dos o tres. Eso es muy grave, porque conspira contra el derecho de libre expresión, que es uno de los derechos humanos fundamentales. Un puñado de empresas concentran en sus manos las grandes fábricas de información y opinión.
Y ¿qué pasa con Internet? ¿Qué futuro le aguarda?
-Me parece interesante, admirable. Reconozco que es un instrumento muy útil y una paradoja positiva en medio de tantas realidades feas que se orientan contra un destino de libertad. Internet es una paradoja al revés: empezó siendo un instrumento militar. Nació como invención de un grupo de científicos en la Universidad de Berkley en California y, a partir del invento, el Pentágono planificó la red como un instrumento militar para convertir al mundo en un campo de batalla. Nació al servicio de la guerra, por tanto nació al servicio de la muerte. Pero, oh paradoja, termina convirtiéndose en un espléndido instrumento de comunicación entre los mil y un grupos que en el mundo actúan en defensa de la vida: ecologistas, feministas, activistas de derechos humanos, grupos que reivindican la participación democrática, que gracias a Internet consiguen enlazarse entre sí, en una red mundial que ha implicado un cambio importante que impide que tengan eco voces que antes estaban condenadas a resonar en campana de palo. Internet es una linda paradoja. Eso no significa que esté consagrada a la noble causa de la solidaridad humana, pero hay espacios en Internet abiertos a ella. Aunque razón tienen quienes le llaman Bussinesnet porque está convirtiéndose en un gran mercado de promoción y venta de productos. No siempre la tecnología trabaja contra nosotros. La paradoja mala es que cuanto más se desarrolla la tecnología de la comunicación, más incomunicados estamos. Este es un mundo de sordomudos.
A partir de lo que observa en las grandes ciudades latinoamericanas, usted ha escrito mucho sobre la dictadura del coche en las ciudades.
-Sí. Ojalá fuera sólo un problema latinoamericano, porque entonces diríamos: Bueno, somos los tristes depositarios de una desdicha que nos toca nada más que a nosotros. Pero se trata de un problema universal. Este es un mundo donde los medios han usurpado el lugar de los fines. Nos hemos convertido en instrumentos de nuestros instrumentos, y el automóvil que nació al servicio de la persona, que empezó siendo un medio de transporte, se ha convertido en un fin en sí mismo y ha terminado por apoderarse de las ciudades, que habían sido, cuando nacieron, espacios de encuentro entre las personas. Somos manejados por los automóviles, como somos mirados por la televisión, como somos programados por las computadoras, como somos comprados por los supermercados. Hay una inversión de valores tan radical, que los medios han terminado por sustituir a los fines. Los autos son los dueños de las ciudades. América Latina ha importado el modelo norteamericano de transporte, como ha importado también, o quizá le ha sido impuesto, el modelo norteamericano de comunicación: la televisión comercial en lugar de la televisión pública, el transporte privado en lugar del transporte público. Y el resultado es que las ciudades son, hoy por hoy, inhabitables. Sobre todo las grandes ciudades latinoamericanas donde no se puede respirar ni caminar, que son dos actividades humanas. A mí, cuando era chiquito, la maestra me decía: no te olvides de respirar, que es importante. Y caminar, ni qué hablar. Nos hemos olvidado de caminar, como las gallinas se han olvidado de volar. Está prohibido que la gente fume, pero jamás nadie se atreverá a prohibir que fumen los automóviles.
El fútbol es un tema sobre el que usted ha escrito muchos artículos y un libro.
-El fútbol es como un espejo que refleja las contradicciones que vivimos. Es cada vez menos diverso, lamentablemente, porque la globalización también llegó a la pelota. Se ha impuesto a escala mundial un fútbol de pura velocidad y fuerza, que sacrifica la belleza en nombre de la eficacia. Unos pocos juegan por placer, pero la mayoría lo hace por el deber de ganar, igual que como se vive.
Y la comida también le importa mucho.
-La barriga es una zona del alma, y la boca es la puerta. El arte de comer, que no sólo se refiere a la mesa del rico, sino sobre todo a la mesa popular, es más diverso de lo que creen los clientes de McDonald’s. Uno no abre sólo la boca para decir disparates y bostezar, sino para comer. Y así se produce un proceso cultural importante. Hay que defender el derecho de autodeterminación de la cocina, porque estamos en un mundo cada vez más desigual en las oportunidades que ofrece, pero también cada vez más igualador en las costumbres que impone.