- Papa bueno, papa muerto es la última novela del escritor Jesús Carlos Gómez Martínez (Pamplona, 1961), publicada este mismo año por la editorial Siníndice. Como se puede intuir por el título, consiste en un Thriller sobre asuntos relacionado con el Vaticano. En este caso, el argumento se construye a partir del robo que comete un sacerdote español perteneciente a la orden de los jesuitas.

El padre Ayestarán, que así se llama, alentado por una cita de San Basilio (Si pudiendo ayudar no ayudas, eres un verdadero ladrón) decide arrebatar de las manos del papa Juan XXIV (el supuesto sucesor de Francisco) un objeto de muchísimo valor. Esto, además de provocarle muchas dudas ("¿Estaré haciendo lo correcto?", se pregunta el protagonista en alguna ocasión), le causa muchos problemas, como tener que burlar al Vaticano, a la policía y a una banda de gánsteres italiana. "Es una novela ágil, divertida, con suspense, angustiosa y con muchas sorpresas", afirma el autor.

"Basándome sobre todo en la figura del papa Francisco, que quiere llevar a cabo una serie de reformas en la Iglesia, y sin olvidarme de la figura de Juan Pablo I, que tuvo un pontificado fugaz y con una muerte misteriosa, surgió la novela", explica Jesús Carlos, al que "siempre le ha interesado la figura del Pontífice". Figura de la que el autor define a través de dos estereotipos: el "conservador" y el "que quiere renovar" la Iglesia. San Juan Pablo II y Benedicto XVI entrarían dentro de la primera definición; Juan XIII y Francisco, formarían parte de la segunda.

No obstante, en la opinión del escritor, "la Iglesia es una maquinaria poderosa y opaca" y para "que se renueve" esta institución no basta con las intenciones de un solo hombre. "Yo no soy de esas personas que piensan que lo que dice el papa va a misa", manifiesta Jesús Carlos. Y así lo atestiguan algunos personajes de su novela, como la monja Pascualina, la papisa; o Rotunno, el secretario del Santo Padre.

El escritor explica que su novela no pretende describir o narrar cuál ha sido la evolución del Vaticano o de la Iglesia en las últimas décadas. "Aunque sí que es cierto que intento plasmar la realidad de la Iglesia y el Vaticano en mi libro". Para ello, garantiza que se ha documentado para escribir la historia. Sin embargo, al mismo tiempo, explica que "hay que saber como tratar esa documentación".

No es la opinión que puede generar su obra lo más importante, razona el autor, sino que el lector pase un buen rato leyendo el texto. "Si una novela no es entretenida es mala, porque cualquier otro valor que tenga se pierde", comenta el autor de Papa bueno, papa muerto, que, a su vez, no niega que su última publicación también se capaz de hacer reflexionar. "O lo que es lo mismo", dice Jesús Carlos, "que la novela tenga alguna enseñanza. Yo creo que la mía sí que tiene moraleja: está al final del argumento, sí que no la voy a revelar". Asimismo, afirma que otro punto valioso de la novela es que tenga una función social. "Soy de esos románticos, de esos amantes de la literatura que piensa que esta puede llegar, quizás, a cambiar el mundo". Pero afirmar eso de su historia, recién sacada del horno, es todavía precipitado.

Según Jesús Carlos Gómez, escritor pródigo, autor de cuento y novela, hay dos formas de empezar a escribir una obra: "que la historia venga a ti o que tú salgas a buscarla. En el caso de Papa bueno, papa muerto fue una historia que vino a mí". Si bien, la inspiración no es suficiente, aclara, pues ha tenido que trabajar gran cantidad de horas en su novela

Por un lado, dice, ha tardado toda la vida en escribirla, "porque si no fuera por mi proceso vital y mi trayectoria literaria, no habría escrito la novela". Por otro, aclara que "desde que la empecé hasta que la terminé han pasado dos años".

Dos años que han consistido en escribir y reescribir hasta sacar el máximo partido a nuestro idioma. "Mi proceso de escritura surge siempre de una buena historia que yo, como escritor, debo trabajarla, plasmando el argumento de la mejor manera posible. Una vez he hecho esto, pulo el texto hasta que cada palabra brille como lo que es: un verdadero diamante. Sacarle a cada palabra todo su brillo, ese ha sido siempre mi proceso, y lo he conseguido a base de trabajo y muchos años de carrera", expone el autor.