Recital de Órgano y coro

José Luis Echechipía París, organista. Lesakako Abestatza, coro, directora y soprano solista: Marisol Pérez Olaetxea. Programa: obras de José Lidón, Lorenzo Perosi, Hilarión Eslava, Mozart, Nicolás Ledesma, Gorriti, Madina, Guridi, Gounod, Juan Ambrosio de Arriola, Jenkins, y Hammerstein. Programación: Ciclo de música para órgano en Navarra del Gobierno de Navarra. Lugar: iglesia de San Martín de Lesaka. Fecha: 21 de septiembre de 2019. Público: lleno (gratis)

El órgano Roqués de Lesaka ha sido testigo, durante más de 120 años, de la gran tradición de organistas -Echeveste, Taberna-, y de músicos en general -Pascual Aldave, por ejemplo-; y es uno de los tesoros más apreciados de ese magnífico lugar edificado por el agua y los paños de piedra de sillería que, majestuosos, se elevan en sus edificios civiles y religiosos. Y sigue con esa tradición, porque, el concierto del festival de los órganos en Navarra, aquí ha tenido una excelente respuesta del pueblo, organizando, incluso, actividades paralelas a la propia música. Todo corroborado por la excelente prestación de la coral local que, con su directora Marisol Pérez Olaetxea, nos ha sorprendido por el buen gusto con el que cantan sus componentes, con un repertorio ajustado a sus posibilidades, siempre dentro de la afinación -Ave verum de Mozart-, sin que asomen voces tempestuosas individuales, con un empaste que abre y cierra muy bien los reguladores -Perosi y Gounod-, y un trasfondo sentimental y emocionado en obras como el Aita gurea de Madina -con el solo de soprano en su sitio, cantado por la directora-, o el Edelweiss de Hammerstein.

El órgano, a pesar de que está más o menos al sesenta por ciento de sus posibilidades y necesita -como todo- una Itv, conserva un sonido maravilloso, sorprendente, diríamos, porque se hace, totalmente, con la acústica de la enorme iglesia de San Martín. José Luis Echechipía -hoy al frente de su exquisitamente amueblada consola, con el pedalier de madera reforzado por hierro- basa su recital en el contraste de unas sonoridades muy poderosas, con el tutti de trompetería, y el enganche de los dos teclados; y los suaves flautados que, en estos órganos, son aterciopelados, mullidos, muy redondos. He dicho que nos sorprende el sonido porque, en la sonata de Lidón, que abrió el programa, con un pasaje fugado de digitación virtuosística, el sonido llega hasta el presbiterio con una claridad barroca, absolutamente diáfana incluso en la mano izquierda, sin que nada se emborrone, con una reverberación elegante y justa; así, el órgano no se hace el remolón, al contrario, siempre va a responder a la digitación, por más veloz que sea, con una prontitud y soltura admirables. Ese diálogo con matices fuerte-piano, se acrecienta en el ofertorio 11 de Eslava, con lucimiento de ambas manos por separado. En la Elevación 11 de Ledesma prevalece la atmósfera recogida y de espiritualidad, con armonías que se abren al avanzado romanticismo, como en Gorriti. El programa es muy coherente: Eslava, su alumno Arriola -Ledesma, su sobrino Guridi -Gorriti-, y Echeveste, homenajeado por Guridi. De éste, una preciosa canción vasca, muy respetado su tema por una armonización de pedal suave y teclado austero; y el “Ofertorio” dedicado a Echeveste, de esplendoroso final, al que se llega con la progresiva incorporación de los registros. La versión es la de un gran organista. Como el festivo, y de gran lucimiento, ofertorio de Arriola. Y, por supuesto, la siempre espectacular tocata del Magníficat del compositor lesakarra, con el pedalier mandando, que se dio de propina.

Organo y Coral, son dos joyas locales que hay que cuidar. Una asociación entusiasta ya se está encargando de recaudar fondos para poner al día el órgano. Por desgracia -como ocurre en todos los coros- el relevo juvenil a esa magnífica tradición y buen gusto en el canto -sin duda cultivado por el repertorio popular de las canciones, que se escuchaban de generación en generación-, es mucho más incierto.