a lectura tiene múltiples beneficios. Aumenta la función cerebral, puede volvernos más empáticos y sensibles, nos entretetiene, contribuye a fijarnos metas y objetivos, ejerce un efecto terapéutico, refuerza vínculos entre padres/madres e hijas/os, incrementa el vocabulario, mejora la ortografía, ayuda a enfrentarse a los conflictos, aporta conocimientos, reduce el estrés... Y así hasta sumar un sinfín de ventajas. Por eso, y sobre todo porque nos distrae de preocupaciones y dirige nuestras mentes a mundos diferentes en los que habitan otras personas en circunstancias distintas, leer puede ser una actividad de primera necesidad durante estos días de confinamiento obligado. Y llena bastante el tiempo, lo que no es poco.

Desde DIARIO DE NOTICIAS hemos querido hablar con escritoras y escritores navarras/os para que sean las/os expertas/os las/os que hablen en estas circunstancias. Todas/os permanecen en casa, así que están en las mismas circunstancias que la mayoría de las/os ciudadanas/os y la correa de sensibilidad y solidaridad es grande, de modo que, preguntadas/os por este periódico, ofrecen a las/os lectoras/es algunas sugerencias literarias.

El poeta Javier Asiáin, autor de títulos como El instante lúcido, Liturgia de las horas y El triunfo de Galatea, entre otros, cuenta que estos días empieza “a tener tiempo para las lecturas sin cronómetro”. También para la escritura, “aunque, en mi caso, la poesía se me da cuando más ajetreado suelo estar”. “Basta que me ponga con todo el tiempo del mundo a ello para no escribir un verso decente”. A la vez, como es responsable de una empresa, “estoy trabajando en la oficina a puerta cerrada, intentando actualizar tareas atrasadas”. Como reflexión, ve este período largo en casa como una gran oportunidad “para la lectura lenta, la creación y la meditación, siempre relegadas en la vida ordinaria a espacios demasiado reducidos”. Por eso, cree que no hay que pensar tanto “en lo que estamos dejando de hacer, sino más bien en lo contrario, en las oportunidades que nos brinda este nuevo espacio y tiempo de reclusión, que son muchas”.

Como recomendaciones, Asiáin apuesta por el libro de poemas de Antonio Manilla titulado Suavemente ribera (Visor, 2019), un volumen “para el recogimiento, los pequeños detalles y la contemplación”. “Es un libro de diálogos con el paisaje -ahora que tanto lo echamos de menos-, de tendencia a la línea clara y lenguaje clásico. Contenido. Con amplias reminiscencias a Machado y su estética naturalista, es un libro con el que dentro de casa podemos fácilmente viajar a esos lugares naturales que hace bien poco podíamos tocar con las manos. De lenguaje sencillo y puro. Poesía verdadera”, afirma el poeta.

En su caso, Carlos Bassas del Rey, ganador del Premio Hammett en 2019 por su novela Justo, cuenta que se encuentra “inmerso” en el proceso de corrección de su nueva novela, lo que ya de por sí le suele “confinar”. “La única diferencia que esta cuarentena me ha traído ha sido la suspensión de las clases presenciales que suelo dar y me que obligan a salir al menos una tarde a la semana; o los cafés que en el bar de debajo de mi casa, que me previenen de volverme completamente loco”, aunque afirma que “no hay nada que una buena lectura o una buena serie no puedan sustituir”.

Sus sugerencias literarias tienen que ver “con aquellos libros que todos tenemos en las estanterías y de los que las novedades nos apartan”, y cita “grandes clásicos” como El conde de Montecristo, de Alejandro Dumas, o Miguel Strogoff, de Julio Verne. “Jamás decepcionan”. Y para los más pequeños, Los tres investigadores, de Robert Arthur, “o Alfred Hitchcock y los tres investigadores, que era el título con el que los editó Molino aquí”. “Es una lectura fenomenal para que los mayores los volváis a disfrutar e iniciéis a vuestros hijos en el viaje”, termina.

Aingeru Epaltza, escritor y traductor con un nuevo título, Mal de altura (Txertoa) en el mercado, indica Itsu kolpeka, primer libro del pamplonés Alfonso Gartziandia, publicada en diciembre. “Es una entretenida novela de serie negra que discurre por una geografía conocida, la Pamplona actual, con todos los ingredientes del género”. Dentro de la literatura juvenil señala Izarrak errudun, de John Green, traducido por la pamplonesa Usoa Wyssenbach Ibarra. Es la historia de Hazel, una chica de 16 años, y Gus, un chico de 18, que se conocen en un grupo de apoyo a jóvenes con enfermedades graves.

Fátima Frutos, que preside la Asociación Navarra de Escritores/Nafar Idazleen Elkartea (ANE/NIE), recomienda El barco caníbal, de Ramón J. Soria Breña, para lectores adultos, “por su prosa precisa, dotada de un alto instinto a la hora de narrar, con influencias galdosianas, con reminiscencias novelísticas tipo Zweig, y una claridad expositiva diga de convertirse en referente”. Y para público infantil, El cuento de Perico el conejo travieso, de Beatrix Potter, cuya saga de Petter Rabbit ha sido leída y traducida en todo el mundo. “Destaca en ella el sentido de lo esencial y la naturalidad a la hora de dirigirse a los niños y a las niñas”, apunta Frutos.

La poeta es “grupo de riesgo” por graves problemas de salud subyacentes, así que reconoce estar viviendo este momento “con angustia”. Intenta paliar la cuarentena “con humor, conversaciones con los amigos a través de whatsapp, teléfono, redes sociales, etcétera”. En estos momentos está ocupada finalizando una novela propia y corrigiendo otra de una amistad y quiere destacar “el grado de solidaridad que surge entre las personas, incluso prácticamente desconocidas”. Pone un ejemplo: “Hoy (por el lunes) me han dejado en el felpudo una bolsa de carne, huevos, pollo y queso”. Eso sí, pide que no se abandone a los grupos de riesgo, opina que solo “podremos salir de esta si estamos unidos” y pide que se repiense Europa. “No puede ser que Cuba, China y Venezuela nos ayuden y el Reino Unido y EEUU miren hacia otro lado. El neoliberalismo mata, lo estamos viendo”, subraya.

Patxi Irurzun también espera que como sociedad esta situación “sirva para repleantearnos valores y prioridades” y coincide en su preocupación “por la gente más vulnerable”. Como su madre, “que vive sola y eso te genera cierta inquietud”. La misma que ha vivido en persona porque tanto él como uno de sus familiares directos han tenido fiebre, “aunque hemos estado más o menos tranquilos porque no teníamos otros síntomas”. La logística en casa tampoco es sencilla. Con sus hijos recibiendo clases a distancia, su mujer teletrabajando y él escribiendo, “andamos disputándonos el ordenador”, pero supone que “habrá que ir estableciendo rutinas y acostumbrándose”. A él también le han suspendido algunas charlas y visitas a colegios, y en abril iba a publicar su nuevo libro, pero no sabe qué pasará, si se podrá imprimir, cómo afectará esta crisis a las ventas... “Pero, por supuesto, eso ahora tampoco importa mucho, lo que importa de verdad es superar juntos esta situación con el menor número de personas posibles”.

Irurzun apuesta por recomendar relatos, sobre todo porque estos días “a mí al menos me pasa que me cuesta concentrarme en una lectura larga”. Por eso propone Pelea de gallos, de María Fernanda Ampuero, y Manual para mujeres de la limpieza, de Lucía Berlin. Y para los más pequeños, Pequeño Vampir, de Joan Sfarr, “que sacó en una edición compacta Fulgencio Pimentel”.

El caso de Ismael Martínez Biurrun es “un poco singular” porque es profesor on line, “de modo que estos días sigo trabajando igual, o incluso más, porque mis alumnos también están atrapados en sus casas y escriben como locos”. Para adultos, aconseja dos títulos. El primero, La nube púrpura, de M. P. Shiel, “una de las primeras novelas de ciencia ficción apocalíptica”. Se escribió en 1901, lo que hay que tener en cuenta “porque no está hecha con el ritmo cinematográfico de las novelas actuales, aunque también es interesante por eso”. Y “para quien no tenga el ánimo para cataclismos”, Personajes secundarios, de Paula Fox, “una joya intimista y sugerente recientemente editada por Sexto Piso”. Como novela juvenil, se fía de la palabra de su hijo y apuesta por La quinta ola, de Rick Yancey.

Maribel Medina se considera afortunada por estar “en una casa rodeada de prados y vacas, así que este aislamiento lo vivo como algo casi cotidiano”. “En esta época siempre hay montones de cosas que hacer: airear la tierra de la huerta, abonar los frutales y los rosales, plantar los semilleros...”. Y si hace mal tiempo, “cocino, leo, juego a la Wii, que es un buen ejercicio, intento escribir -de momento se queda solo en el intento-, veo la televisión...” La autora de la trilogía Sangre de barro, Sangre intocable y Sangre entre la hierba, invita a descubrir 1793, de Niklas Natt och Dag. Es un thriller histórico en la Suecia del siglo XVIII, que, “además de enganchar, lo que describe es tan terrible que creo que al lector no le parecerá tan mala la cuarentena”. En juvenil, opta por Antes del fin del mundo, de Emilio Calderón, “una distopía futurista”.

“Leer y escribir son, y han sido siempre, mis mejores aliados en momentos duros”, y estos lo están siendo, o al menos no son sencillos, comenta Laura Pérez de Larraya, que el año pasado publicó Sangre de cristal, primera entrega de la saga La hija del viento. “Intento ocupar el tiempo en tareas que desalojen del cerebro esos pensamientos que, si los repetimos en bucle, acaban sumiéndonos en la tristeza”, dice. Y al público adulto le sugiere “un libro muy apropiado para esta situación”. Se trata de El frío modifica la trayectoria de los peces, de Pierre Szalowski. La obra “muestra el comportamiento de una comunidad de vecinos durante un apagón que altera por completo su modo de vida”. Es una novela “de lectura fácil” y “centrada en relaciones humanas muy bien construidas”. Al público más joven “les ofrecería cualquiera de las sagas enmarcadas en el universo Cazadores de sombras”. Se compone de una hexalogía ambientada a principios de los años 2000 y de dos trilogías, una en la actualidad y otra en el Londres victoriano. “Así cada uno puede escoger adaptándose a sus gustos; todas ellas son historias de fantasía urbana repletas de amor, batallas y mucho humor”, concluye.

Susana Rodríguez, directora de Pamplona Negra y responsable de libros como Una bala con mi nombre, lleva cinco años trabajando en casa, así que su día a día “no ha cambiado demasiado”, salvo “por el hecho de estar rodeada de toda mi familia, cuando lo normal era estar sola”. La preocupación por sus mayores, “que se ha incrementado hasta cotas muy altas”, y la continua consulta a los medios de comunicación son dos gestos habituales ahora para ella, que echa de menos “conducir y la libertad de decidir si entro o salgo, más que el hecho de entrar y salir”. Por lo demás, está “convencida” de que “saldremos de esta”, así que, en ese sentido, está “tranquila”.

En el ámbito literario, recomienda Salvaje, de Cheryl Strayed. “Ahora que tenemos que estar encerrados, nada mejor que un libro de viajes que narra la epopeya física y emocional de una mujer que lucha contra sus propios fantasmas a lo largo de una caminata de casi dos mil kilómetros”. Y también apuesta por los viajes para la gente joven, de la mano de “cualquier título de Julio Verne, empezando por La vuelta al mundo en ochenta días y terminando por Veinte mil leguas de viaje submarino, pasando por Viaje al centro de la tierra”. En libro o en cómic, es un autor “imprescindible”.