arrancó con frío y lluvia. Y terminará a más de 30 grados y bajo un sol radiante. La 18ª edición de la Feria del Libro de Pamplona ha vivido diez jornadas de contrastes en las que los establecimientos participantes han vuelto a estar arropados por los ciudadanos, que han vuelto a optar mayoritariamente por títulos de temas locales y escritores/as navarros/as.

Abarzuza, Arista, Chundarata, Deborahlibros, Elkar Comedias, Elkar Leire, Katakrak, Miriam, Muga, Nerea, Troa Librería Universitaria y Walden han vuelto a apostar por acercar los libros hasta la Plaza del Castillo. Y, aunque el esfuerzo y la inversión siempre son grandes para un sector que no atraviesa su mejor momento, los/as libreros/as han puesto su labor presciptora al servicio de lectores habituales, ocasionales y curiosos. “La gente de Iruña responde, en esta feria el ambiente que se forma es muy bueno y las actividades que organizamos ayudan a que el público se acerque”, comentaba ayer Marcela Abarzuza, de Librería Abarzuza, que agradecía la presencia de los pamploneses: “El primer viernes fue nefasto por el tiempo, pero incluso los días que no ha hecho bueno la gente ha venido”. De la misma opinión era Elena Eslava, de Arista, para quien, aunque “es cierto que dependemos mucho de si hace frío o calor, después de tantos años estamos hechos a todo”. Además, “se dice que esta es una de las ferias que mejor funcionan del Estado”, quizá porque “a pesar del frío, las personas se abrigan y se dan una vuelta por aquí”, agregó la librera. Xabi Maeztu, de Katakrak, no sabe hasta qué punto la climatología es tan determinante, pero está “contento” de cómo ha ido la feria este año y los anteriores. “Tiene mucho arraigo en Pamplona y la gente responde muy bien; se acerca, pregunta, compra”, dijo.

‘historia de pamplona’ En cuanto a las novedades preferidas por la clientela este año, Marcela Abarzuza destacó que en su puesto “se ha picado un poco de todo”, pero “el libro que más hemos vendido es Historia de Pamplona, de la editorial Pamiela, una obra magnífica que el año pasado salió en euskera y este se ha traducido al castellano”. Asimismo, “y como apostamos mucho por los autores locales”, han funcionado La soledad de la higuera, de Maite Sota Virto, y Diez mil heridas, de Patxi Irurzun, en castellano, y Irautera, de Castillo Suárez, y Dena zekien gizona, de Daniel Sanz, en euskera. “Y nos ha sorprendido mucho la poesía que hemos vendido”, de autoras/es como Ana Martínez Mongay (En apariencia el bosque), Iñaki Arbilla (La Isla y la Mandrágora) y Marina Aoiz, homenajeada por la Asociación Navarra de Escritores. “También El principito, un clásico que se sigue demandando en euskera y castellano”, termina Abarzuza.

Historia de Pamplona también “se ha movido mucho” en Katakrak. Igual que Los asquerosos, de Santiago Lorenzo. “Le dimos el Premio de las Librerías de Navarra este año y se está notando”, señaló Maeztu, que subrayó que los títulos referidos al feminismo continúan siendo un reclamo, así como “las narrativas escritas por mujeres de diverso origen, estilo, idiomas” que esta librería ha querido sacar a la calle en un lugar destacado.

Desde la librería Muga, Verónica Tirapu Ollo indicó que “siempre se vende muy bien Kapuscinski”, y, “entre críos y no tan críos, también Tintín”. En este puesto, más especializado que otros, han resultado títulos como la novela El tiempo del vacío, de Jokin Azketa, y Montes de Navarra, así como volúmenes referidos al senderismo. Y en Arista, Elena Eslava destaca los libros publicados por los youtubers o influencers más jóvenes, como Los secretos de Youtube, de The Grefg. “Aparte de esos títulos, me he fijado que los adolescentes cada vez leen más”, y los más pequeños igual, “porque vienen y dicen ‘este ya lo he leído, este también...”. Hay cantera.