“Sigo enamorada de mi profesión, la danza es el motor de mi vida”
La Escuela Profesional de Danza Almudena Lobón cumple 35 años. Buen momento para repasar una trayectoria repleta de éxitos propios y de sus alumnos
pamplona - ¿Qué queda de la Almudena que se instaló en Pamplona hace 35 años y qué ha ido ganando por el camino?
-Tenía 21 años cuando llegué a Pamplona para abrir mi propia escuela. No recuerdo con claridad que esperaba conseguir en un futuro o si esperaba algo, pero lo que sí que tengo claro desde hace algún tiempo es que he conseguido más de lo que podía haber imaginado. ¿Qué he ganado? Muchos conocimientos. He aprendido muchísimo... Y, bueno, también con el paso del tiempo he visto que sigo enamorada de mi profesión, la verdad es que puedo presumir de que no existen para mí momentos de rutina o aburrimiento en el trabajo.
¿Cuáles han sido y son esas premisas siempre presentes en sus clases?
-Creo que es fundamental la honestidad a la hora de enseñar, la complicidad con el alumno, la confianza, que las clases y ensayos sean diferentes día a día, que los alumnos entiendan fácilmente todo lo que estás trasmitiendo, que piensen, que analicen cuáles son sus puntos débiles y que sepan solucionarlos con los conocimientos que yo les he ofrecido, que sientan cuando bailen; porque si no lo sienten, difícil podrán llegar a proyectar al público ni trasmitir emociones a través de su movimiento. Que sean rigurosos, que trabajen sus ejercicios para alcanzar una forma física óptima. Por último, y no por ello menos importante, mucha caligrafía, es decir, repetir y repetir hasta la saciedad, para lograr conseguir que lo difícil resulte fácil y natural.
¿Siempre tuvo claro que quería dedicarse a la docencia una vez finalizada su carrera como bailarina?
-Desde que tengo uso de razón tuve clarísimo que quería ser bailarina, pero, siendo todavía muy joven, empecé a dar clases a la vez que me formaba, y he de reconocer que me gustó muchísimo. Además, valía para ello, y era muy gratificante ver que los alumnos, a veces mayores que yo, me respetaban y obedecían mis instrucciones y admiraban mi profesionalidad. No fue fácil la decisión de dejar de bailar. Quizás fue el resultado de una adolescencia muy intensa y en cierto modo mal gestionada. Por eso mismo en mi trabajo cuido muchísimo a mis alumnos, para que puedan tomar decisiones sobre su futuro de manera consciente y sopesada.
¿Qué papel juega una maestra en la carrera de un bailarín?
-El papel del maestro en la formación de un bailarín es crucial. Si nos referimos a un estudiante del curso para profesionales, la relación que existe es prácticamente de madre a hijo/a. Le contarás tus experiencias para acelerar su aprendizaje, los trucos; le enseñarás a que aprenda de sus errores, reconocerá la importancia de ir despacio, pero sin detenerse... todo esto y mucho más debe saber transmitir un buen maestro, en una entrega total. Hay veces que me siento exprimida. Es agotador, pero también muy gratificante.
¿Cuáles son los maestros que más le han influido?
-La persona que más ha influido en mí por lo que a danza se refiere indudablemente ha sido mi maestra, doña María de Ávila. Podrás tomar clase con muchos otros profesionales, pero tu maestra es la que marca tu forma de entender este arte. He tomado clase con Víctor Ullate, Lola de Ávila, Carmen Roche, Luis Fuentes, Ana María Górriz, Cristina Miñana, Carmina Ocaña, Raissa Kuzniekova, David Howard, etcétera, y con más de una veintena de profesores de danza contemporánea y jazz. ¡Claro que de todos aprendes! Vas creciendo como intérprete y como persona y vas captando de cada uno su esencia, además del estilo, técnica, etc. Pero he tenido el privilegio de aprender con la mejor y con su hija, Lola de Ávila. Las dos se complementaban y con los años he podido comprobar que tuve la mejor formación.
¿Por qué decidió instalarse en Pamplona siendo de Zaragoza?
-Como he dicho, no fue fácil decidir dejar de bailar, ya que me zambullí en el mundo de la danza muy joven, lo tenía muy claro y fui a por todas. A los 19 años -apenas estuve un año- dejé el Ballet Clásico Nacional, que hoy se denomina Compañía Nacional de Danza. Seguí tomando clases en Zaragoza, preparándome para una audición para el Stuttgart Ballet, que me había invitado; a la vez daba clases a niños, adolescentes, adultos... Y finalmente mi vocación de docente pudo con la de intérprete, así que decidí no ir a Alemania y abrir mi propia escuela. Por respeto a mi maestra, me marché de Zaragoza. Pamplona me pareció una ciudad ideal, además de que me permitía estar relativamente cerca a mi familia.
Hace cuatro años, con ocasión de otro 35 aniversario, el de la CND, participó en un proyecto interesante, ImposibleDanza.
-La idea era crear una compañía formada por excomponentes de la CND para actuar en los actos conmemorativos. Fue un momento muy gratificante, experimenté tantos sentimientos que me resulta difícil expresarlo con palabras: emoción, alegría, nostalgia... El encuentro con mis compañeros de la CND que no veía desde más de 30 años, con los que conocí de generaciones posteriores, estar en la sede de la CND con los bailarines de la actual formación... Y si además añades que a veces ensayábamos bajo la atenta mirada de José Carlos Martínez... A pesar del cansancio con el que salía los domingos de los ensayos, valió la pena. Guardo un recuerdo imborrable de esa experiencia.
¿Qué le parece que se haya otorgado el Premio Príncipe de Viana a José Láinez y Concha Martínez?
-A los Láinez no los conocía hasta que llegué a Pamplona. Son de un par de generaciones anteriores a mí y, además, no hemos coincidido en nuestras trayectorias. Creo que han tenido mucha suerte, supieron aprovechar el lugar y el momento ideal para poder realizar sus proyectos con los apoyos de la Administración. Esto me parece aplaudible. Sobre el Premio Príncipe de Viana, me parece bien que se reconozca la labor de personas del ámbito de la danza.
¿Se ha sentido reconocida por la Comunidad Foral de Navarra? ¿Tiene alguna espinita clavada en ese sentido?
-¡Ja, con esta preguntita tiras a dar! Creo que en estos 35 años de actividad ya he demostrado todo lo demostrable. Me conoce mucha gente, aunque sea de oídas. La Administración también me conoce y supongo que reconoce la calidad de mi trabajo, ya que mi compañía, Aldanza, siempre ha sido contratada para las temporadas de danza del Gobierno de Navarra. Sin embargo, a pesar de tanto reconocimiento, a la hora de la verdad, las subvenciones se las dan a otros, si no es por una cosa es por otra. Cambian los gobiernos, pero para nosotros nunca hay dinero suficiente.
¿Cuántos alumnos habrán pasado por su centro en estos 35 años?
-Es difícil de calcular, porque la mayoría de los alumnos permanecen una media de 8 años, por lo tanto, hay una gran mayoría que repite. Aproximadamente, habrán sido unos 7.000 alumnos en estos 35 años.
¿Cómo ha evolucionado el perfil del alumnado en todo este tiempo?
-Las generaciones han ido cambiando a lo largo de este tiempo, los alumnos de ahora tienen más prisa, quieren bailar enseguida con el mínimo esfuerzo. En general a los niños los veo más dispersos que antaño y con menor capacidad de concentración, aprenden a base del esfuerzo del maestro. Por suerte, siempre hay excepciones. Sin embargo, hay mucho interés en la gente mayor por la danza y las clases de adultos están a reventar. También tengo que matizar que los alumnos que deciden pasar al nivel profesional tienen unas ideas muy claras de lo que quieren hacer y con ellos es todo más fácil. Hoy en día, gracias a Internet, disponen de un importante fondo donde estudiar los estilos de los mejores intérpretes y aprender de ellos.
Muchas bailarinas/es que han salido de sus clases han continuado sus carreras en otros centros estatales e internacionales y han bailado en importantes escenarios.
-Recuerdo con nostalgia la primera bailarina que formé profesionalmente, Ana Isabel Albero. Hizo una carrera meteórica: la presenté por libre a todos los exámenes en dos convocatorias ante el Conservatorio Oficial de Danza de Madrid, donde obtuvo el título de bailarina profesional por el MEC, con sobresaliente en todas las asignaturas. Terminada la selectividad, salió de mi escuela con 18 años después de haber ganado varios premios en concursos y a entró directamente a la Compañía Nacional de Danza, bajo la dirección de Maya Plisetskaya. Después vinieron muchos más como, por ejemplo, Bertha Bermúdez, la más internacional de todos mis alumnos. La presenté al mayor y mejor concurso de danza del mundo, el de Lausanne, cuando tenía solo 16 años, y ganó. Allí se la rifaron, la querían en todas las compañías y finalmente eligió el ballet de Maurice Béjart, donde a los dos meses ya compartió escenario con la mismísima Sylvie Guillem. Podría mencionarte a muchos más, como Paula Mendívil, que estuvo en el Ballet Mediterráneo con Fernando Bujones, entre otros... Todos mis alumnos del curso para bailarín profesional salieron de mi escuela sobradamente preparados para acceder, como hicieron, a grandes compañías y ballets. Todo esto hace que me sienta muy orgullosa de todos ellos y de mi trabajo.
¿Mantiene contacto con las alumnas/os que se han hecho profesionales? ¿Trabaja alguna en su escuela?
-Claro que sí. Con la mayoría sigo en contacto gracias a las redes sociales. Desde siempre he contado para mi equipo con bailarines/profesores formados por mí, para garantizar la misma metodología de trabajo en todos los niveles y cursos. Es una característica distintiva de mi escuela. En este momento tengo a mi lado a Cristina Del Pozo, bailarina principal de Aldanza y docente sobradamente preparada, ya que, después de terminar su formación conmigo, logró acceder a la carrera superior de Pedagogía aplicada a la Danza en el Conservatorio de María de Ávila de Madrid. Fue la única alumna procedente de una escuela privada y, además, primera de su promoción. Además cuento con la ayuda de Teresa Torres, también componente de Aldanza.
¿Hay cada vez más niños apuntados al centro, se están diluyendo los prejuicios de los chicos ante la danza o queda mucho por hacer en ese sentido?
-Los prejuicios están ahí, aunque quizás se vayan haciendo cada vez menos fuertes y, desde luego, completamente vacíos de argumentos. Tengo la suerte de que en mi escuela siempre he podido contar con la presencia masculina, aunque claro que en un número muy inferior al de las chicas. Eso me ha permitido, por ejemplo, ofrecer una preparación en la técnica de pas de deux imprescindible para la carrera profesional de ambos. Disponer de bailarines varones ha supuesto, además, un importante lucimiento en las producciones que presento. Es interesante ver cómo la gran mayoría de los niños que han estudiado conmigo finalmente se han dedicado profesionalmente a la danza. Por ejemplo, Nacho Blasco, Joseba Herro, Egoitz Segura, Iñaki Cobos, David Mejías, Marcelo Martínez, entre otros.
¿Siente que ha renunciado a muchas cosas en la vida por la danza? ¿Le ha compensado?
-No, rotundamente no. No he echado en falta nada. He bailado, he viajado, tengo un marido y dos hijos estupendos. Quizás me falte algo de tiempo para mí, pero desde luego mi profesión me llena mucho y la danza es el motor de mi vida. No la concibo sin ella.
Datos sobre Almudena Lobón y sobre su escuela. En la página web www.almudenalobon.com hay abundante información sobre la formación ofertada.
“La sede de la escuela es la misma desde 1982”
La sede de la Escuela Profesional de Danza Almudena Lobón es la misma desde 1982, en la avenida de Barañáin, 15 de Pamplona. “No creo que sea fácil encontrar bajeras tan grandes y sin columnas en zonas tan céntricas como esta. Una situación privilegiada para poder impartir clase en las mejores condiciones”, afirma la maestra.