La exposición que acoge desde ayer el Palacio del Condestable de Eduardo Córdoba Oronoz es un buen escaparate de lo que este autor, que rechaza ser llamado artista, ha realizado a lo largo de su extensa trayectoria. No es una retrospectiva, como aclara él mismo, sino que se trata más de la historia de un autor que todavía “se encuentra en un proceso abierto que continúa y continuará en el tiempo”. Las cerca de cien obras que se muestran son el resultado de, según afirma, “un largo tiempo y momentos vividos con incertidumbre, pasión, regocijo, apatía, deseo, pálpito, sueños, rabia, tensión, sosiego, vértigo, euforia, angustia, torpeza, confusión, verdad, pliegues, mentiras, huidas, ocultación, llegadas, encuentros, azar, miedos, trampas, recursos” o “comprensión”. Es decir, todos los estados por los que pasa “cualquier persona a lo largo de su vida”. Se podrá visitar hasta el 23 de junio.

Bajo el nombre de Entre lo permanente y lo fugaz, la exposición de Córdoba se presenta como una mirada interior del autor hacia su obra desde los años 80 hasta la actualidad. Reflexiones sobre la vida, la inmigración, el cambio climático o el día a día llenan las pinturas y esculturas de este autor, quien prefiere llamar a sus obras “textos visuales” ya que considera que “toda obra es una forma de comunicación”. “Así como algunos utilizan el sujeto, verbo y predicado, yo uso la materia, el color y la forma”, dice. Una visita por las dos salas de la primera planta de Condestable permite observar la clara evolución de Córdoba a lo largo de los años. Y es que, aunque “muchos puedan decir que en esta exposición ven 25 artistas diferentes”, él afirma sentirse identificado en cada una de las piezas que se exhiben. “Lo que ocurre es que no hay creación sin negación; para avanzar, hay que negar todo lo anterior, y eso es lo que ocurre aquí; por eso mi obra es tan diversa”, subraya.

Lo que las esculturas y pinturas reflejan es la visión que tiene Córdoba sobre lo que ocurre en la calle. “La opinión pública, como lo llaman ahora”, destaca. En este sentido, aspectos como la inmigración, la figura de la mujer o el cambio climático son algunos de los focos en los que pone el interés este autor. “Lo que tengo que decir, lo digo; comunico lo que veo a través de una serie de textos visuales, aunque no todo el mundo esté de acuerdo con eso”, añade.

Las cerca de cien obras expuestas muestran la diversidad de formatos y técnicas que Córdoba ha utilizado a lo largo de su trayectoria. Muchas nunca han sido expuestas y otras han sido colocadas de forma cronológica según las distintas exposiciones en las que han sido exhibidas. En este sentido, se aprecia cómo el autor comenzó con un tratamiento romántico y gestual hacia la pintura, el cual afirma echar de menos. A base de trabajar la materia empezó a plantearse la diferencia entre el vacío y el hueco, la cual se aprecia en la obra Está hueco. De ahí, exploró las posibilidades de los cuadros literarios y poco a poco fue adentrándose en la pintura como comunicación social y simbólica o en la reflexión sobre el ciberespacio.

En la última etapa, existen obras como Intento de sujetar un absurdo, que el autor relaciona con las actuales elecciones, un Homenaje a la estupidez humana: el cambio climático, y una reflexión sobre la emigración, entre otras. No faltan en sus piezas los homenajes a diferentes personalidades, sus reflexiones sobre el amor como algo que todo lo cura o la historia, los recuerdos y, por supuesto, la mujer.