pamplona - Después del premio concedido en 2018 a Lucía Baquedano, las/os escritoras/es navarras/os reconocieron ayer, con motivo del inicio de la Feria del Libro de Pamplona, a otra mujer, la poeta tafallesa Marina Aoiz Monreal, que se mostró encantada de recibir este homenaje rodeada de su familia, amigos y excompañeros de sus estudios de Periodismo.

Silvia Marambio, otra poeta, fue la encargada de entregar a Aoiz el ramo de flores y la placa conmemorativa con los que la distinguió la Asociación Navarra de Escritoras y Escritores-Nafar Idazleen Elkartea (ANE-NIE). “Tu escritura transita lo profano y lo sagrado, los mágicos rincones de lo cotidiano; delicada, lírica y envolvente”, indicó Marambio. Y siguió: “Mujer sabia, desde los universos de las gemas, de los mitos y de la diversidad; siempre en comunión con la naturaleza desde tu jardín de Tafalla”. La poeta argentina subrayó la participación de la navarra en proyectos como la revista Río Arga o en la Fundación María del Villar Berruezo y citó títulos de su “prolífica” obra. También se detuvo en la faceta de Aoiz de “generosa maestra de cuantos se inician como juntaletras”. “Desde la asociación consensuamos que tu fecunda trayectoria literaria y tu estilo de andar la vida con entusiasmo, generosidad y honestidad nos hacen, sobre todo, mejores personas”, terminó.

los ‘javieres’ de su vida “Muy agradecida”, Aoiz rescató un texto que escribió en 2003 para la revista TK de la Asociación Navarra de Bibliotecarios/as (Asnabi). Artículo en el que recordó a varios Javieres de su vida. El primero, su padre, que “desde que aprendimos a leer colmó nuestras ansias lectoras”, proporcionándoles tomos de cuentos de toda procedencia. Otro, Javier López de Munáin, de la librería El Parnasillo de Pamplona. También Javierito el maestro, que abrió una pequeña librería en Tafalla, Amets, que ya no es. Sí existe Idazti, de otro Javier, en la calle Escuelas Pías. Por último, Javier, su cuarto hermano, que cuando se fue a enseñar Filosofía a Latinoamérica “dejó cientos de libros entre mi casa y la de mis padres”. Libros, propios o heredados, que Aoiz ha ido atesorando desde que, ya de pequeña, intuyó que podían proporcionarle “un inmenso conocimiento”.

Emocionada por el homenaje “tan especial” de sus colegas, la poeta animó a los ciudadanos a acercarse a los libros en estos días de feria y siempre. “Su universo es infinito y atemporal; puedes leer una novela rusa del siglo XVIII y pasártelo tan bien como con una película recién hecha en Hollywood”, dijo.