GABINETE Caligari tocó el cielo con Camino Soria y Al calor del amor en un bar, pero luego el trío vivió una dura caída en la recta final de una carrera que bajó la persiana en 1998 y que estuvo siempre abonada al casticismo y las magníficas canciones de estilos diferentes. Warner ha editado este verano una recopilación con 30 de sus canciones cuando, según su líder, Jaime Urrutia, “el rock ha muerto desde el punto de vista social”.

Se vende como “la colección definitiva” de Gabinete, un grupo que nunca lo tuvo fácil en Euskadi debido a que sus canciones y el comportamiento de sus miembros fueron reflejos nítidos de “la identidad sociocultural española”, y, quizás por ello, su legado forma parte del acervo patrimonial, sociológico y musical del Estado. “Nosotros no teníamos mucho que ver con la política, pero recuerdo que en Egin titulaban que no nos querían aquí. Quizás fuera debido a canciones como Sangre española... no sé. Pero no hemos sido fachas nunca. Además, tengo parte de mi familia en Gernika”, explica Urrutia a DEIA.

Solo se vive una vez. Colección definitiva es el título de esta antología que se ha publicado en doble CD con 30 canciones, en formato digipack, y en vinilo sencillo con 15 temas. Contiene un libreto con letras, créditos, un texto de Fernando Navarro y fotos inéditas de Alberto García Alix, Domingo J. Casas y Antonio Tiedra. La selección y la producción artística ha sido supervisada por los miembros del grupo: su cantante y líder Jaime Urrutia, el batería Edi Clavo y el bajista Ferni Presas.

Desde los inicios de la movida madrileña a finales del milenio pasado, el trío madrileño entregó algunas de las mejores canciones de pop y rock de la música estatal. En los 80 y 90, pero siguen vivas y sonando en radios y verbenas populares. Canciones, por tanto, del siglo XXI y, seguro, que de siempre. Tonadas que se presentan en la recopilación sin aparente orden ni concierto, rehuyendo una secuencia cronológica que arrancó con un EP de sonido oscuro y filosofía afterpunk, compartido con Parálisis Permanente.

Solo Golpes, y no en su versión original sino la mejorada ya en los 90 y regrabada en Londres, aparece como un reflejo de aquellos primeros años de los Gabinete más punkies, que en su primer concierto, en el mítico Rock Ola, saludaran diciendo que eran fascistas. “Fue solo una provocación, ya que veníamos del punk y teníamos mucho descaro. Había 15 personas, pero aquello se fue corriendo y quedó para la historia”, recuerda Urrutia, que echa en falta aquella “libertad” de los 80, ahora constreñida por “tanta tecnología y red social”.

multiplicidad estilística La recopilación recoge todos los éxitos de un trío que surgió “como una broma entretenida”, y que fue creciendo en popularidad y ventas, saltando de la independencia a una multinacional. El doble CD dibuja una ajustada panorámica de una carrera que picó de muchas flores estilísticas gracias a los peculiares gustos de Urrutia. “Tenía una visión diferente de la de mis compañeros”, recuerda el cantante, más ecléctico que sus amigos moteros y rockeros.

Y ahí está la tarantela con aires de pasodoble Al calor del amor en un bar, el ritmo Motown de Tócala, Uli o los guiños a los 60 y a Dylan de la inolvidable Cuatro Rosas para atestiguarlo. Por no referirse al rock torero de Que Dios reparta suerte o Sangre española. Son canciones de una carrera que fue creciendo y ganando en instrumentación y producción, especialmente en su éxito Camino Soria, con sus guiños a Bécquer y Machado.

La antología resulta perfecta para recuperar la obra de un trío (sus miembros siguen peleados desde hace décadas) que compuso himnos populares (imposible olvidar La culpa fue del cha, cha, cha) y canciones de calidad incuestionable como La fuerza de la costumbre o Más dura será la caída, casi siempre con la vista puesta en un casticismo de bar de tapas, el refranero popular, el sexo y la poesía.