pamplona - Del escenario de Caballo Blanco, al del Navarra Arena. Así ha sido el ascenso de Mikel Izal (Pamplona, 1982), quien el sábado se convirtió en el primer músico navarro en actuar en el mencionado Arena. Un espacio habitualmente reservado para bandas internacionales, recuerda, lo que le provoca nervios, satisfacción... y orgullo, claro. El vocalista y guitarrista de Izal presentó junto a los suyos Autoterapia (2018), un disco con el que realizan un viaje introspectivo en busca de la felicidad y que ha sido también su pasaporte para girar y tocar ya más allá de fronteras nacionales. A Pamplona llegan tras un periplo europeo con paradas en Dublín, Londres y Zurich, pero eso sí, la cita de ayer, jugando en casa, tuvo un algo que...

Si uno viajase al verano de 2011, se encontraría a Mikel Izal como uno de los protagonistas del ciclo de conciertos de Caballo Blanco de Pamplona. A partir de ahí, ya como banda, han caído la Ciudadela, Zentral? y ahora, el Navarra Arena. ¿Este recorrido de escenarios es un buen espejo de cómo ha ido creciendo Izal, disco a disco, durante estos años?

-Desde luego ha sido una ruta intensa y variada en estos últimos ocho años. Pero divertida... peleona. Hemos vivido de todo y en todo tipo de escenarios. No descubrimos la penicilina, es la ruta obligatoria de prácticamente todo aquel que ha cometido la locura de apostárselo todo a la carta -incierta- de la música. Nosotros hemos sido muy afortunados. El público ha querido que lo seamos.

“Soy navarro, es mi tierra y ojalá en un futuro cercano vayamos tan fuertes que podamos tocar en el Anaitasuna”, comentaba en una entrevista con este medio en 2015. Ahora, cuatro años después, se va a enfrentar al Navarra Arena, un escenario de mayor capacidad que el de Anaita. ¿Hay nervios, ilusión, invitaciones suficientes -al fin- para toda la familia...?

-Es un milagro poder disfrutar en la ciudad que me vio nacer de semejante regalo musical. Y un orgullo también. Son lugares que suelen estar reservados para nombres internacionales que todo el mundo conoce y el hecho de que gente cercana, de la tierra, podamos subirnos a esos escenarios creo que es una buena noticia. Ah, y no... no tengo invitaciones suficientes, creo que me vienen más de cuarenta familiares y amigos a este concierto. Otro -el más importante- regalo para esa noche.

Autoterapia vio la luz el pasado año y tras una gira por festivales, ahora llega la presentación del disco, inspirada en el videoclip de la canción La increíble historia del hombre que podía volar pero no sabía cómo. ¿Cómo es este viaje musical y espacial que propone Izal, en el que incluso lucirán trajes de astronautas?

-Digamos que hemos querido dar un paso adelante, una buena zancada, sobre todo a nivel técnico, de espectáculo, de show... Hemos invertido sin miedo y con espíritu de todo vale para crear un montaje original y divertido. El objetivo era divertirnos, ni más ni menos, porque si nos divertimos nosotros, se divierte el público. Pero también hemos querido acompañar esa diversión con un cuidado extremo de la musicalidad, de las emociones... conseguir un show grande pero que a la vez conecte con el público a un nivel íntimo y emocional. Tras el estreno del montaje en Coruña y las reacciones del público asistente podemos decir que el objetivo se ha cumplido y estamos ante la mejor gira y el mejor espectáculo de nuestras vidas. Y queremos disfrutarlo al máximo.

Entendido vuestro último disco como una Autoterapia y una mirada introspectiva en busca de la felicidad, ¿embarcarse en este viaje a lo más profundo de uno mismo puede doler por momentos, pero también, a la larga, alivia?

-La vida son claroscuros. De hecho se necesita tener tragos amargos para valorar los dulces. Así ha sido siempre la música que me ha nacido de dentro, siempre moviéndose entre la luz y la oscuridad a muchos niveles, en estructuras, en letras, en dinámicas... C’est la vie.

Y una vez realizado el ejercicio introspectivo, ¿qué ha encontrado Mikel Izal en este viaje personal?

-Consciencia plena de mi inconformismo. Que no es poco...

“Mi lucha es dejar de imaginarme que cada paso es el más importante”, plantea en este Autoterapia. ¿Ha vencido la batalla y se ha conseguido que “no haya mañana, sólo aquí y ahora”?

-Yo nunca arreglo del todo mis problemillas, solo los detecto... y hablo de ellos. Y aunque de vez en cuando solvente alguna cosilla, encuentro rápidamente molestias nuevas. Es un buen motor para estar siempre en movimiento.

“He visto a Bowie flotando...”, cuenta sobre el viaje espacial que recoge La increíble historia del hombre que podía volar pero no sabía cómo. ¿Siente que nos estamos quedando huérfanos en cuanto a referentes musicales se refiere?

-Tengo una teoría sobre esta escasez de mitos, de leyendas contemporáneas. Y es que creo que ahora hay muchísima oferta, muchísimos grupos que suenan en YouTube, Spotify, etc... La gente escucha -afortunadamente- muchísimos proyectos que hace 20 años estarían enterrados bajo los 10 grandes y enormes nombres que salían en televisión y radiofórmula y que todo el mundo conocía. Por eso creo que entonces había grandes tótems y hoy en día el interés se diluye entre muchos más nombres. Cosa que me parece mucho más sana y natural. Y democrática.

En el plano musical local, no sé si sabe que será el primer músico navarro en actuar en el Navarra Arena, escenario que meses después acogerá la despedida de Berri Txarrak y a gira de Marea.

-Pues me entero ahora y me recorre el cuerpo un latigazo mezcla de nervios y satisfacción. Habrá que estar a la altura...

Barramos para casa: con la perspectiva que regala el tiempo y la distancia, ¿qué queda de la ciudad en la que nació frente a la que se encuentra ahora cuando regresa puntualmente?

-En Pamplona nací y tengo a prácticamente toda mi familia. Mi madre de la Chantrea, mi padre de Villava. Eso es para mí Pamplona y Navarra: familia, sangre y genes. Pero la viví más en visitas a mis abuelos que como ciudadano. Me crié en Vitoria y estudié en Bilbao. Esa es la santísima trinidad que forjó lo que soy: Pamplona-Vitoria-Bilbao. Y desde hace doce años, Madrid aporta su visión plural y su gigantesca urbanidad, a esta mezcla.

Nació en Pamplona, presume de sangre navarra, pero esta semana en televisión le hemos visto en el programa Un país para escucharlo junto a Ariel Rot por otras tierras... las de Vitoria. ¿Está mal eso de elegir entre papá y mamá?

-Esa elección jamás debería ni plantearse a un pobre niño...

Si uno observa el estado de forma de la banda, quizá sorprende escuchar ese “sé que no me queda mucho más tiempo de luz salvaje, pero déjame, mientras resista, que me desangre”, en el tema Bill Murray. ¿No parece quedar muy lejos ese final de las noches eternas de conciertos?

-El descanso es necesario y seguro que en algún momento haremos uso del mismo... pero de momento solo nos planteamos los próximos meses que nos van a regalar una gira increíble.

Estamos ante una cita especial: será el primer músico navarro en actuar en el Arena, habrá gran parte de su familia entre el público, además Izal retoma la gira Autoterapia tras su aventura europea? ¿No sería el broche perfecto que desvele a sus paisanos, en exclusiva, la historia real que inspiró la letra de Extraño regalo?

-Los estatutos de la banda impiden que ningún miembro hable del origen de dicha canción, bajo castigo implacable de expulsión directa. Y me gusta demasiado tocar con esta gente como para darles motivos para que me echen. Sigamos tocando.