pamplona - El escritor de Jaén pasó esta semana por Pamplona para dar a conocer Misterioso asesinato en casa de Cervantes, una historia que ganó el Premio Primavera de Novela 2015 y en la que no solo reivindica al autor del Quijote, hacia el que siente una gran admiración, sino también a las mujeres cultas del momento, que las había. De hecho, son ellas las que llevan el peso de esta peripecia que recrea, aunque sin excesos, la escritura del Siglo de Oro y que contiene abundante información y detalles para saber cómo se vivía en aquella sociedad.

¿Cómo se decidió a escribir sobre esta historia real?

-Yo soy un gran lector y un gran admirador de Cervantes y ya conocía esta historia, la última desventura de su vida, pero es que, además, encontré toda la documentación del caso, que se encuentra en la Real Academia de la Lengua y está publicada. Leyéndola, de pronto vi que de allí podía salir una novela negra, así que me puse a escribirla.

Premio Primavera 2015. Seguro que los reconocimientos no amargan a nadie.

-No, y además creo que los premios son necesarios. Primero, a los autores desconocidos les sirve para introducirse en el mundo de las letras y de la edición y a los que somos algo conocidos nos permiten tener más lectores. Así que, bienvenidos sean.

En esta historia recrea la forma, la estética y el lenguaje del Siglo de Oro.

-Siempre que sea posible, en las novelas me gusta recrear el lenguaje del momento que sea. Obviamente, no puedo hacerlo exactamente porque sería un inconveniente para el lector moderno, pero sí lo tiño un poco de época porque entonces el lenguaje era más rico del que tenemos ahora y eso creo que se convierte en un atractivo más de la novela.

Pues es una apuesta arriesgada en este mundo en el que cada vez consumimos más literatura rápida que no nos exija demasiado esfuerzo. ¿En ese sentido tiene también un afán de culturizar al público?

-Siempre hay que procurarlo. Además, cuando Cervantes está implicado en una novela hay que cuidar el lenguaje. Yo al menos lo he intentado. He querido hacerlo accesible al lector moderno sin perder ese aroma a la época en la que sucede la novela. Eso, en cuanto al lenguaje. Sobre el fondo, esta no deja de ser una novela negra, que es un género muy moderno, y tiene sus claves. Pero lo abordo desde el estilo español.

Que es distinto al anglosajón.

-Así es. En las novelas negras anglosajonas están continuamente poniéndole trampas al lector para que esté completamente despistado todo el tiempo. Cosa que a mí me parece perniciosa, sobre todo en esos casos en los que al final resulta que el asesino es el propio muerto. Nosotros, en cambio, somos más realistas y ponemos a una persona obviamente dotada e inteligente a seguir unas pistas hasta que al final de la novela descubre el enigma.

En este caso, es una mujer, Dorotea de Osuna, la que ejerce de pesquisidora; bonita palabra, por cierto.

-Sí, es como se llamaba en aquella época a los que averiguaban. A Dorotea de Osuna la he sacado de la primera parte del Quijote, que en el momento en que transcurre esta novela ya se había publicado y estaba teniendo mucho éxito. Precisamente, en esa primera parte aparece una chica, Dorotea de Osuna, que para mí es el personaje femenino más entrañable de Cervantes, que la presenta como una mujer que se viste de hombre porque entonces era lo mejor para salir por ahí sola. Y en mi novela pasa igual; para sus indagaciones, a veces va de hombre y otras, de mujer.

Pero este no es el único personaje femenino de Misterioso asesinato en casa de Cervantes, donde las mujeres tienen un peso fundamental.

-En esta novela, los personajes principales son mujeres y los secundarios, hombres. De algún modo, he querido hacer un doble homenaje. Por una parte, a la familia de Cervantes. A las hermanas del escritor las llamaban las Cervantas de manera despectiva. Tenían mala fama sencillamente porque eran chicas independientes y en aquella época era muy poco habitual. Ellas sabían leer y escribir cuando lo que se procuraba era que las mujeres fueran analfabetas.

El otro tributo es hacia el mismo Cervantes, que convivía con mujeres adelantadas a su época.

-Y él también lo era. Cervantes creció en el seno de una familia inusual, pero es que, además, él mismo tuvo una vida tan intensa, conoció distintas culturas y se puede decir que su mentalidad era mucho más abierta que la de la gente de su tiempo. Estuvo en Italia, que entonces era una sociedad superior a la española; estuvo preso de los turcos en Argel durante años y dentro de España se movió por ambientes muy diferentes debido a los múltiples trabajos que tuvo. El pobre nunca pudo vivir de la literatura, fracasó como escritor porque lo que estaba de moda era el teatro, el de Lope de Vega sobre todo. Pero tener que vivir a salto de mata todo el tiempo le dio a Cervantes una información y un conocimiento del alma de la gente que luego él supo expresar en sus textos. En ese sentido, fue un adelantado a su época y, aunque todavía no existía el término feminista, podríamos decir que él lo era.

Y, sin embargo, su figura no fue reinvindicada hasta mucho tiempo después de su muerte.

-En su tiempo no lo tuvieron en cuenta para nada. Consideraban que era un autor de segunda categoría y que el Quijote era un divertimento, una cosa populachera. Pero en el siglo XVIII lo descubrieron los ingleses y los alemanes y entonces empezó a contar en España. Ahora, por supuesto, ya vemos su obra con otros ojos y sabemos que es, sin duda alguna, el autor más excelso en el uso del español.

¿Y una vez más nos lo tienen que decir los de fuera?

-Lamentablemente, así fue. Pero la mayor desgracia fue que no pudiera ganarse la vida con las letras.

Menuda vida, llena de desgracias.

-Tuvo una vida muy complicada. Además de lo de Argel, también lo metieron en la cárcel por desfalco. Y no es que él se llevara nada, sino que el dinero que tenía que manejar como comisario de la armada lo puso en manos de un banquero particular que se lo llevó todo. Cervantes era muy buen escritor pero muy mal matemático, se equivocaba en las cuentas, pero siempre en su contra (ríe). No era nada corrupto (ríe).

¿Qué le parece todo el proyecto de búsqueda de sus restos en Madrid, donde precisamente la semana pasada se inauguró un monumento en honor a este hallazgo?

-Me ha parecido muy bien. He seguido el proceso muy de cerca y el trabajo que han hecho ha sido impecable hasta donde han podido, que ha sido localizar un lote de huesos que contiene restos de 17 cadáveres y donde tienen que estar los de Cervantes. Es posible que en una etapa posterior se podría saber cuáles le corresponden. Y espero que se haga, porque en todo país civilizado a los grandes nombres de la literatura se les tiene en una especie de santuario. Por ejemplo, en Stratford todo el pueblo vive en torno a la idea de que tienen a Shakespeare allí enterrado. En Alemania pasa lo mismo con Goethe o con Beethoven, así que me parece lógico que aquí hagamos esa justicia a Cervantes.

La novela cuenta con personajes reales y ficticios, ¿cómo ha logrado el equilibrio entre ambos?

-Ha ido saliendo espontáneamente. Además, no me he inventado ningún personaje. Todos han salido de la documentación de la época, sobre todo del proceso contra Cervantes y su familia, y otros los he tomado de textos cervantinos, como Dorotea, la duquesa de Arjona, que todavía no existía, ya que sale en la segunda parte del Quijote; Chiznaque, que aparece en las Novelas Ejemplares...

¿Y qué hay de Muzio Malatesta?

-(Ríe) Está sacado de mi amigo Arturo Pérez Reverte, es un guiño.

Cervantes es un clásico entre los clásicos, seguro que hoy también estamos rodeados de autores que trascenderán las fronteras del tiempo. ¿Aspira Eslava Galán a hacerlo?

-Soy muy realista. En España, cuando un autor se muere, al día siguiente entra en el cementerio del olvido. Y si tiene suerte, a los 20, 40 o 100 años, alguien lo descubre y lo rescata. Es lo que ocurrió, por ejemplo, con Bécquer. Pero si no tiene suerte, no. Por poner un ejemplo, ¿quién lee ahora a Delibes, a Umbral o a Terenci Moix? Nadie. No sé por qué pasa esto, pero yo lo tengo perfectamente en cuenta. No espero pasar a la posteridad, lo que quiero es que mis lectores de ahora aprecien lo que hago. Con eso me doy por muy bien pagado.

Título. Misterioso asesinato en casa de Cervantes.

Autor. Juan Eslava Galán.

Editorial. Espasa.

Precio. 19,90 euros.

Sinopsis. A las puertas de la casa de Cervantes ha aparecido el cadáver del hidalgo Gaspar de Ezpeleta. Una vecina beata acusa al escritor y a sus alegres hermanas y acaban encarcelados. La duquesa de Arjona, admiradora del autor, requiere los servicios de Dorotea de Osuna para que acuda a Valladolid a investigar el caso.

Otros títulos. Eslava Galán ha escrito ensayos como Historia de España contada para escépticos, Una historia de la guerra civil que no va a gustar a nadie, Los años del miedo, Homo erectus o La década que nos dejó sin aliento y de novelas como En busca del unicornio, Señorita, La mula y Rey lobo, entre otras.