pamplona - Que a nadie le sorprenda si un día de estos ve al escritor Aitor Iragi, autor de A las 10 en el Diez, pasear con una nariz de payaso roja. No, no se ha vuelto loco. Es el elemento con el que arranca su nueva novela, La venganza del maquillador de muertos (Editorial Titanium), y que, según asegura el propio Iragi, dio fruto a todo lo demás. "Visualicé esa frase con la que empieza el libro -'Trabajar en un tanatorio y poner una nariz de payaso en un fiambre es motivo de despido', lee- y después surgió el resto de la trama", afirma. Una trama, por cierto, que se mueve entre la novela negra y la policíaca donde temas como la venganza, el bullying, género u homosexualidad toman relevancia. La presentación de este nuevo trabajo de Iragi tendrá lugar mañana, a las 19.00 horas, en el Palacio del Condestable.

Y si el libro empieza con un cadáver con una nariz de payaso, sigue con una cuadrilla en la que sus miembros no se llevan tan bien como parecía y un desaparecido. El autor hace hincapié en la historia de cada personaje porque le interesa "su evolución a lo largo del libro" y, para eso, "hay que darles su espacio". "No es una novela negra típica basada en algún barrio marginal, sino que se muestran a personas de clase media alta que tienen unos problemas que todavía les pesan", dice. Y lo que estos -o la gran mayoría- muestran al lector es que "en un minuto, por una mala decisión, una vida feliz se puede estropear del todo". Y, también, que lo que prevalece sobre cualquier cosa es "la sed de venganza".

Pero más allá, el libro aborda otros asuntos como el bullying, la homosexualidad o la violencia de género puesto que son temas "que están en nuestro día a día, que vemos en la televisión y leemos en los periódicos" y que a Iragi le resultaba imposible obviar. Más, teniendo en cuenta que lo que procura es presentar una novela con tintes muy realistas. "Todos los que salen son personas que podrías encontrarte cualquier fin de semana, salvando las distancias con algún aspecto concreto, porque no he querido dotarles de características que resulten irreales al lector; así son más cercanos", sostiene.

El autor presenta, en esta ocasión, una Pamplona algo diferente, llena de obras para un metro subterráneo, murallas en vez de ensanche o turistas por doquier. "Me gusta mucho escribir sobre Pamplona y me gusta poner aspectos íntimos de la ciudad que solo entenderán los navarros de toda la vida", apunta Iragi, quien quería "jugar con la ciudad" e imaginar "que no se hubieran hecho algunos destrozos arquitectónicos que se han llevado a cabo" para dar un punto diferente a la ciudad.

Y como en toda novela policíaca que se precie, no pueden faltar los malos de la película. "Pero no los malos con pedigrí, que han nacido malos y ya está, porque no me interesan literariamente; sino los malos momentáneos, que en un momento determinado reaccionan de una mala manera por algo", puntualiza Iragi, quien ha querido jugar "con lo que hay detrás de una persona normal que tiene su trabajo y que, de repente, acaba despidiéndose y haciendo muchas otras cosas" que no quiere desvelar.