el patrimonio industrial es frágil, no sabemos cómo interactuar con él, y no nos pertenece, es un legado para las próximas generaciones. Una sociedad intelectualmente sana es aquella que conoce su patrimonio y genera una senda de futuro”. Así lo afirmó ayer Amaia Apraiz Sahagún, doctora en Historia del Arte y coordinadora del libro La fragilidad de un legado. Patrimonio industrial en Navarra, recién publicado por la Dirección General de Cultura del Gobierno de Navarra. Un libro que quiere ser una aproximación, abrir una puerta a futuras investigaciones, al tiempo que alerta sobre el riesgo de desaparición de este tipo de inmuebles, pero, sobre todo, de los elementos muebles que contienen antiguas fábricas y empresas actualmente en ruinas y cuya destrucción sería de lamentar, “ya que nos permiten conocer la tecnología que se ha empleado en cada momento”. Aunque, quizá, una de las aportaciones más relevantes que realiza esta publicación es que “rompe con la creencia de que la industrialización en Navarra es relativamente reciente, y que mayoritariamente y casi exclusivamente se dedicó al ámbito rural hasta el siglo XX”. Esta investigación indica con datos y ejemplos que “no es así en absoluto”.

Junto a Apraiz, han elaborado este extenso estudio las expertas Ainara Martínez Matía y María Romano Vallejo, socias, las tres, de la empresa Ikusmira Ondarea, especializada en patrimonio cultural. Las autoras presentaron el volumen ayer en rueda de prensa en compañía de la directora general de Cultura del Ejecutivo navarro, Dori López Jurío, que destacó la labor que está desempeñando el Servicio de Patrimonio Histórico para establecer relaciones entre el patrimonio contemporáneo y el tradicional y en la atención a temáticas que, como esta, apenas han sido atendidas por las instituciones hasta ahora. En esa línea habló Carlos Martínez Álava, director de dicho servicio, que calificó de “gustazo” la posibilidad de publicar este tipo de materiales, ya que “siempre resulta complicado, y más en estos tiempos. Este es un libro atractivo que creemos que puede ser una aportación de base para posteriores trabajos de investigación, de manera que el conocimiento continúe”, indicó Martínez Álava, para quien en este momento las miradas al patrimonio histórico “son cada vez más complejas” y “necesitan atender a todos los ámbitos”, como, por ejemplo, los paisajes culturales o el legado industrial. Y es que, además de restaurar, como se está haciendo, las fábricas de armas de Orbaizeta y de Eugi, “ahora mismo también estamos recuperando dos torres de comunicación telegráfica óptica del siglo XIX que son una maravilla”.

fábricas, ferrocarril, máquinas La fragilidad de un legado está articulado en una presentación, una introducción, una bibliografía y cinco capítulos en los que las autoras recorren desde los materiales de construcción y la arquitectura de las fábricas y empresas hasta el papel del ferrocarril como eje que propició la extensión de la industrialización en Navarra, pasando por el agua como motor imprescindible para molinos, complejos hidroeléctricos, canales, etcétera. También se analiza el ámbito agrícola -harineras, trujales, conserveras, silos, cooperativas, bodegas, papeleras, industria maderera-, así como las factorías de cemento y hierro y las minas. “Ha sido un trabajo difícil, arduo y de mucha responsabilidad”, apuntó Amaia Apraiz, que añadió: “Han sido horas de trabajo, reflexión y debate que nos han permitido profundizar en un tema del que queda mucho por saber, y no solo desde el punto de vista de la arquitectura”, sino también del de la ingeniería, los paisajes o la obra pública, citó. “Esta es una pequeña semilla” que esperan que brote en nuevos trabajos, “de manera que los futuros investigadores y ciudadanos estén orgullosos de su pasado y de quienes desde el presente estamos estudiándolo para legárselo”, agregó.

En cuando al estado actual del patrimonio industrial en la Comunidad Foral, la historiadora del arte subrayó “lo mucho que queda por hacer”. Hay emplazamientos muy estudiados, caso de las fábricas de armas, “que son auténticas joyas”, pero también hay otros “excepcionales” como Potasas y otras barriadas y poblados que surgieron como consecuencia del asentamientos de las industrias y sus trabajadores. En concreto, en lo tocante a la antigua mina de Beriáin, Ainara Martínez Matía no se atrevió “a decir si es posible o no recuperar las galerías. Cuando nos enfrentamos a una cuestión de este tipo, lo primero que tenemos que saber es por qué queremos hacerlo, por supuesto, pero sobre todo para qué. A veces se gasta dinero y se hacen grandes esfuerzos, pero si no determinamos el objetivo, si nosotros no nos creemos para qué lo hacemos, no tiene mucho sentido”, señaló.

En el capítulo de conclusiones, Amaia Apraiz destacó en positivo el trabajo que se está realizando con las vías férreas abandonadas, muchas de ellas reconvertidas en vías verdes que incorporan sus distintos elementos, incluidos atractivos puentes de hierro. En negativo, en cambio, advirtió del riesgo de desaparición del patrimonio mueble, es decir, de la maquinaria. “Ese es uno de los grandes puntos rojos de este tema; la obsolescencia programada no es de ahora, siempre ha sucedido, y por eso se han ido perdiendo máquinas y otros elementos que son muy valiosos para saber qué tecnología se empleaba en cada momento”. En ese sentido, en opinión de las especialista “sería interesante que algunas piezas, como las turbinas, por ejemplo, se colocaran junto a los que actualmente están en funcionamiento, ya que permitiría ver las diferentes”. Pero, claro, “la mayor parte de este tipo de patrimonio está en manos de las empresas y son ellas las que deberían dar el primer paso”, remarcó, y agradeció la colaboración de varias factorías proporcionando documentación para el libro.

acabar con el estereotipo Otro de los grandes objetivos que les gustaría lograr a las autoras del libro es romper con la idea de que Navarra se dedicó mayoritariamente al sector agroalimentario hasta bien entrado el siglo XX. “Aquí entró la industria a la par que en Europa, en la época ilustrada, luego llegaron las fábricas de armas y más tarde las siderurgias, como la de Bakaiku. Si no terminamos con esa creencia, no habremos hecho bien nuestro trabajo”, terminó Martínez Matía.

El libro. La fragilidad de un legado. Patrimonio industrial en Navarra.

Editor. Dirección General de Cultura del Gobierno de Navarra (Servicios de Patrimonio Histórico y Archivos y Patrimonio Documental).

Autoras. Amaia Apraiz Sahagún, Ainara Martínez Matía y María Romano Vallejo.

Extensión. 461 páginas.

Precio. 22 euros.

Archivos consultados. Archivo de la Administración Foral de Navarra; Archivo General de Navarra; Archivo General de Simancas (Ministerio de Cultura y Deporte); Archivo Municipal de Bilbao; Archivo Municipal de Pamplona; Archivo Municipal de Tudela; Archivo Histórico Foral de Bizkaia.

Contenido. Cinco capítulos. Los cuatro pilares de la industria: paisaje cultural, patrimonio construido, patrimonio mueble y patrimonio documental; Paisajes industriales ferroviarios; El patrimonio generado en torno al agua: de la preindustrialización a la actualidad; Paisajes agrícolas y forestales; De las entrañas de la tierra: piedra y hierro.