- Mayte Vélaz Sancha presenta hasta el 19 de julio en la planta baja del Pabellón de Mixtos de la Ciudadela Coger carrerilla, saltar y dar un abrazo, una muestra en la que hace un recorrido por la evolución de su producción artística durante los últimos años, aunando expresiones, formatos y materiales. Se pueden contemplar pinturas, esculturas, dibujos, objetos, esmaltes o un vídeo, entre otras obras. Las creaciones están dispuestas por el suelo, las paredes y los paneles, a veces superpuestas unas con otras.

El mayor peso de la exposición se concentra en 38 óleos sobre tabla, 63 producciones de esmalte sintético sobre distintos objetos y superficies y 26 dibujos de lápices de colores sobre papel. A ellos se unen, en menor número, esculturas en las que se combinan cobre, aglomerado, madera y cristal; objetos de cementos y escayola, papeles de seda sujetos a alambre y cinta; dibujos de lápices de colores, pinturas para tela en spray, collages y un vídeo.

El origen de la muestra se remonta a 2016, cuando Mayte Vélaz trabajó en unas esculturas con maderas, aglomerados, cobre y clavos. Posteriormente, a raíz de la exposición Los burros guais, en 2018, empezó a realizar dibujos con distintas técnicas sobre diferentes superficies, pequeños collages con materiales diversos y esculturas con cemento y escayola. Ya el año pasado creó con pintura sintética, carboncillo sobre papel y óleo sobre tabla, papel y otras superficies. A esta evolución se ha unido, durante el confinamiento, el uso de los lápices de colores y la grabación de un vídeo.

Así, a los trabajos realizados en este tiempo se han sumado otros anteriores y se han revisado algunas obras antiguas que han cobrado ahora otro significado y han inspirado nuevos trabajos. La exposición muestra parte de un proceso creativo que ha estado en continuo crecimiento y transformación. Incluso, tal y como recoge la presentación del catálogo de Mila Flamarique, lo que ahora se puede ver es necesariamente diferente a lo que habría sido mostrado si la exposición se hubiera celebrado entre marzo y abril, como estaba prevista inicialmente. Por ejemplo, buena parte de los retratos han sido realizados durante este periodo de confinamiento, coincidiendo con un momento en el que las relaciones personales han estado muy limitadas. Por lo que no puede ser una casualidad la necesidad de plasmación de rostros de personas cercanas que han formado parte de la vida de la artista.

En el proceso creativo, la autora se ha planteado optar por obras de tamaño pequeño y mediano ya que ha desarrollado cierta ‘culpabilidad’ por haber hecho trabajos de grandes dimensiones que han complicado su almacenaje, al mismo tiempo que ha reflexionado sobre la necesidad de no contribuir a la acumulación de residuos o de intervenir lo menos posible en el medio. También ha elegido reutilizar materiales usando papel, cartón, celofán, madera, tela, plástico o alambre como base. Y ha suprimido las delimitaciones tradicionales de los géneros artísticos y ha unido en una misma obra pintura, escultura, collage, instalación o performance.

Buena parte de los retratos se han realizado durante el confinamiento, cuando las relaciones personales estaban muy limitadas