uando entró, hace un año, en la capilla del Museo de Navarra para empezar a dar forma a este proyecto, Celia Eslava (Pamplona, 1955) sintió que debía dirigir su mirada “hacia arriba, hacia lo alto”, y después hacia sí mima, hacia su interior. Esa búsqueda de identidad le conectó con la certeza de que, según sus propias palabras, “construimos nuestro propio yo a través de la mirada del otro”. Y sobre este pilar la artista ha construido Develãre.

Una muestra exquisita, tan delicada e íntima como repleta de significados abiertos, que demuestra que el arte es alimento para el alma y motor de autoconocimiento. En este caso, autoconocimiento desde lo femenino. Porque, como dice Eslava, “lo que no se dice, lo que se silencia de lo femenino, existe”, y ella ha “sentido la necesidad de ponerlo en valor”.

En el marco del ciclo Todo el arte es contemporáneo en el que ya han expuesto anteriormente en la capilla Dora Salazar y Carlos Irijalba, la creadora navarra, exploradora habitual de cuestiones relativas a la corporalidad y a la naturaleza desde una perspectiva autobiográfica -lo que crea le nace de dentro, y eso se transmite desde que uno pisa la capilla del Museo de Navarra-, se sirve de las posibilidades que brindan el tejido, los hilos, los anudados y la cerámica, de materiales y técnicas que van brotando al ritmo natural -al que tendría que discurrir siempre la vida-, para conectarnos con esa esencialidad de la que lamentablemente tan lejos estamos como sociedad la mayor parte del tiempo.

Celia Eslava presenta aquí ocho piezas -siete de ellas realizadas expresamente para este proyecto-, y, en un diálogo en armonía con el espacio -y con una obra romana del museo (el Torso de Artemisa)-, nos invita a reflexionar sobre lo importante. Como la necesidad de poner los cuidados en el centro. “Con el confinamiento se pone ahora muy de actualidad la ética del cuidado. Una responsabilidad y una carga que sigue siendo de la mujer, y a la que hay que dar valor si queremos que la sociedad sea saludable y funcione”, defiende la artista del color blanco, esa tonalidad que le brinda “siempre la posibilidad de volver a empezar”.

El otro esconde el Yo, una pieza compuesta por cinco faldas colgantes que nos brindan la oportunidad de acceder a nuestra intimidad y que nos devuelven nuestro propio reflejo, es la obra central de Develãre, que invita a deleitarse con otras evocadoras creaciones como Las escaleras, Las cajas o Lo inaccesible.

Junto a ellas, lucen Herbario-Sudario, de 2018, adquirida el año pasado por el Museo de Navarra, y Cariátide, un conjunto de moldes y contramoldes, de fragmentos, piezas en proceso que sugieren un intento ideal de construcción de lo femenino. Porque “la mujer, en la conquista de su espacio, se encuentra muchas veces fragmentada y en evolución”, reflexiona la autora.

Develãre incluye visitas acompañadas, que se irán anunciando próximamente, y varios talleres. El domingo 28 de junio la propia Celia Eslava guiará una visita a las 12.30 horas (aforo de 25 personas). Los talleres infantiles de verano, bajo el título Construir con telas, estarán inspirados por esta exposición, y se orientarán a acercar a niños y niñas desde 6 años un nuevo campo de creatividad inmenso y precioso de la mano de Gabriela Barrio, de Tea en la azotea.

“Lo que se silencia de lo femenino existe, y he sentido la necesidad de ponerlo en valor”

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