pamplona - El dolor humano fue lo que inspiró a Javier Corres su nueva novela, El crimen redentor, que se presenta mañana a las 19.30 en Civican. Narra la historia de un asesino de mujeres, con la peculiaridad de estar contada en primera persona, desde su mente. “El objetivo es que entre dentro de las coordenadas mentales del lector, para entender sus cortocircuitos”, explicó.

El personaje que presenta es un hombre que busca acabar con la muerte, “matarla”, y que por eso acaba con la vida de los seres que mejor encarnan esa vitalidad, que son “las mujeres”. Por eso y porque son seres “más débiles” que el asesino, son “más fáciles de matar”. Este aspecto de la obra es una denuncia del autor hacia la violencia de género que inunda el noticiario, el cual gusta Corres de seguir, como comentó: “Me nutro mucho de las noticias; la reiteración del crimen en este mundo es ya insufrible, te quita el oxígeno un día tras otro”.

Javier Corres, natural de Altsasu, confesó que escribe “desde pequeño”, porque lee desde entonces, y “son actividades complementarias”. Para él, la escritura es “una actividad necesaria para vivir”, para expresar su relación con el mundo de alguna manera. Prueba de esta pasión desde una temprana edad es que ganó con 14 años, cuando estudiaba en los Jesuitas de Vitoria, el Premio Nacional de Relato Breve para jóvenes, con Villancico a un Cristo gitano.

Además de relato breve, como el que publicó en 1991, Homodios, el escritor ha publicado también poesía, teatro y novelas, que prefiere escribir porque “es una escritura más minuciosa, ahondas más en los temas. La poesía es un fogonazo y la narrativa te permite una expresión más dilatada, es algo que va paulatinamente”. A esta variación en la escritura le acompaña una diversidad en la lectura, ya que Corres aborda todo tipo de libros, como biografías de asesinos, algunos de los cuales menciona en El crimen redentor. “He leído vidas de criminales célebres del siglo XX, en las que siempre encuentras una línea básica, siempre actúan contra sí mismos”, señaló el autor.

Confesó también que se siente atraído por estas historias criminales -cuyo autor favorito es el sueco Henning Mankell-, porque son extremas, y se mueven “en el mundo del límite”, que no debería existir porque “uno tiene que saber lo que está bien o mal, lo que es correcto y lo que no lo es”.

una novela “psicológica” Así es como la define Corres, porque tanto él como el lector, se ponen en la cabeza del criminal, que es un “enfermo” y tiene una personalidad contradictoria, porque “necesita calma”, a pesar de ser él el que acabe con ella con sus asesinatos.

En esa búsqueda de la paz espiritual del protagonista, que incluso se retira a vivir solo, el escritor quiere hacer un llamamiento a que esto es “más urgente que nunca en las sociedades occidentales”, porque el individuo solipsista, e incluso narcisista a veces, debe “ahondar en la idea de la cultura y solicitar una parada”. Expresa así el dilema entre cuerpo y alma que vive el protagonista, “atormentado”, que no es otro que el dilema de la sociedad actual “tan materialista”, porque “somos pobres en un mundo tan complejo, inabarcable”.

Javier Corres, que presenta mañana esta novela que relata minuciosamente los recovecos de un crimen, está trabajando también en la escritura de Las voces del diablo, que narra la historia de un joven navarro de 20 años que emigra a Londres en los años 80 huyendo de las drogas que acaban con la vida de sus amigos, y que “no es totalmente autobriográfica, aunque sí en parte”. Esta es la principal actividad a la que Corres dedica su tiempo, la escritura, aunque también están el cuidado de Fidel-etxea, huerto que cultiva en memoria de su padre y la adaptación en Madrid de su obra de teatro Habitáculo con fisuras.