- Un día Raquel Taranilla se rebeló contra su vida, lo hizo porque se dio cuenta de la cantidad de “conversaciones vacías” que tenía con sus amigos en las que “exhibir el bagaje cultural se había convertido en el modo de crearse un identidad prestigiosa”. Y entonces escribió Noche y océano. Una obra con la que ganó el Premio Biblioteca Breve 2020 (Seix Barral) y cuya promoción está haciendo desde su casa de El Escorial, donde atiende por teléfono a Efe y lamenta cómo teniendo el monte ante su ventana no puede salir a pasear junto a su hija.

Su obra hace una crítica divertida y certera del “hambre por consumir cultura”, de esa “necesidad” de llenar nuestras horas de consumo de libros, series o cine, a ser posible que no sean seguidos por masas. Y eso es lo que aborda este libro que arranca con la desaparición de la cabeza del cineasta alemán F.W. Murnau, el creador de Nosferatum, un artista bien conocido por la autora porque considera que es un “tipo de otro tiempo” porque cuando estaba haciendo sus películas mudas (a principios del siglo XX) se inventa el cine con sonido y su “momento histórico se va a la mierda”. El personaje de la novela, Beatriz Silva -profesora de universidad también- es una especie de alter ego: “Bea es el producto de ese modo de vida, de esa creencia muy elitista de la cultura que se revela muy incapaz de llevarle a alguna conclusión; ella sabe mucho, pero consume cultura como una persona bulímica”, explica.

“Todos somos un poco Bea -se lamenta- y parece que esto no tiene cura, mira lo que estamos haciendo, estamos combatiendo el virus mirando Netflix y hemos permitido que nuestro abuelitos se mueran solos”.