“La sociedad española sigue deformando la realidad y siendo totalmente esperpéntica”
El salmantino inaugura la figura del director invitado en esta edición del festival en la que mostrará dos de sus trabajos recientes, ‘Luces de bohemia’ y ‘Hamlet’.
pamplona - Los espectáculos que abrirán este año el ciclo de La Cava cuentan con dos nombres en común: Alfonso Zurro y el Teatro Clásico de Sevilla. Además, el autor y director ofrecerá el taller Creación e interpretación en el personaje del 30 de julio al 2 de agosto en la casa de cultura. Y mantendrá una cita con el público el viernes 3 en el mismo espacio. “El encuentro, el diálogo, el intercambio de dudas, de sueños de inseguridades me gusta; es bueno para todos, para el teatro”, dice.
A pesar de los años de oficio, ¿asusta enfrentarse a la genialidad de Valle-Inclán?
-Asusta muchísimo. Valle es el gran autor español del siglo XX y es muy difícil poner en escena una obra suya, y más si es una tan emblemática y tan fundamental en la historia del teatro español como Luces de bohemia. Poner cualquier obra sobre un escenario tiene su complejidad, pero, claro, Valle se lleva la palma.
¿Cuáles son las dificultades principales que entraña subir a las tablas uno de sus textos?
-El lenguaje. Valle lo trabaja, lo recrea, lo modifica, lo altera, utiliza la forma de hablar de las clases más bajas, le aporta unas claridades y unas cualidades diferentes... Los diálogos también son muy especiales y muy distintos y más o menos coloquiales dependiendo de los personajes.
Luces de bohemia se ha montado en diversas ocasiones, ¿cuál es su apuesta y la del Teatro Clásico de Sevilla con este montaje?Luces de bohemia
-No creo que se haya montado tantas veces. De hecho, creo que a Valle se le monta poco, deberíamos hacerlo más a menudo. Luces de bohemia tiene sus dificultades partiendo ya de la cantidad de personajes que tiene, así que quizá es por eso que no haga tanto. En cualquier texto que trabajo para mí lo fundamental es el autor, lo que nos está queriendo decir. No quiero traicionarle ni inventarme cosas que no diga el texto. En Luces de bohemia ha consistido más en eliminar ciertos localismos de la época, referencias a personajes y a asuntos concretos que ahora no nos dicen nada o que para saber algo de ellos tendríamos que recurrir a la Wikipedia o ni eso, más bien a la hemeroteca del Madrid de la época. He limpiado eso para que la obra fuera más cercana y también he movido la estructura, introduciendo un pequeño detalle al principio para que el espectador tenga una sensación de historia circular. Y hasta ahí puedo contar (ríe).
Creo que también ha colocado la historia fuera de tiempo, aunque realmente Luces de bohemia
-Lo importante que tiene el gran teatro es que, en el caso, por ejemplo, de Luces de bohemia trata de un momento histórico y de un lugar muy concreto, que es Madrid de los años 20, pero de pronto se expande, se abre, va a pasar el tiempo sobre ella y va a seguir hablándonos de lo mismo a hombres y a mujeres. Esto es lo que ocurre con los clásicos. Como La Casa de Bernarda Alba, que sucede en un pequeño pueblo de la Andalucía profunda, pero lo que cuenta es universal. Es lo que tiene el teatro eterno, el gran teatro, que te habla de toda época y de toda lugar.
Además, en el caso del esperpento se diría que la sociedad española está abonada a él.
-El esperpento fue un género literario que debemos a Valle-Inclán y además es una palabra que utilizamos de manera común, y de la misma manera que pasa en la obra, que habla continuamente de los problemas de España, ahora mismo la sociedad española muchas veces tendría que releer estos textos para verse reflejada en esos espejos cóncavos y convexos que nos deforman porque seguimos deformando la realidad y siendo totalmente esperpénticos.
Decía director del festival también que si Valle levantara la cabeza no tendría mucho que inventar; si acaso cambiar nombres de personajes... ¿Qué cree que pensaría de la sociedad actual?
-Bueno, la época que le tocó vivir a Valle fue muy problemática, con levantamientos y asonadas, golpes de Estado... Murió cuando empezó la Guerra Civil, así que tela marinera lo que le tocó vivir. Si tuviera que retratar esta época, lo haría con la misma capacidad que tuvo entonces. Hoy también necesitamos a grandes autores que sepan ver desde el otro lado del espejo, más allá, para poder descubrirnos perspectivas diferentes de la realidad. Nuestro arte tendrá que reflejar los momentos que vivimos actualmente con una inteligencia que a nivel cotidiano ahora mismo los ciudadanos de a pie no somos capaces de proyectar.
¿Qué me cuenta de Max Estrella, qué significado tiene ese personaje ya eterno?
-Max Estrella es un trasunto de un personaje que existió realmente, aunque muchas veces se le asocia con el propio Valle o con cualquier creador o con cualquier artista incomprendido en una vorágine de un momento histórico muy contundente. Todos los creadores sienten un apego hacia Max Estrella porque muchas veces se han encontrado en esa situación, sumidos en esa especie de menosprecio que hay hacia la cultura, hacia el arte. Valle-Inclán ya lo dice en la obra, ‘aquí todo lo manda el dinero’, y han pasado los años y todo sigue igual. La inteligencia, el estudio y la reflexión parece que no se valoran.
¿Quién le da vida en este montaje?
-Max Estrella es Roberto Quintana, un actor extraordinario que tiene la edad ideal y la experiencia profesional perfecta para encarnar a este personaje. Cada vez que trabajo con él me supone una gran satisfacción y un aprendizaje, porque el teatro no es una actividad individual; cada uno aportamos nuestra partes que se van fundiendo y al final es una experiencia colectiva en la cual todos aprendemos de todos y todos necesitamos a todos. Lo mejor que tiene el teatro es que cuando terminas de hacer una obra, aunque haya sido muy canalla y muy difícil, muchas veces te queda la sensación de que has aprendido a ser mejor persona. Eso para mí lo llena de todo. No tiene precio.
Luces de bohemia se representará está noche en Olite junto a los muros de un castillo. Seguro que ese contexto también le da un matiz especial a la función.Luces de bohemia
-Sí, sí. Todas las funciones al aire libre son diferentes a las que se producen en un interior. En sus inicios, el teatro siempre se hizo al aire libre. Durante siglos fue así. Las grandes obras griegas, romanas, las del Siglo de Oro y otras fueron pensadas para hacerse bajo el cielo y llegó un momento en que el teatro se fue reduciendo, escondiendo y haciéndose para la burguesía, pero los teatros clásicos se construían incluso pensando en el lugar de la naturaleza, del sol... Era una comunión con el universo. Cuando haces teatro al aire libre encuentras un algo especial que no sabes muy bien qué es y que yo creo que es eso.
Después de Luces de bohemia, el 3 de agosto también traerá su Luces de bohemiaHamlet
-La primera experiencia ha sido muy buena. Shakespeare es Shakespeare, intenta abarcar el universo, entra en la humanidad de una forma totalmente propia, es el pensamiento, la duda... Todo. Nunca me habían ofrecido hacer un Shakespeare, me lo ofrecieron y me decidí a atacarlo, a estudiarlo, a trabajarlo mucho hasta que salió lo que veréis el día 3.
Esta obra sí que se ha representado mucho, ¿en qué ha querido centrarse, qué ha destacado de Hamlet
-Una de las cosas que más me preocupaba era la ambición por el poder y, por otro, no hacer un Hamlet timorato, dudoso... Mi personaje duda porque busca la verdad; necesita encontrarla para abrirse terreno ante esa ambición de poder que le rodea. Y también hemos trabajado el espacio como un elemento determinante. Con Curt Allen Wilmer, el escenógrafo, hemos partido de varias frases de la obra.
¿Cómo?
-Una de las frases es ‘puedo vivir encerrado dentro de una cáscara de nuez y sentirme el rey del universo’ y contiene la idea de un mundo cerrado que, sin embargo, puede abarcarlo todo. Otra de las frases es ‘Dinamarca es una cárcel, el mundo entero es una cárcel’. Nuevamente esa sensación de cerrazón. Ahí es donde hemos querido meter a nuestro Hamlet, introduciendo a la vez una apertura a través de espejos en los que él ve desdoblados a los personajes y también a los espectadores.
Inaugura en Olite la figura de director invitado.
-¡Lo sé! Cuando me lo dijeron no me lo creía (ríe). Estoy encantado, feliz como una perdiz.