La primera vez que trabajé en una película en Navarra fue en 1996, haciendo el casting de Secretos del Corazón. Llamé a mi compañero de estudios Carlos Salaberri y, como tantas otras veces durante la etapa universitaria, le pedí que me echara una mano para hacer el casting de los niños protagonistas de la película. Desde entonces se acumulan mil recuerdos, tanto del rodaje de esa película como de Silencio Roto, Obaba, De tu ventana a la mía o No tengas miedo. En Oria Films nos cuesta alejarnos de nuestra tierra cuando localizamos para un rodaje, porque no cabe duda de que las historias -en muchas ocasiones- surgen de los ambientes y experiencias personales de quienes formamos parte de cada proyecto.

En el año 2015, mientras asistía al Festival Internacional de Cine de Sevilla, recibí una llamada de Ana Herrera, recién nombrada Consejera de Cultura, Deporte y Juventud. Me proponía formar parte del nuevo Consejo de Cultura como asesora audiovisual. Recuerdo que le comenté que como vivía fuera de Navarra, tal vez no fuera de gran ayuda para el Consejo, aunque a la vez estaba cruzando los dedos para que esta razón no le pareciera importante. Y, afortunadamente, así fue. Porque la verdad es que estaba deseando volver a mi tierra y aportar mi experiencia para mejorar en todo lo posible la presencia y desarrollo de proyectos audiovisuales -de dentro y fuera de Navarra- y, de paso, potenciar el auge de técnicos y profesionales autóctonos. Han sido cuatro años de intenso trabajo en un proyecto integral de cultura, que, además, me ha permitido conocer mejor otras áreas del sector y a magníficos profesionales. Cuatro años en los cuales también he tenido la oportunidad de trabajar codo con codo con Marta Artica, mi compañera de comisión, analizando las virtudes y carencias de nuestro audiovisual.

Y cuando estoy a punto de terminar esta fase de trabajo en el Consejo de Cultura, recibo una nueva llamada, esta vez desde el Clavna (Clúster Audiovisual Navarro que incluye a Napar, Asociación de Productores Audiovisuales). En esta llamada el Clavna me propone un nuevo reto para seguir colaborando con mis compañeros de profesión: realizar un prediagnóstico de detección de necesidades de las empresas navarras que trabajan en el sector audiovisual, con el objetivo de diseñar líneas de formación y potenciación de oportunidades. Un trabajo que estamos realizando desde ConsultOriaFilms, la consultora que pusimos en marcha hace un año para asesoramiento audiovisual a nivel internacional. Una nueva posibilidad de acercarme a mi tierra, de tratar de aportar lo aprendido durante muchos años de labor profesional y de poder conocer a nuevas generaciones llenas de novedosas propuestas. Estamos llevando a cabo la primera fase de detección de nuestro potencial autonómico, desde empresas productoras, proveedores, servicios, platós, etcétera, hasta el desarrollo de proyectos audiovisuales, con el fin de sentar las bases de una industria audiovisual más fuerte y competitiva.

Durante los últimos años se han dado pasos decisivos e importantes (atractivos incentivos fiscales, Film Commission, etc) que se han traducido en un aumento de rodajes nacionales e internacionales en nuestra tierra, y no podemos dejar pasar esta ocasión empresarial y laboral. Esta realidad, junto con la designación por parte del Gobierno de Navarra de nuestro sector como estratégico, debe, sin duda, considerarse como una oportunidad fundamental para desarrollar y asentar un audiovisual propio.

Durante estos días que he convivido con muchos responsables de las empresas del sector, he escuchado reiteradamente que debemos de agradecer esta conjunción de acontecimientos, porque han posibilitado una reorganización empresarial encabezada por la creación de Napar y de Clavna, así como por la imprescindible labor de la Navarra Film Commission. Y es ahora, en mi opinión, cuando hay que hacer viable el retorno a nuestra comunidad -tanto a nivel de cultura como de empleo o turismo-, de los beneficios que ofrece la política de incentivos fiscales y el potencial geográfico y humano de nuestra tierra.

Queda trabajo por delante: hay que crear planes de formación, elaborar propuestas empresariales y, por supuesto, desarrollar proyectos y contenidos audiovisuales. Pero lo más importante es que sigamos reuniéndonos y apoyándonos para detectar nuestras carencias y subsanarlas, para respaldar e incrementar nuestros aciertos, y para seguir participando con la misma ilusión en los rodajes que se realicen en nuestra tierra. Algo que, sin lugar a dudas, ya hemos logrado.La autora es productora y consultora