pamplona - Maite Sota Virto combina géneros en su nueva historia de ficción, La soledad de la higuera, editada por Pamiela. Con recursos de la novela psicológica, histórica y negra, la escritora de Cintruénigo propone un relato basado en unas cartas familiares que encontró no hace demasiado y que le llevaron a pensar en cómo vivieron hombres y mujeres durante los tres años posteriores al golpe militar de 1936, contruyendo una trama que en este volumen corre paralela a otra que sucede en la actualidad y que aborda cuestiones complejas como es el negocio “vomitivo” de la trata de mujeres. El amor y la renovación son dos de los conceptos centrales de este volumen, y, como idea de fondo, la esperanza, la certeza de que, pese a todas las dificultades, “siempre al final hay una luz”.

Pasado y presente discurren de manera paralela a lo largo de esta novela que supone, a juicio del editor Txema Aranaz, “un salto significativo” en la trayectoria de Sota. En El informe Ulises, su anterior título con Pamiela, también se adentró en un territorio arduo, el de la pedestaria en el seno de la Iglesia católica, pero en ese caso “me sentí más cómoda”. Dada su condición de pediatra, a la autora no le resultó difícil escribir esa historia. “De hecho, tardé menos de un año”, cuenta. Sin embargo, en este caso “partí de temas que desconocía”, comenzando por el duelo por el que que atraviesa la protagonista de la trama actual, Teresa. La soledad de la higuera arranca un año después de un accidente de tráfico en el que fallecen su pareja y su hijo. “Nunca me ha tocado vivir algo así, así que fue un esfuerzo tratar de ponerme en el lugar de esa mujer”, agrega. Y apunta que también era “profana” en la Guerra Civil, por lo que “pasé seis meses leyendo libros, estudiando” y escuchando historias más pequeñas que le contaron en su familia y que aparecen reflejadas en La soledad de la higuera, cuya portada ha sido diseñada por Xabier Idoate.

madrina de guerra En concreto, la novela arranca cuando, en pleno duelo, Teresa descubre entre las cosas de su compañero un pendrive con la investigación periodística que este estaba llevando a cabo en torno al tráfico de mujeres a través de la frontera de La Jonquera y que la embarcará en un peligroso camino de consecuencias inciertas. Casi a la vez encontrará una vieja carpeta que contiene unas cartas que la trasladarán a los años de la guerra y a conocer la historia de su familia. Este hallazgo da pie a la segunda trama del libro, que transcurre entre el golpe militar y los tres años de la guerra, con especial atención al mes de agosto del 36, “cuando la represión en Navarra fue más brutal” y los protagonistas “tuvieron que echarse al monte porque se les había significado de izquierdas”. Con el paso del tiempo uno de esos hombres cambió de bando y luchó en el bando franquista, donde empezó a cartearse con una joven a la que no conocía de nada y de la que se enamoraría. “Es lo que se llamó el procedimiento de madrina de guerra, que consistía en que los soldados, que vivían una situación penosa, mantuvieran correspondencia con chicas para que les subieran el ánimo”, comenta Sota, que tuvo ocasión de saber de esta iniciativa a través de unas misivas familiares que “cayeron en mis manos” y que le revelaron el epistolario entre un soldado y una mujer de un caserío de Bizkaia entre los que surgió una historia de amor similar a la que narra en la novela. “Ella procedía de una familia nacionalista y él estaba en el lado de Franco, pero es que esas cosas pasaron con frecuencia durante la guerra, incluso con gente de la misma familia que luchó en bandos diferentes”, asistiendo a situaciones muy crueles, dolorosas, de ajustes de cuentas, escarmientos, etcétera.

Ese hombre y esa mujer son en el libro los abuelos de Teresa y su historia de amor salió bien, no como la de ella, de ahí que tenga esperanza en la posibilidad de reconstruirse y renovarse. También las vivencias de su amiga íntima, Amalia, con Jacques, un tipo con el que al principio solo mantendrá una relación sexual que luego se convertirá en otra cosa, le animan a ver la vida con otros ojos.

capítulos alternos Las dos tramas discurren de manera paralela durante toda la novela en capítulos alternos, lo que, sin duda, fue un reto a la hora de escribirla. “Ha sido complicado. Teresa va descubriendo en las cartas cosas que luego suceden en tiempo real en los capítulos dedicados a la Guerra Civil, así que yo no podía ni adelantarme ni retrasarme al desvelar los hechos. Creo que al final ha quedado muy bonito”, indica Sota. Y Txema Aranaz alaba lo bien que la autora ha diseñado esta estructura, así como la mezcla de géneros por la que ha apostado. “Este crecimiento literario lleva consigo una prosa muy elaborada, que no significa en absoluto que sea difícil de leer para el lector, ya que Maite tiene la capacidad de comunicar de una manera rica, pero sencilla”, afirmó el editor.

Respecto al tema de la trata de mujeres, la escritora emplea en el texto un claro tono de “denuncia” de una situación que está “más cerca de lo creemos”. Asimismo, emplea esta trama para sembrar misterio y dudas en torno a la auténtica causa del accidente de la familia de la protagonista.

la sombra de un árbol solitario Sin duda, a Maite Sota no le van los temas livianos. “Me gusta meterme en la piel de la gente que sufre, sobre todo cuando se trata de un sufrimiento gratuito que se podría evitar. Me atrae y me gusta explorarlo”, dice.

En este caso, las dos historias que construyen la novela discurren en paralelo hasta que confluyen al final. En ambas, como elemento recurrente aparece la higuera, “un árbol solitario” que juega un papel de “gran carga emocional” en el libro desde el inicio. Su olor, su sombra... “Es como un hilo conductor, me parecía poético”, termina la autora.