Al final, la banda navarra Cero a La Izquierda no hizo honor a su nombre; al contrario, nos dejaron un puñado de momentos inolvidables, tanto en sus discos como en sus conciertos. Pero las cosas terminan, y la historia de la banda llegó a su fin. Ahora, el que fuera su cantante, Javi Robles, está presentando sus primeras composiciones en solitario. Dice que no tiene planes, que escribe de forma natural y está presentando sus primeras composiciones en directo.

El concierto del viernes era acústico, aunque solo relativamente. Javi salió con guitarra acústica y le acompañó el gran Carlos Colina, en principio con la eléctrica, aportando sutiles dibujos para las canciones. Por detrás se veía un teclado, así que se intuían otros colores para cuando el concierto avanzase. Así pues, no fue una actuación eléctrica al uso, no había batería ni bajo atronando, pero sí variedad de sonidos. Comenzaron con Artesano y Bla Bla. Javi reconoció que era el segundo concierto de su vida en el que tocaba la guitarra. El primero debió ser el del bar Errota de Roncal de la semana pasada. Algunos de los que estaban en La Carbonera también habían asistido a ese debut a las seis cuerdas, y es que en las primeras filas había fans acérrimos, de esos que le siguen en sus actuaciones en directo y se saben todas las canciones (a pesar del poco tiempo que llevan en circulación).

En Todo lo que no, Colina se pasó al teclado, haciendo auténticas virguerías en el tramo final. De nuevo a dos guitarras, Hay momentos, y solo con piano Canciones de un hijo a un padre (háganse un favor, busquen esta canción por Internet, escúchenla con atención y arránquense la piedra negra que tienen en el lugar del corazón si no se emocionan con ella). Inmediatamente después, el ambiente bien caldeado se quedó solo para interpretar con su guitarra El abuelo, de su antigua banda.

Hubo después un breve descanso en el que sonó por los altavoces una versión acústica de Buscando en la basura, de La Fuga. Salvando todas las distancias, puede haber similitudes entre la música de Robles y la de La Fuga (o la de Rulo y La Contrabanda, o, en general, la de cualquiera que le dé tanta importancia al sentimiento que quiere transmitir como a la distorsión). Porque, aunque toque en semiacústico, lo suyo es puro rock: ahí esta la voz rasposa, la pasión y la visceralidad para demostrarlo, y así lo demostró tras el receso, dejándose la garganta en Lleno de parches y compartiendo escenario con la privilegiada guitarra de Alfonso Zarzosa en Tic Tac. De nuevo mano a mano con Carlos Colina, enfilaron el último tercio con la inédita Manifiesto, en la que intercalaba guiños a los Beatles (casualmente, en la semana en la que se cumplían cincuenta años de la publicación del Abbey Road). Como dupla final, Elogio absurdo y Calendarios pusieron la rúbrica a la actuación. Esperemos que la música siga guiando sus pasos. El nuevo camino parece prometedor.