Den Nye Oslo Trio

Daniel Lazar, violín; Antón Dymkov, cello; Elena Shalneva, piano. Programa: Trío para piano o.17 de Clara Schumann. La Habitación Roja, de Jasmina Sinadinovic; Trío para piano o.3 de Per Winge. Programación: Festival de Mendigorría. Lugar: iglesia de San Pedro. Público: media entrada (10 euros). Incidencias: antes del concierto, la musicóloga María Nagore, Juan Angel Vela del Campo y Alberto Urroz, dieron un conferencia sobre Clara Schuman y presentaron el festival, en el ayuntamiento.

Probablemente, el nombre de Clara Wieck, a la mayoría no diga gran cosa. Pero si hablamos de Clara Schumann, ya sabemos que estamos ante uno de los episodios de amor y música más importantes del romanticismo. Romanticismo disfrutado y sufrido por la pareja tan intensamente como reflejan las composiciones de ambos. Y es que, desde que Clara Schuman incluyera en el repertorio de sus conciertos como pianista, algunas obras de Robert Schumann, ya no se separarían nunca; ni el tozudo y colérico padre de Clara, que se oponía al matrimonio; ni la cruel enfermedad de Robert, pudieron con su amor. La frontera creativa entre ambos -inclinada, históricamente, claro, a favor de Robert-, seguramente estuvo menos concretada de lo que marca el catálogo. Así que, con todo merecimiento, el festival de Mendigorría de este año, va a rendir homenaje a Clara Schumann, por su extraordinaria música, y por haber “salvado” a Robert.

El trío con piano opus 17, abre el ciclo de conciertos. Quizás, la mejor obra de Clara. Y con unos intérpretes francamente buenos, “Den Nye Oslo Trio”. Una obra de envolvente y grandiosa sonoridad romántica, compuesta no precisamente en los mejores momentos vitales de Clara, -aborto, enfermedad de Robert-; con intensidad dramática, sí, pero no angustia; con vitalidad, extraordinario encanto (andante), y una frondosidad compositiva que, influyó en el trío op. 63 de Robert. El trío instrumentista hace una versión acomodada a la acústica de la iglesia: de una sonoridad sinfónica, pero bien controlada. No renuncian al fuerte intenso, que envuelve al auditorio y lo atrapa en la alta tensión que crea el desarrollo de los temas. El allegro muestra equilibrio entre los tres instrumentos, con sus respectivas intervenciones a solo -impecables-; elección de unos tiempos adecuados a la reverberación; atmósfera romántica siempre. El Scherzo es más juguetón: descarga un poco las tensiones. El piano presenta la preciosa melodía del andante, responde el violín y luego el chelo, dándole volumen y empaque: los tres se comportan como si cantaran; ese arco largo y tenido es enternecedor. Y en el final, vuelve el sonido amplio y totalizador que surge de lo profundo y es capaz de llenar catedrales. Todo un descubrimiento.

Antes de abordar el otro gran trío de la tarde; los de Oslo presentan una obra de corte más moderno, aunque, perfectamente, tonal y que se escucha con agrado: Red room, de Jasmina Sinadinovic. Su comienzo, sutil y etéreo en piano y violín, es interrumpido por la irrupción del chelo que arrastra al trío a una atmósfera inquietante, de fuerte y obstinado colorido; algo abrupta, -en Mendigorría, todo tira un poco al rojo, claro-.

Per Winge es, para nosotros, un compositor desconocido. Otro descubrimiento de la tarde, también de agradable escucha, porque su trío para piano op. 3 entra dentro de los cánones del romanticismo. Así, de primera audición, nos remite a los salones del XIX, y se me antoja un poco más “ligera” -de percepción- que el universo Schumann. Todo lo dicho de los intérpretes, anteriormente, lo aplicamos a esta obra, o sea, connivencia en el concepto de música de cámara -siempre más que tres tocando juntos-. Destaco el andante sostenuto, con un dúo entre violín y chelo -con el acompañamiento del piano-, francamente para enamorar; de un cantábile arrebatador; se nota que el compositor amaba la música vocal. Un éxito. De propina: dos rotundas obras de Piazzola: La Muerte del Angel y Oblivion.