madrid - Los insultos tienen un valor casi terapéutico en algunos momentos, pero el lenguaje soez debe ser gestionado con criterio en una época en la que lo políticamente correcto y las redes sociales han cambiado los usos ofensivos y de los baldragas del Siglo de Oro hemos pasado a WTF (What the Fuck).

“El exabrupto es necesario. Por tanto, si no existieran las palabrotas habría que inventarlas”, sostiene el escritor Sergio Parra que, por eso, ha querido conseguir que se insulte con criterio con el libro ¡Mecagüen!, de la editorial Vox.

En este libro, con ilustraciones de José Rubio Malagón, Sergio Parra (Barcelona, 1978) habla de los insultos desde un punto de vista multidisciplinar no solo etimológico, gramatical o histórico sino que los analiza sociológicamente y estudia su influencia en el cuerpo humano, tanto a nivel psicológico como hormonal.

Y entre sus preferidos están los del Siglo de Oro: baldragas (flojo, sin energía); cagalindes (cobarde); tragavirotes (estirado); zurcefrenillos (insensato) o verriondo (excitado sexualmente). - Efe