los directores de comunicación son personajes del mundo mediático con papel creciente en poder, manejos e influencias en la circulación de las informaciones y opiniones desde los actores principales de la actualidad hasta los humildes consumidores, ciudadanos sometidos al flagelo de los que manejan la información, desde sus enmoquetados despachos, móviles en ristre y tableta desenfundada en un ejercicio enloquecido de declaraciones, réplicas y rifirrafes varios en esta sociedad cada vez menos informada a pesar de los múltiples y crecientes canales y medios, que la digitalización ha construido entre emisores y receptores a todos los niveles, y en tiempo real, que hace que las noticias crezcan y desaparezcan a nivel de crucero mediático. Estos vigilantes del camino informativo tienen cada día más influencia y poder decisorio en el manejo de la información por parte de sus empleadores, que buscan gestores de la información y circuitos mediáticos; no hay empresa, institución o chiringuito asociativo que no tenga un personaje de estas características, periodistas reciclados en mensajeros de la información, mamporreros de los medios, azotes de azacaneados periodistas, que tiene que pelear con los fiscalizadores de la actividad periodística. Desde la Casa Real hasta la más humilde organización de amas/os de casa, todos tienen necesidad de esta figura molesta, ruidosa y entregada a las necesidades no de la audiencia sino de la marca/empresa que les contrata y paga. En períodos electorales, estos personajes de la galaxia informativa adquieren más relevancia e importancia, y su presencia inquisitorial persigue a la tropa de periodistas sometidos a presiones, acusaciones y fake news crecientes y malolientes. No se puede morder la mano que te da de comer y este es principio imperativo de los dircoms, que deben defender marca, partido o institución que se precie. Son celosos y molestos vigilantes del camino, imprescindibles y omnipresentes en esta jungla de la aldea global.