pamplona - Conoce muy bien El Mesías de Händel, como cantante y a la batuta, pero ¿qué le aporta de diferente dirigir esta pieza en un concierto participativo?

-El Mesías es una obra monumental, llena de detalles. Siempre descubro cosas nuevas, aunque la haya hecho muchas veces. Además de lo que uno espera y tiene de emoción, de intensidad y de expresividad, diría que cada vez que la interpreto siempre hay un detalle nuevo o alguna sorpresa que Händel esconde dentro de la partitura y que dependiendo de los músicos, de la sala, del momento de cada uno, puedo hacer visible y disfrutarlo. Cada vez que la interpreto vivo un Mesías nuevo.

El concierto de hoy en Pamplona demostrará el poder social del canto, del hecho de unir tantas voces de personas diferentes...

-Sí. Los Mesías participativos son conciertos muy especiales. A lo monumental de la obra se une en este caso que el telón que separa el público del escenario, de los profesionales músicos, se derrumba, se cae. Hay una parte de coros participativos que están entre el propio público y que muchas veces son público de conciertos clásicos... que esa barrera se rompa garantiza una transmisión todavía más directa de emoción y expresividad y hace que el público empatice más fácil.

¿Cómo vive el hecho de dirigir a cantantes no profesionales? ¿Hay una pasión más espontánea?

-Evidentemente los códigos de comunicación son distintos, y en eso yo intento estar atento. La potencialidad va en direcciones distintas; en la profesionalidad uno sabe bien hasta dónde puede llegar y está establecido por criterios profesionales, y los criterios del amateurismo son distintos, ahí hay grandes sorpresas. De hecho, en Pamplona me he encontrado con una muy grata sorpresa, los coros participativos navarros suenan fantásticos, son de los mejores que he podido escuchar. Se puede trabajar bien el fondo, pero hay que tener cuidado porque es gente que viene de trabajar ese día en sus trabajos y viene a la noche a poner todo lo que tiene, toda su ilusión y todo lo que conoce. Hay que estar atento, requiere mucho respeto y cariño y eso hace que ellos disfruten y que el público disfrute.

¿Qué proyectos tiene tras esta cita prenavideña en Pamplona?

-Este es mi último concierto del año. En enero dirijo a la Sinfónica de Galicia haciendo Magnificat de Bach y la versión de Bach del Stabat Mater de Pergolesi. Sigo con mi labor pedagógica en la Universidad de Salamanca, y luego tengo una gira con el Stabat Mater de Pergolesi, dirijo el Orfeo de Gluck y lo canto en Granada, porque estoy como artista residente de la Orquesta Ciudad de Granada, y sigo con conciertos fuera, en Viena, Munich, Bruselas...

Estamos en la recta final de 2019. ¿Un deseo para el sector de la lírica para el nuevo año?

-Me encantaría que el sector, como muy bien lo has expresado, fuera más consciente, más responsable y más honesto. Con eso, la música florecerá en todo su esplendor, sin ninguna duda. - P.E.C.