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La serie del ‘procés’ se acaba

La serie del ‘procés’ se acaba

el juicio en el Tribunal Supremo contra los dirigentes políticos catalanes por los acontecimientos de octubre del 17, se encamina a su final, en medio de una calma chicha y la amenaza de sentencias durísimas por la acusación de rebelión, sedición y malversación de caudales públicos. La sala del juicio se ha hecho mediática y supera con creces el estilo de las salas cinematográficas y televisivas a las que estamos acostumbrados.

Un recinto estrecho, estructurado y de estilo alcanforado y demodé con tapicería de tonos rojos e incómodos respaldos rectos; una disposición del lugar para albergar a los miembros del jurado, fiscalía, abogacía de estado, acusación popular y defensas con sus respectivos acusados.

Día tras día se ha podido asistir a las sesiones del juicio con una liturgia estricta y reglamentada conducida por las actuaciones del responsable del tinglado, magistrado Marchena que está cuidando al máximo los detalles del procedimiento, no vaya a ser que el Tribunal Europeo le caliente las orejas por abuso de poder, desprecio de procedimientos o comportamientos lesivos para los derechos de los acusados.

Día a día asistimos a la retransmisión de lo que ocurre dentro de la Sala, con metódica selección de planos, secuencias, ángulos y tomas de la actividad judicial a la que terminamos por identificar e incorporar a nuestro conocimiento mediático con momentos de interés argumental, y situaciones repetitivas y conocidas. El juicio se termina, las diarias tomas de contacto con los personajes del drama también, y el juez Marchena entrará en la historia de la judicatura por poner en comunicación caliente el más importante juicio de la modernidad y las cámaras del medio más poderoso de comunicación. El viejo poder del Estado ha sentido el abrazo mediático de la tele en directo, garantía de transparencia y buen hacer democrático.