Vitoria - Vienen de dos llenos consecutivos en Donostia y no sería de extrañar que vuelvan a colgar el cartel de completo en Gasteiz. No sería la primera vez. En este caso, Atera es la mejor excusa para el reencuentro con Asier Basabe, Rubén González, Iñaki Imaz Piti y Aiora Renteria, una cita que se producirá el sábado en Jimmy Jazz con Sega Sound Killers como invitados y los pases a 11 euros.

El disco está funcionando muy bien, acaban de tocar en Berlín, Ámsterdam y París, vienen de dos llenos consecutivos en Donostia... ¿Ha echado la lotería por si las cosas pueden ir todavía mejor?

-No nos hacen falta ni loterías ni que nos toquen, estamos bien (risas). Estamos disfrutando. Creo que hemos hecho un discazo. Por primera vez podemos decir que lo que suena y lo que había en nuestro cerebro es muy parecido. Hay temazos y funcionan muy bien. Venimos de Donostia extasiados. Fue una gozada. Nos lo pasamos teta. Y la intención es seguir. Es que está siendo una gozada todo el proceso.

Pero después de más de 20 años, ¿como encontrar alicientes nuevos para que esto no se convierta en algo funcionarial?

-Somos muy constantes en muchas cosas. Somos los mismos cuatro durante 23 años. El equipo que llevamos alrededor es casi el mismo. Y no tenemos ninguna intención de cambiar eso porque funciona. Pero aunque las cosas funcionen, siempre hay que darles un toque nuevo porque si no, se estancan. Es lo que hemos intentado con Atera, que haya un movimiento para romper con el estancamiento y no llegue el momento de estar en un concierto simplemente porque te toca hacerlo. Cada concierto tiene que ser una oportunidad de expresarte y disfrutar de ello. Estamos en ese camino. Por eso en este disco hemos cambiado de productor y hemos ido con Campi (Carles Campón). Él nos metió unos cuantos sustos (risas). Nos mandó a Garate Studios, al monte nueve días, nos hizo grabar los cuatro juntos... Él quería un cambio en la manera de hacer el disco y ha tenido su efecto. El resultado es un sonido más compacto, muy parecido a la sensación de fuerza que tiene la banda cuando está en directo. Ese pequeño cambio nos ha hecho darle un giro a todo.

¿No molesta que venga alguien, 23 años después, a cambiar las formas que una tiene de hacer las cosas?

-Que tu tengas tus formas de hacer las cosas no significa que sean buenas. O puede que sean interesantes para determinados momentos, pero no para otros. Lo básico en esta vida es que podemos cambiar. No hay ningún problema para hacerlo. Nos da miedo, pero no puede ser un drama, no sé, irte a otro estudio a grabar. Pruebas y ves si funciona. Los cambios no nos tienen que dar miedo; además, la alternativa es que aparezca el olor a estancado que a nadie le gusta.

¿Qué tiene que pasar cuando cualquier persona que oiga el disco pase la última canción?

-Que tenga ganas de volver a darle al play para escucharse el disco completo. Pero la mayoría de la gente ya no se acerca a la música a través del disco, sino de Spotify, así que por lo menos esperamos estar en alguna lista de reproducción y que se escuchen los temas más de una vez. Yo también me pongo Spotify, no te pienses. La cuestión es que la gente escuche Atera. El disco, tal y como está planteado, tiene su sentido pero los temas también funcionan por sí solos. Las formas de escuchar, me dan igual. La cuestión es que se escuche y ojalá guste.

Pasemos de las formas, hablemos de los fondos.

-Dice Gorka Urbizu, que nos hizo la hoja de promoción del disco, que aquí están todos los Zea Mays posibles. Es así. Nunca nos hemos cortado a la hora de componer. No tenemos límites. Da igual que estilo sea. Todas estas canciones somos nosotros y no podemos negarlo. Todas esas canciones nos llenan y emocionan. Las que no están es porque no nos han llegado a nosotros mismos. Ahora estamos jugueteando con el mundo sinte y disfrutando.

A nadie le tiene que pillar de sorpresa, de todas formas, lo del sintetizador o... En realidad, Zea Mays siempre ha ido probando.

-Siempre, eso es así. Vamos aprendiendo a cada paso.

Mencionaba a Gorka Urbizu y es verdad que en los últimos tiempos son varias las bandas que como Berri Txarrak, empezaron más o menos con Zea Mays y están despidiéndose de la escena. ¿No tienen la sensación de estar empezando a ser, por así decirlo, los últimos de Filipinas?

-A mí lo que me pasó con Berri Txarrak cuando dijeron que lo dejaban fue la sensación de decir: resulta que vamos a ser mortales. La sensación que tengo con Zea Mays es de inmortalidad. Vale, es una sensación muy de niño pero es la verdad. Pienso que es algo que siempre está conmigo y que siempre va a ser así. Al ver lo de Berri Txarrak, piensas: vale, esto también tendrá un final. Nosotros, por ahora, seguimos y con ganas. Me parece muy valiente lo que ha hecho Berri, es decir, dejar el grupo en un momento tan tocho.

Así que el camino sigue y lo hace con unos conciertos como el del sábado, en el que el público se va a encontrar con los nuevos temas pero también con esos clásicos que no pueden faltar salvo que quieran tener un problema.

-Quien venga a la Jimmy lo va a tener todo. En estos conciertos de presentación tenemos la suerte de poder ofrecer actuaciones de casi dos horas, no es como en festivales o fiestas. Hacemos diez temas del disco nuevo y luego las canciones que nunca puede faltar, no ya por la gente, sino también por nosotros. La intención es que cuando acabe el bolo, la gente siga hablando de él unas horas e incluso unos días después, que se acuerde del concierto o de ciertos momentos algo después.

Llegar un sitio lleno, ¿da o quita responsabilidades?

-Nada está hecho y el concierto tiene que ser bueno para 4 o para 400. La responsabilidad es la misma. Sí vas más tranquila porque sabes que vas a estar más arropada. Pero la responsabilidad y las ganas siempre son las mismas. Yo vivo tensa y mi tensión está siempre (risas).