pamplona - Hablar de la realidad partiendo de una fantasía. Por contraste. Es la intención de Aitor y Amaia Merino con su nuevo documental, Fantasía, un proyecto en torno a la familia seleccionado por el programa Ikusmira Berriak de apoyo a propuestas audiovisuales innovadoras. Este reconocimiento ofrece unas cuantas ventajas a los autores, de entre las que destaca una residencia tutelada en Tabakalera Centro de Cultura Contemporánea de Donostia, que estos dos creadores llevarán a cabo entre los próximos 15 de agosto y 25 de septiembre.

Durante este período, los hermanos Merino, que acometen un nuevo trabajo conjunto después de Asier ETA Biok, abordarán un intenso proceso de investigación acerca del material que ya tienen grabado, casi el 70% del total, y que gira en torno a sus padres, Kontxi e Iñaki, y a lo que supone la distancia, la vejez y la perspectiva de la muerte que llegará antes o después. También habla “de lo que no sale perfecto”, es decir, de los planes que uno hace y la vida se encarga de trastocar, y de las relaciones personales y emocionales. Así lo explica Aitor Merino, “muy contento” con la oportunidad que les ofrece Ikusmira, ya que, además de la residencia, les acreditará para realizar un pitching este año en el Festival de Cine de San Sebastián, donde estrenarán la película en 2017. Fantasía fue uno de los cuatro proyectos escogidos de entre los 37 recibidos por un comité asesorado por Paz Lázaro, directora de programación de la sección Panorama del Festival de Berlín; la productora y fundadora de Hi Film Productions, Ada Solomon, y el director Sergio Oksman. Los tres se desplazarán a la capital guipuzcoana para supervisar el desarrollo de las propuestas.

un viaje idílico En el caso de los Merino, la suya fue seleccionada dentro de la categoría de realizadores de la Comunidad Autónoma Vasca. Y es que, aunque crecieron en Pamplona, nacieron en Donostia y vivieron los primeros años “muy cerca de la zona de Tabakalera, así que nos hace especial ilusión”, dice el director, que cuenta que, al igual que sucedió con su primer documental, la idea de este “también fue de Amaia”. “El año pasado nos reunimos mis aitas, mi hermana y yo para hacer un viaje que llevábamos tiempo soñando, pero que por nuestra situación -Amaia vive en Ecuador, los aitas en Pamplona y yo en Madrid- no conseguíamos hacer”. Por fin, lograron coincidir todos y partieron desde Barcelona en un crucero que les llevó por Marsella, Génova, Nápoles, Sicilia... “Fue una semana preciosa en la que mis padres se reencontraron de una manera romántica como hacía mucho tiempo que no se reencontraban y mi hermana y yo de algún modo volvimos a la infancia y nos dejamos mimar como niños”. Antes de todo eso, Amaia había retado a su hermano a llevar la cámara. “Lo del crucero nos parecía una idea tan pintoresca que empezamos a grabar todo lo que se nos ocurría, hasta que nos dimos cuenta de que la atención se nos iba a nuestros padres, a observarles con una mirada afectuosa”, comenta Aitor. Al finalizar las vacaciones, los cuatro volvieron a su vida diaria, “pero Amaia y yo vimos que teníamos un material precioso y queríamos seguir trabajando e investigando en esa línea”, y titularon el proyecto Fantasía, como el barco que les condujo por el Mediterráneo. “Un pedazo de buque de 300 metros de eslora, de 14 pisos, que parece un rascacielos tumbado y donde te tratan como si fueras un millonario de postín... Todo es idílico allí”. Pero no es real. Por eso Fantasía, “porque queremos hablar de la realidad”.

Esa mirada más sobre la vida cotidiana comenzó a abrirse paso en las pasadas Navidades, cuando Aitor volvió a Pamplona y siguió grabando a sus padres. “Amaia no estaba, yo normalmente no suelo estar y ahí empezamos a introducir la cámara en lo que su auténtico día a día. La idea era contrastar ese viaje idílico con la realidad diaria de nuestros aitas, que tienen una relación llena de amor, pero donde también hay problemas enquistados y muchas otras cuestiones, incluida la vejez y lo que conlleva, que poco tiene que ver con la vida ideal, más propia de un crucero”, indica el director. Y sigue: “El proyecto al final habla sobre la familia y sobre lo que no sale perfecto, sobre la crudeza de la realidad y sobre lo que uno planea y no se cumple, y también sobre la perspectiva de la muerte, sobre la que a nadie le gusta hablar, pero que está ahí”. Tampoco pierde de vista el proyecto “que somos una familia peculiar”. Y es que, “pese a las distancias, al hecho de que Amaia se fuera de casa a los 17 años y yo a los 15 y a que, aunque Amaia y yo tenemos pareja, no hemos tenido hijos, el núcleo familiar seguimos siendo los cuatro, y estamos muy unidos”, señala Aitor, que revela que sus padres se han enterado “hace muy, muy poco” de lo que se gestaba a su alrededor.

en equipo “Cuando nos dieron el premio Ikusmira ya nos dimos cuenta de que el proyecto iba en serio, pero mucho más aun cuando entró como productora Ainhoa Andraka y Doxa Producciones, con la que ya hicimos Asier ETA Biok”, así que había que decírselo. “Se quedaron bastante sorprendidos, debe ser un shock incluso que esté hablando de ellos en esta entrevista, pero están encantados con la idea, confían totalmente en nosotros y saben que lo vamos a hacer con todo el amor del mundo, aunque también que afilaremos la mirada”.

A diferencia de lo que pasó con Asier ETA Biok, que Amaia y Aitor empezaron solos, esta vez Doxa se suma desde el principio. “Nos entendemos muy bien con Ainhoa, es raro encontrar a un productor que se involucre tanto, así que empezamos fuertes”. Y más teniendo en cuenta los beneficios de Ikusmira. “La idea es terminar la residencia con una primera versión de montaje, aunque sabemos que después aun nos quedará mucho trabajo”. Eso sí, el estreno será en el Zinemaldia del año que viene.

Aitor y Amaia vuelven a trabajar juntos y eso tiene mucho que ver con “lo bien que nos entendemos”. “Compartimos una misma forma de ver el mundo y el mismo sentido del humor”. Además, “nos complementamos, ella ve cosas que yo no y al revés”. Y, como sucedió con su película anterior, “no sabemos adónde nos va a llevar el proceso, pero seguro que a lugares interesantes para nosotros y esperamos que también para el público; al final, todos tenemos padres y venimos de algún sitio”, apunta Aitor, consciente de que mostrar la intimidad tiene sus riesgos. “Pero ahí está también parte del valor de este trabajo; el hecho de hablar de tus padres y de ti mismo te obliga a hacer un ejercicio de rigor, a ser absolutamente honesto y a no tener miedo a mostrar cosas tuyas que normalmente no muestras”.

Cruceros e inmigrantes

Título del proyecto. Fantasía.

Directores. Aitor Merino y Amaia Merino.

Producción. Ainhoa Andraka, Doxa Producciones.

‘Ikusmira Berriak’. Es un proyecto impulsado por el Zinemaldia, Donostia Kultura, Donostia 2016 y Tabakalera. Además de Fantasía, el comité seleccionó: Loba, de Kiro Russo, en la categoría de Encuentro Internacional de Estudiantes de Cine; Calipatria, de Gerhard Treml y Leo Calice, para Clermont-Ferrand, y Suro, de Mikel Gurrea, en Kimuak.