donostia - Rebordinos se encontraba ayer en el María Cristina en la tradicional sesión de despedidas de invitados posterior a la gala de clausura de la 66ª edición del Zinemaldia que, según reconoció, han vivido con “cierta tensión” debido a la gran cantidad des estrellas estadounidenses que ha pisado la alfombra roja de Donostia.

¿Se esperaba el tono reivindicativo de la gala de clausura?

-No especialmente. Como festival nos toca ser imparciales a todos los niveles. El director del Zinemaldia no puede entrar en cuestiones partidistas. De la misma manera que nosotros no metemos política en las galas, por supuesto, los invitados tienen pleno derecho a expresar lo que quieran. El sábado hubo opiniones sobre Argentina, sobre Palestina, sobre Estados Unidos... Es parte de la libertad de expresión y parte de un festival que está vivo y un mundo que está convulso. Eso se manifestó allí como se manifiestan en muchas de las películas, como en Capharnaüm de Nadine Labaki que habla de la pobreza extrema, o como Rojo que, habla de la situación de Argentina antes del golpe de Estado.

El Zinemaldia es un altavoz.

-Tiene que ser así, para los que lo hacen a través de su cine y para los que se expresan cuando ganan un premio. Es algo que tiene que ver con la salud democrática y de la libertad expresión.

El palmarés quedó repartido, siendo la Concha de Oro para Entre dos aguas de Lacuesta, mientras que Rojo se hizo con tres premios importantes. No sé si la Concha ha sido tan unánime como se dice.

-Si algo fue unánime fue la Concha de Oro. Han discutido mucho otras películas, pero lo único que sí sé es que cuando apareció la de Isaki Lacuesta, todos ellos dijeron Esta es la película. Me lo ha contado el jurado.

¿Qué le parece el palmarés?

-La decisión del jurado siempre me parece la mejor posible porque es para que se expresen sus gustos, no los míos ni los del comité de selección. A partir de ahí, si hago un análisis frío y desde fuera, creo que es un palmarés muy bueno, porque creo que son películas sobre las que ha habido bastante unanimidad. Leyendo opiniones sobre el palmarés, creo que la gente está contenta. La película de Isaki ha gustado a nivel local, estatal e internacional. Hay gente que piensa que falta alguna, también muy discutidas y apoyadas por gente como High Life de Claire Denis. Para algunos es la mejor película del festival, para otros es un horror. Es parte del juego. Ha tenido el premio Fipresci, con lo que está dentro de las premiadas.

¿Claire Denis se marchó enfadada por irse de vacío?

-No, se fue encantada. Las impresiones son raras. Le dimos el Fipresci a las 10.00 horas, porque tenía una cita en París a la tarde. Durante los 25 minutos previos estuve con ella. Estaba encantada con la reacción del público con su película, porque en el Festival de Toronto se salió mucha más gente.

¿Cuánta gente se fue de la proyección del auditorio?

-Del pase del público del Kursaal se fueron como cincuenta y pico personas, de un total de unas 1.500. Nada significativo. Denis estaba muy contenta. Le había gustado mucho el Zinemaldia y me insistía que es un festival donde se nota que a la gente le gusta el cine. La entrega del Premio Fipresci fue muy bonita porque había mucha gente y se fue muy contenta. Quiere volver. Para nosotros ha sido un lujo tenerla. Esperemos que vuelva.

Su discurso pareció un poco serio.

-Ella es así. Es muy seca, muy intelectual e introspectiva. Piensa mucho en lo que dice. Fue muy agradable oírle hablar de la película y el porqué de cada cosa. Me estuvo hablando de Jean Jennet y de sus referentes. La nave de la película, en el fondo, simboliza una cárcel y cuando los seres humanos estamos encerrados tenemos un tipo de reacciones. Ella insistía en que había querido hacer una película muy dulce. Hay gente que lo ha entendido, pero otros piensan que es una provocación. Me dijo que no pretendía tal cosa.

¿Cómo valora la 66ª edición en su conjunto?

-Ha sido una Sección Oficial muy viva, muy dialéctica. Ha habido una presencia de actores y actrices, lo que llamamos glamur, que no ha habido no sé si nunca, pero desde luego, como no ha habido en estos ocho años en los que he dirigido el Zinemaldia. Muy superior, a mi juicio, a la 60ª edición en la que hubo cinco grandes Premios Donostia. Este año ha habido una docena de presencias de primer orden. Ha sido una edición muy potente.

¿Cómo ha funcionado el apartado de industria?

-Seguimos creciendo. El Foro de Coproducción ha sido el más potente de estos ocho años. El nivel de los proyectos era muy bueno, hemos recibido más de 200. Este foro es la actividad más exitosa del festival. También ha habido mucho negocio. Por otra parte, seguimos apostando por los estudiantes de cine y por los nuevos directores.

¿Manejan cifras?

-Ha habido más acreditados, cosa que, sinceramente, no queríamos. Puede sorprender, pero es así. Estamos a tope y pensamos que tenemos que ganar en calidad y no en cantidad. Estamos en torno a los 1.700 acreditados.

¿Considera que esta ha sido su mejor edición como director?

-Me cuesta compararlas, pero, probablemente, habrá sido la más grande. ¿La mejor? No lo sé, depende de dónde pongas el foco. Es una edición donde todo ha madurado muy bien. Tenemos que pensar mucho en cómo queremos el Zinemaldia. Somos un festival muy determinado por la ciudad para bien. Estamos determinados por lo que ocurre en Tabakalera, en la que están pasando cosas muy importantes que tendrán su peso en unos cuatro o cinco años. Gran parte de la fuerza del cine vasco va a surgir de Tabakalera e intuyo que será fuerza femenina.

¿El volumen de estrellas habrá supuesto un desgaste?

-Supone una tensión muy fuerte. Son operaciones complejas. Cuando ves salir a Robert Pattinson y ves el follón que hay fuera con miles de personas, es normal que sean operaciones complicadas. La seguridad es importante. Por otro lado, no se nota pero ha habido un operativo antiyihadista en el festival por parte de la Policía y de la Ertzaintza. Están pasando cosas que la gente no ve y hay que cuidar. La seguridad es prioritaria. Toda la tensión para la organización se compensa por lo bonito que es ver cómo está la ciudad. El cine americano es una de las grandes cinematografías y este año la Universal, la Fox y la Warner han estado en Donostia con grandes actores.

Precisamente, la cinematografía norteamericana ha estado relacionada con las grandes perlas del Zinemaldia.

-Además de estar en Cannes ha hecho un gran desembarco en Venecia, que se ha convertido en la antesala de los Oscar. Hemos repescado películas muy grandes como First Man como Ryan Gosling, A star is born con Bradley Cooper, The Sisters brothers con Jacques Audiard y John C. Reilly... Tengo la impresión de que todo cambia muy rápido. Llegan las plataformas y nuevas formas de consumo, cada vez las películas se van a consumir más rápido. Antes las películas permanecían tres meses en cartelera, eso se ha acabado. Para que lo haga tiene que ser un Campeones, una que arrase. Al consumirse más rápido, la promoción también tiene que ser más intensa. Tras Venecia, quince días después, los actores han vuelto a Europa al Zinemaldia.

Yendo a los primeros días del Zinemaldia, hay a quien lo le ha gustado la gala de inauguración.

-Era una gala con un humor bastante salvaje sobre el Zinemaldia y sobre la ciudad. Nos reímos de cosas que se dicen, que no viene nadie y, de repente, vienen las figuras más importantes del cine norteamericano a Donostia. No pasa nada porque el humor no guste. A mí hay mucho humor que no me gusta, pero me parece bien que se ejerza. No entiendo que la gente se ponga belicosa. Me han llegado a decir que la gala iba en contra del euskera porque hacíamos chistes por el tema del Gabon. Incluso leí en algún medio que en 35 minutos no había aparecido el euskera. También habría que comentar que durante 20 minutos se habló íntegramente en euskera y que, por primera vez en la historia, hubo casi media hora de euskera en TVE. Seamos honestos. No me gusta que la gente tenga un a priori. Estamos en una sociedad que acepta muy mal el humor.

¿Hubo líneas rojas?

-Que no se hablase de política y nada de cine español, porque se convierte en un tema político. ¡Ya me gustaría poder hacer chistes sobre cine español! Mira que da juego. Pero si haces un chiste sobre el cine español, se convierte en político, en partidista. No me preocupa el humor político, me preocupa que se interprete de una manera partidista.

Su compromiso con la dirección es de tres años más.

-Si el Consejo de Administración quiere, yo seguiré tres años más. Siempre estoy a disposición de este, son mis jefes. De la misma manera que me eligieron, pueden elegir a otra; agradeceré el tiempo que he estado y punto. Me he comprometido para tres años, lo que no quiere decir que me vaya dentro de tres. Cuando llegue la fecha me gustaría establecer con el consejo un plan de cambio a otros dos o tres años vista, teniendo claro quién va a dirigir el festival.

¿Alguien de dentro?

-Estoy convencido de que será alguien de dentro. Siempre han sido directores gente que ya conocía el festival. Quiero que sea así, si al festival le parece bien, y la gente que viene tras de mí con conocimientos para ello son mujeres. Sería muy raro que detrás mío no dirija el Zinemaldia una mujer. Tengo 57 años, no me gustaría seguir más allá de los 63.