- Como un vacío largo. Así define Javier Ruibal

Llega a Navarra en plena vuelta a los escenarios, ¿ha sido emocionante retomar los conciertos tras unos meses inciertos?

-Mucho. Con todo el ánimo de respetar a los demás y de respetar nuestra salud también, pero ha sido un vacío largo y con mucha incertidumbre... Así que estamos un poco desconcertados todavía, pero entraremos en afinación, que es lo que importa. Y durante todo el confinamiento, lo que he hecho ha sido escribir mucho. He escrito un disco que estoy terminando y que sacaré en septiembre. Escribir y componer ha sido mi sanación.

¿Es de aquellos optimistas que cree que podemos sacar algo positivo de esos meses de confinamiento?

-Yo me llené de esperanza, de que saldríamos de esto más compasivos y solidarios... Y la gente de bien ha salido así. Pero la gente del ensañamiento y de la bilis, esa ha salido peor porque no ha entendido nada. No ha entendido que esto ha sido un aviso de que somos muy frágiles, tan frágiles que no nos lleva por delante ni una tercera guerra mundial, ni una catástrofe... No, nos lleva por delante un virus. Hay que aprender de eso, pero creo que el ser humano, en general, para su supervivencia necesita creer que es inmortal. Y la gente que lleva esto con un punto de reflexión, va bien; la que no, esa que considera que le han prohibido salir, como si fuera un capricho gubernamental... Es penoso. De hecho, algunas canciones del nuevo disco citan tangencialmente el asunto del encierro.

Precisamente una de sus canciones, El fin del mundo fue ayer -tema perteneciente a su discoEl fin del mundo fue ayer Paraísos mejores

-Sí, ha sido un tanto premonitorio, la verdad. Había gente que cuando escuchaba esa canción, decía que no les animaba, pero si uno dice que el fin del mundo fue ayer, quiere decir que hemos sobrevivido y ahí es donde está el punto de esperanza y de apertura a una nueva situación.

Y si “el fin del mundo fue ayer”, ¿cómo es el ahora, el hoy?

-Yo de esto he sacado una nueva costumbre, porque siempre he andado pensando en el mañana antes que en hoy, en el mes que viene... Y ahora me levanto muy pragmático y digo “este es el día que han repartido hoy, es lo que hay y hay que vivirlo”. Vivirlo y saborearse de la cotidianidad, de ese privilegio. Afortunadamente para mí, también es un privilegio el tener un oficio tan hermoso que me permite crear, divagar, razonar y luego convertir eso en una pieza musical que acaricia un poco el alma de los demás y la mía también... y que, además, me da para vivir. Realmente no tengo ningún motivo para estar deprimido, porque aunque uno pone de su parte, la vida ha sido muy generosa conmigo.

Ahora el sector cultural atraviesa una dura crisis y mientras se organizan espectáculos en la medida de lo posible, se defiende también que la cultura es segura. Pero, ¿se echan de menos más apoyos gubernamentales para salir adelante?

-Ante esta situación todo se descalabra y todos creemos que nuestra situación es importante, evidentemente. Pero de cara a la cultura, sólo se piensa en gente que crea y que publica, que tiene bien compensado su esfuerzo, pero es que el sector es una cantidad de personas: cuadros técnicos, personales de teatros y salas, estudios de grabación... Somos muchísimos. No se nos ha abandonado, pero en un principio el ministro no estuvo muy acertado, luego dio un paso atrás y dijo que quería esperar a que todo pasara para tomar cartas en el asunto... Pero sin agraviar a nadie, creo que hay mucho control sobre nosotros y sobre el público, pero muy poco control sobre el hecho de que, por ejemplo, nos podemos montar en un avión y estar metidos tres horas, codo con codo, con otra persona. O con las corridas de toros... No quiero señalar con un dedo, pero sí creo que a nosotros no se nos está cuidando como se debe en ese sentido. Y de hecho en los conciertos que voy haciendo, veo que el trabajo de desinfección y de cuidado es exhaustivo.

¿Para garantizar el propio futuro de la actividad cultural es necesario que el sector se reactive?

-Y si no tenemos futuro en eso.. Que es el lado creativo y lúdico que puede tener el ser humano en general, se dedique a crear o no, simplemente como espectador. Si no tenemos eso, ¿para qué estamos aquí? ¿Para trabajar, pagar créditos e hipotecas...? Me parece que perderíamos algo muy importante. Y ya estamos perdiendo cosas fundamentales, como son el abrazo y la calidez de la cercanía. Uno ya no sabe si al abrazar a alguien lo está violentando, o le está faltando el respeto a un amigo querido... Eso es una gran pérdida y si a eso le sumamos que no hay espacio para la cultura, realmente será una sociedad fracasada. También es la primera vez que nos pasa algo así -la pandemia- en este momento histórico y ese es el gran drama. Reivindico nuestra supervivencia, pero teniendo mucho respeto por todos aquellos que han perdido su vida, a sus familiares o su trabajo. La tragedia está ahí.

Han pasado dos años desde que publicó su último disco, Paraísos Mejores

-No tenía urgencia, pero ante el hecho de sentirte como un preso, puedes hacer dos cosas: cumplir la condena, o fugarte. Y como la condena había que cumplirla, pensé, haciendo una broma, “me saco mi título de abogado”, que es lo que hacen todos los presos cuando tienen una condena larga (risas). Me puse a escribir y el propósito era ir a grabar en cuanto se pudiera. El disco refleja algo del confinamiento, pero es curioso porque hay mucho talante humorístico, que me ha beneficiado mientras lo escribía y creo que va a beneficiar la escucha de la gente. Probablemente esperarían que lo que contase fuese algo más dramático y hay algunas canciones que son así, pero la mayoría están tocadas por una chispa de humor y de saberlo llevar, que yo no conocía en mí y estoy muy contento con eso. Además, he escrito un relato por cada uno de los temas y voy a publicar un disco-libro, con acuarelas de Sonia Domínguez, pintora de Madrid, alusivas a cada historia. La idea es devolverle al disco su lugar, como objeto apreciado, que con esto del mp3 y el wav, hemos caído en un mundo microscópico y parece que las corcheas no hay que componerlas, que vienen de otro lado y que además son gratis.

En su anterior trabajo disparaba a temas actuales de entonces, como era la corrupción política, y desde ese humor que ha mencionado, caigamos en una cuestión a la orden del día, de la que ya se posicionó en Twitter: ¿cómo titularía una canción que hable de un rey en paradero desconocido?

-Pues mira, es otro de los hechos desconcertantes en que nos estamos quedando huérfanos de casi todo. Que yo nunca pensé que el rey era el padre de la patria, evidentemente, porque no soy monárquico, pero un señor que tiene una responsabilidad, que ha sido una persona con mucho dinero siempre, él y su familia... Yo ni quito ni pongo rey, no lo necesito, y más si hace cosas de este tipo: evadir dineros, comisiones de estas que tanto se critican... Y durante años, en Navidad, este señor se permitía el llamarnos a la solidaridad y al amor fraternal, a que nuestro país fuese un país lleno de justicia social... por favor, no se puede la cara más dura. Eso yo no se lo tolero ni a un rey ni a nadie. Y lo que no puede ser es estar una figura salvada y cuidada por todos los medios e instituciones y el hombre por ahí abajo, haciendo sus cositas.

Por último y para cerrar, en cuanto al concierto que ofrecerá esta noche, ¿en qué formato va a actuar y qué repertorio defenderá?

-Voy en formato de trío, con José Recacha, quien toca varias guitarras, bajo...; y a la percusión y batería va mi hijo Javi. Voy a cantar algunas de las canciones de este disco nuevo y un repertorio variado de lo anterior. Y animar a la gente a que se acerque, a que sepan y vean que la cultura es segura.

“En el confinamiento escribí mi nuevo disco y en él hay un talante humorístico que no conocía en mí y que me ayudó”

“Tras estos meses, tengo una nueva costumbre: disfrutar del día a día y saborear el privilegio de la cotidianidad”