pamplona - La memoria como clave para recuperar la verdad, sus raíces, sus orígenes, su familia... Orígenes desembarca mañana en el escenario del Teatro Gayarre de Pamplona tras un arduo trabajo previo de investigación, de bucear en la realidad de aquellos que han perdido la memoria para sostener con argumentos una obra que lanza al espectador hacia una ola tragicómica que tiene como punto de partida la siguiente pregunta: ¿quién soy yo y de donde vengo?
La función se representará a las 19.00 horas y el precio de las entradas es de 8 euros.
Alexia Papantchev, directora, actriz y creadora de la idea original; Imanol Espinazo, mirada exterior y codirección; y Luis Alberto Rodríguez, actor, fueron los encargados ayer de mostrar la cara oculta de esta producción y de ofrecer las claves que la sustentan en escena.
Alexia fue la responsable de poner inicialmente en contexto Orígenes. “Cuando se fundó nuestra compañía, teníamos cierta obsesión con el tema de la familia, así que hicimos un primer espectáculo que versaba sobre la parentalidad, del antes y después de tener un hijo. Orígenes es la segunda parte de esta historia, en la que el hijo ya ha crecido, tiene 18 años... Y nosotros nos preguntábamos cómo se puede hablar a un hijo del pasado y de las cicatrices que tiene la familia”.
Para sostener con fidelidad esta obra, Alexia apuntó que “hemos entrevistado a gente que no tenía acceso a su pasado, como niños adoptados o personas que han perdido la memoria después de un accidente; pero también a gente de tercera generación, tras un exilio, que han perdido la lengua de origen, lo que te impide conocer tu pasado, ya que una lengua es una cultura pero también el acceso a toda una historia. Con todos esos testimonios empezamos a escribir Orígenes, pero también partiendo de la improvisación actoral con Luis, y aportando las experiencias propias que creíamos podían casar con la función”.
Este domingo será el estreno del espectáculo, aunque previamente la compañía ha disfrutado de residencias en localidades navarras como Zizur, Bera, Villava o Noáin, así como en Hendaya, de hecho, la producción está apoyada por el programa Mugalariak de Donostia 2016 y por la propia ciudad de Hendaya, entre otros.
En este sentido, Alexia matizó que su razón de ser es “hacer teatro pero, a su vez, estar en permanente contacto con la gente. Esto nos lleva a realizar muchas mediaciones, es decir, realizamos talleres y trabajos con la gente a raíz de la temática del espectáculo; mediaciones que hemos realizado en cada lugar que hemos visitado e incluso hemos ido más allá, trabajando con los objetos memoria, que son aquellos que al tocar y oler nos permiten recordar cosas. Todo este material es el que ha alimentado nuestro trabajo”.
En este sentido, Imanol Espinazo explicó que esa mediación artística se centra principalmente en el trabajo que realizan en “institutos, centros de la tercera edad... Todo esto consigue que el espectáculo sea I+D+I, que no sea solo una obra de teatro, sino que aporte otras variantes que ofrecer a la sociedad, algo que para nosotros es muy importante”. Una matización respaldada por Alexia: “Queremos que este espectáculo no pertenezca solo a la compañía sino también a la gente. Hacemos referencia a una temática que puede ser personal, pero no me interesa hablar solo de mí, sino de todos los demás. Por eso, a raíz de las entrevistas con diferentes personas que habían perdido su pasado, hemos encontrado una voz colectiva”.
Estética y personajes Imanol Espinazo detalló que “en escena hay dos actores que representan muchos personajes. Por ejemplo, Luis, que representa al hijo cuya madre ha tenido un accidente y ha perdido la memoria, que es el punto de partida de la obra; la transformación de sus personajes, y los de Alexia, es la que va generando la estética propia del espectáculo, viajando de un lugar a otro en un espacio de tiempo muy pequeño. Proponemos un teatro muy cinematográfico, de imágenes, lo que nos da muchos recursos. Digamos que tenemos dos líneas de trabajo. Por un lado las escenas que ocurren y, por otra parte, se rompe la cuarta pared para ofrecer una narración directa al público, en la que se da cuenta del estado emocional de cada personaje. Esto es algo que nos gusta mucho porque nace de una parte de nuestro trabajo que nos encanta, que es la de contar...”
Por su parte, Luis, respecto al personaje del hijo, apuntó que sufre dos cambios importantes. “El de la adolescencia a la adultez, y el de rol, ya que a partir del accidente de su madre digamos que se intercambian los papeles. Además de que hablar de los orígenes me parece algo muy interesante, y eso sucede por que en el escenario se encuentran dos nacionalidades diferentes, con acentos distintos. Para poder pertenecer a un lugar tienes que entrar en su cultura, pero, a su vez, al menos yo así lo siento (Luis es mexicano pero vive en Francia) esa cultura tiene miedo a aceptar lo diferente. Y eso le sucede a mi personaje, que está en busca de sus raíces”.