pamplona - En su tercer largometraje -el primero en solitario-, el director guipuzcoano Asier Altuna ha hecho la película que llevaba años queriendo hacer. Amama es un homenaje a un modo de vida que ya desaparece, el de la vida en el caserío, ligada a la tierra, al huerto, a los animales y al paisaje, en la que el tiempo discurre de un modo distinto, pero también es una apuesta por la posibilidad de romper con parte de esos hábitos sin amputar la cadena de transmisión de sabiduría que circula entre generaciones y nos conecta con las raíces. Todo esto, envuelto en un mosaico de imágenes muy potentes con el hilo conductor de una mirada, la de una mujer al final de su vida que aun tiene mucho que decir aunque no pronuncie una sola palabra. El filme, que obtuvo el Premio Irizar en el pasado Festival de Cine de San Sebastián, llega hoy a las salas.

La película cuenta con dos debutantes. Una de ellas es la protagonista, Iraia Elías, actriz con experiencia en el teatro, que encarna a Amaia, la nueva generación de una familia de baserritarras, en constante pugna entre su origen y su futuro. La otra es Amparo Badiola, la amama (abuela) Juliana, que a los 84 años se estrena en la interpretación por el “flechazo” que Asier Altuna sintió al verla en una cafetería de Pasajes San Pedro. Su presencia, sin duda, marca el tono de esta historia que también cuenta con dos grandes, como son Kandido Uranga y Klara Badiola, en un reparto que se completa con Ander Lipus, Manu Uranga y Nagore Aranburu. El rodaje tuvo lugar en un caserío de Errezil, en las faldas del Ernio, así como en Donostia y en la localidad navarra de Aldatz, entre otras localizaciones. Ander Sistiaga se ocupó de la producción y Javier Agirre de la fotografía, un elemento clave en esta historia poética y terrenal al mismo tiempo escrita por Altuna en colaboración de Telmo Esnal y Michel Gaztambide. Txintxua es la productora del filme y Golem lo distribuye.

un regalo de personaje Para Iraia Elías, que Asier Altuna contactara con ella para dar vida a Amaia fue más que una sorpresa. “Al parecer, me vio en una obra de teatro que estaba haciendo entonces -Zertarako hegoak- y, como estaba buscando una actriz con ciertas características, me lo propuso”. Al principio, a la actriz le impresionó la oferta porque no había hecho nada de cine, “no era mi campo”, y porque, por eso mismo, el director arriesgaba al contar con ella. Una vez que leyó el guión, se dio cuenta de que Amaia, la hija pequeña de un matrimonio cuyo mundo habita en los límites del caserío familiar y sus campos, “no está muy lejos de mí”. “Tiene mucho peso en la película, y eso me daba miedo al principio, pero es un personaje muy bonito porque es la llave para transformar las cosas”, comenta.

Lo curioso de Amama es precisamente eso, que es uno de los miembros de la familia, no una persona externa, la que acomete los cambios. “Muchas veces nos ponen etiquetas desde que nacemos, incluso nosotros mismos lo hacemos y las aceptamos por miedo, porque salirse de ahí es complicado, pero en Amaia es muy bonito ver cómo, en efecto, es rebelde -como había determinado la amama-, pero no se limita a eso, sino que también es muchas otras cosas”. Y “aunque parezca que es la que rompe con todo, también es la que fusiona lo viejo con lo nuevo”.

El rodaje fue “un lujo” para esta joven actriz. “Empezando por Asier, porque es un director que disfruta mucho trabajando y eso se contagia”, y continuando por el equipo técnico, “por el buen rollo que había entre todos”. Y qué decir del reparto: “Tenía al lado a Klara y a Kandido, que son dos actores muy potentes con una trayectoria larga y que me arroparon un montón, y después estaba Lipus, al que ya conocía del teatro”. Y Amparo Badiola, por supuesto. “Es una mujer con una vitalidad increíble; en la película no habla, pero en la realidad habla un montón, tiene una chispa tremenda, es encantadora”, dice.

tras el zinemaldia Ante el estreno de hoy, Elías se siente “mucho más relajada” que cuando mostraron la película en la pasada edición del Zinemaldia. “Ya he pasado por eso, en aquel momento me impresionó mucho pensar que aquello que yo había hecho y que ya había visto iban a verlo un montón de personas, pero lo acepté sabiendo que lo he hecho lo mejor que he podido”, apunta la actriz, convencida de que es una película “muy emotiva”. “Llega mucho al público, Kandido está brutal, la amama también y en general creo que tiene elementos que ayudan a que el público disfrute, así que espero que guste y que la gente vaya al cine; eso es lo que queremos”.

la niña que se iba a llamar república

Criada en Francia. La abuela de Amama está interpretada por Amparo Badiola, una mujer de 84 años que tiene una vida de película. Pasaba unos días en Pasajes San Pedro cuando Asier Altuna la vio en un bar tomando un café y fumando, “y debí parecerle la amama ideal”, contó Badiola en la Cadena SER. Lo curioso es que ya quiso ser actriz cuando era niña, pero nació en 1931 y a los 6 años tuvo que exiliarse a Francia con otros cinco hermanos, y su madre, que quiso llamarla República, la dejó con los dueños de un hotel porque no podía hacerse cargo de todos. Se crió en el país galo y en Francia viven sus hijos, pero con esta película “he recuperado mis raíces”, dijo.