pamplona - Asun Maestro (Falces, 1960) conoce bien las bibliotecas públicas de Navarra. Durante años se las pateó de arriba abajo. También es consciente de las reivindicaciones de los bibliotecarios, ha sido presidenta de Asnabi en más de una ocasión, y por eso mismo aceptó el cargo. “Quería ser honesta con la profesión y sincera conmigo misma”, dice. “Y coherente”, añade. En su mente, muchos objetivos, desde los más realistas hasta los más fantásticos, empezando por aunar a todas las bibliotecas y proyectarlas juntas hacia los ciudadanos.
¿Cómo lleva estos meses aquí, en este despacho con vistas?
-(Ríe) Pues no sabría qué decir... Estoy entre sorprendida por la gran carga de trabajo y entusiasmada con las posibilidades que entiendo que se pueden abrir para mejorar las bibliotecas. Reconozco que quizá en los primeros meses había muchas cosas que se me escapaban, pero ahora que ya somos un Servicio de Bibliotecas...
¿A qué se refiere?
-En esta entrevista me gustaría que apareciesen los nombres de las personas que formamos el Servicio. Estamos siete personas con secciones y negociados y yo y todos en conjunto somos el Servicio de Bibliotecas. El organismo es una realidad administrativa desde 2002, y ha tenido estructura, pero esta legislatura hemos transformado los negociados y hemos añadido uno más, de manera que sin crecer mucho, pero creciendo, hemos atendido áreas que estaban sin definir y que son fundamentales.
¿Por ejemplo?
-Está el área de Fomento, Promoción y Difusión, que quiere potenciar las actividades. Por ejemplo, el negociado nuevo es el de Tecnologías de la Información y la Comunicación, que pone el acento en lo que supone trabajar con Internet, la mecanización de los procesos, la prestación de los servicios... Hay un negociado que se ha enriquecido que es Patrimonio Bibliográfico y Filmográfico, y es importante porque, con la desaparición del INAAC, el Servicio absorbió el archivo fílmico y estamos viendo cómo encajarlo en nuestra actividad. Y le hemos sumado el Depósito Legal. Para mayo queremos hacer una campaña informativa a la ciudadanía, porque el depósito es el elemento central del patrimonio bibliográfico. Toda obra que se publica, impresa o digital tiene que estar depositada aquí, y en 60 años será patrimonio.
Hablemos de presupuestos. ¿Cómo está el Servicio, habida cuenta de que tiene prácticamente el mismo dinero que tenía el último año del Gobierno anterior?
-Aquí hay que hacer un ejercicio de honestidad y de sinceridad y primero decir que no hay mucho dinero. No hemos crecido mucho, pero como conocíamos perfectamente las carencias, sabíamos dónde teníamos que poner el acento en primer lugar. Por ejemplo, en actividades de animación a la lectura, en formación del personal, en digitalización, en patrimonio, en compra de recursos de información... Es que en adquisición de fondos teníamos 50.000 euros para todas las bibliotecas de Navarra y ahora tenemos 150.000 euros. Es el triple, pero quiero ser honesta y creo que tenemos que aspirar a lo que teníamos hacia 2009, que eran 600.000. En resumen, el dinero es fundamental, pero siempre hemos dicho que la organización y planificar qué quieres hacer con él es más importante.
Una de las denuncias habituales de Asnabi era que el Servicio de Bibliotecas carecía de rumbo.
-Así es. Y ahora hemos tenido la oportunidad de ser nosotros quienes marquemos las directrices, y las hemos puesto por escrito en un plan de acción que refleja desde las leyes que nos acogen, hacia dónde queremos ir en esta legislatura... Eso sí, cuando trabajas unos años en la Administración acabas aprendiendo que lo ideal es imposible y que, partiendo de lo real -esta Biblioteca y otras 92 y este presupuesto-, vamos a hacer lo posible en el período que podamos trabajar pensando en lo que puede ser ideal y ya yo misma añado en lo que puede ser fantástico.
Ha estado muchos años en el lado de los bibliotecarios, como profesional, pero también como representante de sus compañeros, ¿le costó mucho dar el paso y ponerse al otro lado?
-(Ríe) Cuando acepté no sabía realmente la dimensión de trabajo por hacer y de las implicaciones que tenía estar dentro de la estructura de un gobierno. Pero por el lado profesional me pareció que era coherente aceptar. Si durante muchos años puse voz, junto a muchas más personas, a las demandas del personal bibliotecario, sería una falta de honestidad no trabajar en ellas. En la vida hay que tener compromisos, ya sean personales o familiares, pero también puede ser un compromiso con la profesión. Quería ser honesta con la profesión y sincera conmigo misma.
¿Y qué ha cambiado en su vida desde el 4 de septiembre en que fue nombrada a esta parte?
-Ha cambiado mucho mi vida personal, pero procuro que no cambien dos valores: la coherencia (profesional) y la honestidad (personal). Además, ahora tengo más información y otros datos para analizar las cuestiones con más perspectivas.
¿Cuándo empezó a trabajar en las bibliotecas de Navarra y qué periplo ha seguido?
-Ahora mismo voy a cumplir 32 años de profesión. Cuando empecé a estudiar, solo existía Biblioteconomía en Barcelona, así que hice Geografía e Historia y después de acabar quise dedicarme, primero a la investigación, que era difícil, segundo a la enseñanza, y en aquel momento surgió la posibilidad de trabajar en la Biblioteca de Falces. Y lo que iba a ser un empleo transitorio hasta aprobar unas oposiciones a profesora de instituto se convirtió en mi pasión y en mi profesión. Después de seis años, vine a Pamplona a un proyecto ilusionante. Era un bibliobus, trabajé año y medio en la preparación y cuando íbamos a salir a los municipios, una decisión administrativa lo anuló. Y fíjate que ahora, en esta idea de trabajar con lo real, pero hacia lo ideal y lo fantástico, no descartamos disponer de un vehículo que transporte la cultura a los lugares de Navarra donde ahora no llegamos. Me parecería bonito terminar mi vida laboral con esto, sería un círculo; tendría encanto metafórico.
Y le encomendaron otras tareas.
-Como ya estaba en Pamplona, me quedé trabajando en la Red de Bibliotecas en tareas que me encantaron, como la selección de fondos infantiles, que es realmente mi pasión, y en animación a la lectura. Más tarde pasé a ocupar una unidad de dirección que me permitió conocer todas las bibliotecas de primera mano y a todo su personal. Una de las cosas más hermosas que te pasan es llegar a una biblioteca y que alguien te reciba con cariño. En los últimos años he estado en temas de automatización, páginas web... Y ahora estoy aquí.
Y, aparte de lo laboral, la defensa de la profesión.
-Así es, desde Asnabi siempre hemos intentado visibilizar esta profesión, que la sociedad la conozca, y creo que la asociación ha logrado que tengamos un respeto interesante en la vida social y política.
Y nos han presentado la figura del bibliotecario como una persona implicada, comprometida y siempre motivada.
-Cuando acepté el puesto también lo hice sabiendo que tenía la inmensa suerte de tener al lado a unas 200 personas que están deseando trabajar y tener la oportunidad de hacer visible ese trabajo. Por eso, esos pocos o muchos dineros de más que tenemos van a servir para sentirnos más juntos de lo que ya estábamos. Esa es la gran suerte de este servicio, el personal que trabaja en él.
Sin embargo, más del 80% de las bibliotecas públicas de Navarra siguen disponiendo de un solo trabajador, por lo que si se produce una baja o cualquier otra circunstancia, hay que cerrar ese espacio o, sencillamente, no puede estar abierto todas las horas que la población requiere, ¿qué se va a hacer al respecto?
-Sería poco honesto decir que la situación es mejor que hace siete meses, porque es la misma. No ha aumentado el personal. La acción más interesante en ese sentido es la de la Biblioteca de San Francisco. La diferencia respecto a los últimos meses es la actitud. Es verdad que estamos la misma plantilla, quizá pueda aumentar este año, pero sé que la voluntad de la consejera y del Gobierno es la de intentarlo. En esta fase he aprendido que no todo lo que uno quiere es posible, pero no porque no exista dinero para hacerlo, aunque no hay mucho, sino porque hay leyes ya no solo de rango estatal, sino de rango europeo que impiden que crezcan algunos capítulos de la Administración, y el de personal es uno de ellos. Esto no alivia el hecho de que, en efecto, el 82% de las bibliotecas sigan teniendo solo una persona, deberíamos tener más personal en las bibliotecas, incluida la general, y deberíamos abrir en horarios más amplios. Seguiremos trabajando para que se creen nuevas plazas y para que se abran líneas de trabajo nuevas que consistan en implicar a los ayuntamientos en la prestación del servicio. La firma de nuevos convenios con los ellos es un objetivo importante para esta legislatura.
Será una negociación compleja.
-Lo sabemos. Esos convenios con los ayuntamientos están sin revisar desde 2004. Es momento de sentarse con la Federación Navarra de Municipios y con ayuntamientos tan grandes como el de Pamplona. La solución a la que llegamos para San Francisco tuvo una consecuencia fantástica y es ver la buena sintonía que tenían el Ayuntamiento de Pamplona y el Gobierno de Navarra en el tema bibliotecario. Ahora toca seguir trabajando, porque la capital navarra tiene once bibliotecas y seguramente no será fácil delimitar competencias y buscar más dinero, pero, como diría, Michael Ende, el de la Historia interminable, esta historia ya será contada. Diseñar nuevos acuerdos es importante para que las bibliotecas tengan una financiación más equilibrada y puedan prestar mejores servicios.
En las estadísticas de 2015 un dato llama la atención, y es el descenso del préstamo en un 4% respecto a 2014, ¿a qué podría deberse?
-Los datos estadísticos responden a realidades, y la realidad es que en los últimos cinco años el crecimiento en presupuesto ha sido ninguno. Sin embargo, ha crecido la demanda y el número de personas inscritas, de visitantes y usuarios. Las personas vienen más a las bibliotecas, pero no tenemos tantos fondos para atenderles o tenemos casi los mismos, de modo que el préstamo también baja porque no tenemos oferta. Tendremos que ver si el descenso continúa cuando empecemos a mejorar la oferta, y no solo en cuanto a cantidad. Queremos romper la tendencia solo libraria e incorporar otros recursos como las publicaciones periódicas.
Periódicos, revistas...
-El libro, el CD, el audiovisual son elementos de información cultural y de conocimientos que tienen unos precios asequibles, pero la publicación periódica es mucho más cara para los ciudadanos, y la biblioteca pública tiene que cubrir esa necesidad. Los usuarios las demandan, pero nuestras hemerotecas están prácticamente vacías. Es muy caro mantener cuatro periódicos en proporción con otros materiales, porque son totalmente efímeros. Tenemos la intención de crecer en ese sentido, nutrir nuestras hemerotecas, porque, además, serán lugares físicos a los que la gente vendrá. También queremos que nuestras colecciones se diversifiquen en soportes, en formatos -libro electrónico- y en lenguas. Debe prestarse más atención al euskera tanto en los fondos, como en la presencia en nuestras actividades, como en nuestra comunicación... Es un eje de trabajo, una estrategia y un derecho.
¿Cuál va a ser el papel de la biblioteca a medio y largo plazo en un mundo tecnificado en el que la información está al alcance de un clic?
-La biblioteca siempre está en proceso de cambio, aunque hay aspectos propios que nos definen de manera permanente, y es nuestro papel como intermediarios. Ya hace muchos años Ortega y Gasset escribió un discurso de referencia en el que hablaba del bibliotecario como un filtro en la maraña del mundo de la información. ¡Imaginemos lo que diría ahora! Nuestro papel sigue siendo el mismo, aunque es cierto que seleccionar cada vez es más complicado. El mundo que se ha abierto para las bibliotecas con Internet es un reto, pero tremendamente atractivo, para el que todavía nos estamos formando. Sabemos que parte de nuestros usuarios vienen por la conexión, y algunos también por las máquinas. Al final, la biblioteca es un lugar de acceso a la información física porque les proporcionamos conexión y ordenadores, y seleccionada, porque tenemos que cribar la información que está en la red para que les sea más práctica. Deberíamos hacer una selección y dar orientación sobre páginas donde la información sea fiable. Google solo es un buscador y hay herramientas de posicionamiento, así que hay que saber que lo primero que sale no tiene por qué ser lo mejor, lo que ocurre es que han conseguido que se nos instale esa idea en la conciencia colectiva.
El mundo virtual es un reto para todos, pero quizá más para edificios como las bibliotecas, ya que la información mayoritariamente ya no está en sus estanterías.
-Así es. Y por eso también está muy bien lo que ha hecho Navarra, que es construir excelentes edificios. Los tenemos, no hay que pelear ya en ese sentido, y ahora podemos dedicarnos a llenarlos de contenidos. Tienen que ser espacios físicos de encuentro con la información y con las personas. La biblioteca es un mundo de conexiones tanto humanas como digitales. Y aquí su papel como elemento de integración social es fundamental. Ahí tenemos un campo que se está mostrando imprescindible; todavía no lo estamos trabajando mucho, pero lo vamos a hacer.