unca antes habíamos mirado tanto por la ventana o el balcón de casa. Este confinamiento, además, nos descubre el paisaje cotidiano como una estampa nueva, inédita, transformada por la ausencia de ritmo vital en las calles, por la falta de transeúntes, ruido de tráfico, actividad de bares y comercios.

De pronto, una mira de otra manera, pone el foco donde antes nunca lo hubiera puesto. Y se activan sentidos que siempre están, solo que muchas veces adormecidos o bloqueados por la prisa y el estrés de los horarios impuestos por un sistema basado en la producción y el consumismo.

En este encierro forzoso nos sentimos presos, pero, a la vez, de alguna manera somos más libres que nunca.

Creadores y, como tales, buenos observadores, el escritor Carlos Bassas, la cineasta Helena Taberna, el músico y compositor Josetxo-Goia Aribe y la actriz y narradora Belén Otxotorena comparten desde estas páginas inspiraciones con lectores y lectoras, desvelando desde la intimidad de sus hogares -de sus ventanas y balcones- cómo se enciende la chispa de la creatividad a partir de una imagen: la que les aporta la vista al exterior desde el interior de sus casas.

Plazas habitualmente concurridas de gente a casi todas horas, como las de Yamaguchi o el céntrico Ayuntamiento de Pamplona, calles de barrio en las que, ahora, en el vacío que deja la ausencia de paseantes y conductores, lo que resplandece por encima de todo es la naturaleza -un árbol frondoso, símbolo de la primavera en el entorno urbano- o el mobiliario de siempre, como unos contenedores de basura, pueden ser escenarios de historias negras, de amor y desamor, de ingeniosos cuentos con juegos de palabras, e incluso pueden darnos una oportunidad privilegiada, la de conectar con la música por excelencia: el silencio.

Allá vamos.