donostia - Todo está ya listo. La plaza de toros de Valencia es el lugar. El primer concierto se producirá mañana. El segundo, 24 horas más tarde. Después llegarán el WiZink Center de Madrid (11 y 12 de octubre), el BEC de Barakaldo (18 y 19) y el Palau Sant Jordi de Barcelona (25 y 26). En todos los conciertos será El Drogas quien haga de maestro de ceremonias con su actual proyecto. Después serán Evaristo, Sumé, Abel, Tripi y Txiki quienes se adueñen de las miradas de las miles y miles de personas que van a poder disfrutar de manera exclusiva en el Estado del regreso, parece que puntual, de los alaveses La Polla Records. La fiesta está servida para celebrar los 40 años del nacimiento de uno de los grupos de punk más importantes de la península, una banda referencial surgida entre las calles de Agurain.

Esta gira especial -que tendrá su continuidad en varios países latinoamericanos a lo largo de 2020- viene precedida por el lanzamiento la pasada primavera de Ni descanso, ni paz!, disco cuyo título también sirve para bautizar el tour de regreso. Un trabajo en el que la formación ha vuelto a grabar buena parte de los temas de sus tres primeros álbumes, incluyendo un tema nuevo. Son las bases sobre las que se fundamenta una vuelta muy esperada, como bien indica la taquilla de los conciertos estatales. No en vano, las entradas volaron casi desde el primer segundo que se pusieron a disposición del público, siendo el ejemplo más claro lo ocurrido con las dos fechas para el escenario vizcaíno. El papel desapareció en un abrir y cerrar de ojos y todo hace pensar que si se hubiera organizado una tercera fecha consecutiva en tierras vascas, hubiera sucedido lo mismo.

No hay duda de que distintas generaciones -las que pudieron ver a la banda en directo y las que no tuvieron esa oportunidad- se van a encontrar en estas actuaciones, citas que la banda lleva tiempo preparando a conciencia. De hecho, Gatillazo, el último proyecto de Evaristo Páramos en el que también está acompañado por Tripi y Txiki, lleva desde finales de agosto en barbecho para centrarse en La Polla.

Así, el viernes se completará el camino iniciado de manera oficial el pasado 13 de marzo, cuando el quinteto anunció su vuelta, aunque en realidad se venían dando pasos desde muchos meses antes. La chispa, más allá del aniversario de la puesta en marcha del proyecto en 1979, se encendió por los derechos digitales de los primeros discos del grupo, según ha contado el propio Páramos. Como les sucedió a otras tantas bandas de la época -da igual el estilo-, La Polla ha sufrido durante mucho tiempo ese mal de ver cómo otros gestionan lo que creativamente es propio pero legalmente no... por lo menos hasta determinada fecha.

Para ver cómo se gestionaba esa nueva situación, Evaristo, Sumé y Abel volvieron a encontrarse, dejaron a un lado los problemas que ocasionaron la ruptura definitiva en 2003 y llamaron a la puerta de un viejo amigo, Xabier Arretxe Polako, representante de Fito Cabrales y uno de esos nombres esenciales de la escena vasca más allá de los focos. De mano de su empresa, Cultura Rock Records, se trabajó en resolver la cuestión de los derechos y dejar todo claro para que la banda fuese por fin dueña de sus creaciones, pero también se aprovechó para poner sobre la mesa la posibilidad de volver de manera momentánea a hacer conciertos y tal vez grabar un disco. Dicho y hecho.

Desde finales del año pasado, el rumor de que La Polla estaba ensayando de nuevo para una posible gira empezó a hacerse cada vez más fuerte dentro y fuera de Araba. La realidad era que no solo se estaba trabajando en el local, sino que la grabación del álbum, con Haritz Harreguy a los mandos técnicos, se estaba haciendo carne. “En la grabación del disco fue todo como un tiro. El Abel, el Tripi, el Sumé, el Txiki y hasta yo mismo lo hicimos todo cagando hostias y sin pamplinas. Así tenían que ser todos los discos, la peña llevándolo claro y el técnico ayudando al grupo”, definía el pasado abril el propio Páramos en estas mismas páginas.

Desde entonces, aunque Gatillazo ha seguido actuando, los encuentros de La Polla para preparar la inminente gira no han parado, como sus propios componentes han ido contando en las redes sociales, poniendo los dientes largos al público con diferentes vídeos. La respuesta ha sido impresionante, no solo por los datos de taquilla. Y también se ha generado una gran expectación en países como Argentina (la formación ya tiene a la venta los pases para su concierto en Buenos Aires el 8 de febrero de 2020). “La respuesta ha sido un flipe, esperaba un poco de jaleo pero no tanto. Parece que somos más guays después de muertos”.

Mucho que recordar Ha llovido lo suyo desde que Evaristo, Fernandito, Maleguin, Sumé y Txarly formaron La Polla Records y dieron su primer concierto en Agurain (aunque Sumé no estuvo en esa primera actuación, se sumó justo después). “Hubo una cinta con la grabación del concierto que ahora valdría millones y que, gracias a dios nuestro señor, desapareció”, relata Páramos en el libro Qué dura es la vida del artista, un “anecdotario” de La Polla que el cantante publicó a finales del año pasado.

Desde ese momento hasta 2003, el grupo fue haciendo camino, convirtiéndose en una referencia para la escena punk tanto en el Estado como fuera, lo que se tradujo también en giras por diferentes países tanto del viejo continente como de Latinoamérica. Pero “siempre fuimos de pueblo y a mucha honra”, sumando seguidores y un buen número de anécdotas que jalonaron la particular historia de una formación ácida, combativa y políticamente incorrecta que fue aprendiendo a base de unos cuantos tropiezos de qué iba el negocio de la industria musical. “Ahora es como si fuésemos más importantes de lo que fuimos” dijo el cantante al anunciarse esta gira que está a punto de comenzar.

Un tour en espacios de gran aforo a los que el quinteto no teme. “No me asustan las multitudes, a no ser que lo que haya al otro lado sean hitlerianos que me miraran mal. Si son veteranos del Vietnam y chavalería a la que le han contado que somos la hostia, genial”. De hecho, parece que esa va a ser la tónica en las ocho actuaciones previstas, sin que parezca que haya posibilidad de contar con un concierto extra en tierras alavesas, aunque tampoco sería bueno poner la mano en el fuego.

“Nosotros no somos más necesarios ahora que antes. Más necesario que nunca es que la peña joven haga su propia movida. Para mí es muy fácil hablar con todo lo que he pillado y todo lo legendarios que somos y toda esa mierda. Pero sí creo que tuvimos una juventud mejor que la gente joven de ahora, que lo tiene bastante peor. Era bastante difícil empeorar pero lo hemos conseguido”. No hay duda, y sólo hay que escuchar buena parte del disco Ni descanso, ni paz!, de que una parte importante de las letras que La Polla realizó durante sus años de actividad han mantenido una vigencia pasmosa.

En 2003 se cerró la senda. Parecía, de hecho, que una vuelta era imposible. Páramos siguió camino en The Kagas y The Meas para asentar poco después el proyecto de Gatillazo, que retomará su senda en unos meses. De hecho, ya tiene canciones nuevas y planes de próximo disco. Pero ahora es La Polla Records quien exige protagonismo. Valencia es la primera parada.