Cuando dos almas valientes, punzantes, resilientes y heridas se juntan se produce una especie de magia. No es fácil describir esa sensación pero sí percibir esta especie de conexión que nada tiene que ver con lo espiritual. Y bien se percibe en la exposición que acoge ahora la planta superior del Pabellón de Mixtos de la Ciudadela, donde las artistas Elba Martínez (Pamplona, 1974) y Consuegra Romero (Pozoblanco, Córdoba, 1982) han sabido transmitir todo lo que se mueve en sus entrañas y que, de una manera u otra, marca el rumbo de su vida y de su arte, si es que estos dos conceptos alguna vez han estado separados.

Podría ser un avestruz, pero son dos. Hola, el mar se ha roto, que se puede visitar hasta el 30 de junio, es el resultado de una amistad muy profunda que surgió entre las dos artistas hace ya unos cuantos meses. Una es del norte; la otra, del sur, y en esa distancia se encontraron Elba y Consuegra de una forma casi predestinada. Sus diálogos, llenos de verdad, ilusión y también dolor, les llevaron a crear esta exposición conjunta donde cada una se ha permitido la libertad de dejarse llevar en aquello que más le mueve. Y en este dejarse llevar se encuentran algunos nexos en común. El mar es, sin duda, uno de ellos; el mar como referente, como santuario del amor pero también de la muerte. Pero también los homenajes, los recuerdos, la memoria y el mensaje tan latente de la inmediatez de la vida.

Susana Blas, guionista del espacio cultural de televisión Metrópolis, es la encargada de comisariar esta exposición que, según define, “está hecha desde la verdad”. “Es un privilegio poder trabajar con dos artistas que trabajan desde la sinceridad más absoluta”, defiende. Cuenta la comisaria que en la correspondencia entre Elba y Consuegra y tras conocer su trabajo la presencia de “la literatura y, en particular, de la poesía” es más que clara. De hecho, algunos de los poemas que se intercambiaban las dos artistas han sido incluidos en el catálogo de la exposición. “Estas son artistas extremas capaces de llevarte desde lo más dulce hasta lo más punky, pero siempre desde las vísceras”, apunta. Y no hace falta más que dar un paseo por la amplia exposición para corroborar esta afirmación.

Visceral

Finitud, instante, memoria y amor

En cuanto a la parte que corresponde a Elba Martínez, hay que recordar la polémica que suscitó un mensaje que la artista colgó en una página de anuncios con motivo de la exposición, el cual ha sido uno de los motivos por los que esta muestra ha suscitado tanta expectación. En él, la Elba decía que buscaba a enanos, drogadictos o prostitutas que vigilasen una obra concreta. “Recibí muchos insultos por aquel anuncio que, desde luego, no iba con ninguna mala intención; yo adoro a todas las personas de este planeta y simplemente quería que formaran parte de mi exposición; puede que el error estuviera en la redacción del mensaje pero ya pedí perdón a todas las personas que pudieron sentirse ofendidas”, explica.

Dejando la polémica a un lado, el trabajo de Elba parte de la finitud de la vida, de la necesidad de vivir el instante, de la memoria, de lo que perdura, del viaje y del amor, entre otros aspectos. Dice la artista que los objetos que construyen su exposición son una especie de homenaje hacia su familia, quien le ha ayudado e inspirado para algunas de las piezas. “Pretendo que mi obra transforme y emocione a todos y todas, independientemente de su edad; es mi intención crear y generar emociones de cualquier tipo”, apunta Elba, quien se considera a sí misma como “muy visceral”. La muestra es, en este sentido, un homenaje a todas las personas que rodean a la artista y también a todos los recuerdos que le han conducido hasta donde está hoy.

Ella misma afirma que no es políticamente correcta al hablar y tampoco intenta serlo a través de su obra, que, según afirma, “parte desde el interior” porque mama de todas las vivencias y se expulsa de forma valiente y punzante al mismo tiempo. Según la comisaria de la exposición, una de las piezas clave de la misma es un pequeño mercadillo de la memoria que se rodea de letreros con la inscripción “cuando tú mueras nosotros seguiremos aquí”. “Creo que es un reflejo más que evidente de la filosofía del carpe diem que rodea toda la obra de Elba”, sostiene.

Migración

Un homenaje a todos los fallecidos en el mar

Consuegra Romero vive en Ceuta y, por ello, la cruda realidad de los inmigrantes que mueren ahogados en el Mar Mediterráneo le pilla muy cerca. “Estamos siendo cómplices del holocausto que se está produciendo en el mar”, dice con rotundidad. Su trabajo, realizado a bolígrafo y rotulador todo él y bajo una mirada muy feminista, es un homenaje a todas estas personas que “han perdido su vida por abandonar su tierra en busca de un lugar mejor”, lamenta emocionada la artista, quien afirma sentirse “harta” de todo esto. “Algún día hablarán sobre esta realidad, se escribirán libros y se verán películas en el cine, pero ya será demasiado tarde, no habrá remedio”, apunta, para después denunciar: “Ya está bien del discurso de pertenencia de la tierra y de la patria; la tierra no pertenece a nadie, es de todos y para todos”.

Así, este homenaje se reparte por toda la sala en forma de cuadros de diferentes tamaños pero también por el suelo, donde una serie de pétalos azules simulan todo el oleaje del mar. “Cuando los marineros perdían la vida en el mar, se les hacía un homenaje y se echaban flores; yo echo flores al suelo en homenaje de todas estas personas por las que aún hoy en día no estamos haciendo nada”, dice.