Madrid. La alta intensidad de la obra de Jordi Casanovas "Jauría", basada en las actas del juicio de La Manada, le está pasando factura a su intérprete, María Hervás, que asegura que se siente "agotada emocionalmente" a la vez que agradecida por el impacto de una pieza que ha provocado "un tsunami que arrasa todo".

La obra, dirigida por Miguel del Arco, se estrenó en marzo del año pasado y tras un breve descanso vuelve a partir del 8 de enero al Teatro Pavón con Fran Cantos, Pablo Béjar, Álex García, Franky Martín, Ignacio Mateos, Javier Mora, Martiño Rivas y Raúl Prieto.

"Yo no venía preparada para lo que ha pasado. No es que me haya venido grande pero me ha transformado. Me ha ayudado a ser mejor y estoy muy agradecida por ello pero hay momentos en los que me siento como si me hubiera pasado un tren por encima. Como le digo a mi padre 'estoy jodida pero contenta'", afirma la madrileña en una entrevista con EFE.

El 7 de julio de 2016, un grupo de cinco chicos, que se autodenominaban La Manada, se cruzaron de madrugada en las fiestas de San Fermín con una chica a la que acabaron violando, unos hechos por los que fueron juzgados y condenados a 15 años de prisión el pasado mes de junio.

La obra ha tenido tal impacto en círculos feministas que Hervás se ha convertido, dice, en "una especie de icono de la lucha por la igualdad" y son ya varias las espectadoras que al término de la función o en los coloquios que han organizado le han confesado que a ellas también las habían violado.

"Es como una labor social y yo no venia preparada para eso. Me veo súper distinta de la que era hace un año. Estoy agotada. Nunca me imaginé esta repercusión", se asombra la actriz (1986).

"Jauría" es la transcripción literal del juicio a La Manada en formato de teatro documental, un examen crítico al machismo.

"El espectáculo es muy conmovedor. En el caso de La Manada todos creíamos saber lo que había pasado pero luego te vas dando cuenta por las palabras que se dijeron en el juicio de que no conoces tanto de lo que ocurrió".

Los testimonios durante la vista de la víctima -el papel de Hervás- y de sus agresores "arroja mucha luz sobre un caso que no conocemos en realidad y permite al espectador elaborar mejor las ideas", dice.

Miguel del Arco, explica Hervás, aporta a un texto a priori "absolutamente árido, seco, tedioso y repetitivo" la humanidad, la racionalidad y la emotividad.

Hervás ha tratado de ponerse en la piel de la víctima "de forma intuitiva" pero cree que no es imposible llegar a hacerlo del todo, que en el fondo es "una idealización".

"Para trabajar desde la verdad hay que asumir que no hay una manera total de actuar sino que hay que hacerlo asumiendo el personaje poquito a poco. ¿Qué significa ser una mujer violada?", se pregunta.

A la actriz le parece "obsceno y osado" desear que alguna vez la protagonista real de la historia fuera a ver la obra pero, si algún día sucediera, espera que perciba que lo han hecho "con todo el amor del mundo y que eso le ayude a sanar la herida".

También espera que 2020 le permita en algún momento encontrar espacio para renovar una energía que le quita no solo "Jauría", con la que estarán todo el año de gira, sino "Ifigenia en Vallecas", un monólogo con el que empezó en 2017 y que sigue haciendo en los escasos fines de semana que tiene "libres".

"Creo que estoy tocando fondo. Por un lado estoy muy orgullosa de me den estos papeles de tanta intensidad y compromiso pero por otra parte estoy agotada emocionalmente. Luego encima tienes que aguantar a los detractores insultándote... Esto es más que teatro, esto es un acto político", añade riéndose.