- La infinidad de técnicas empleadas en los grabados y la capacidad de reinvención constante de Eduardo Arroyo, uno de los artistas españoles más personales del siglo XX y principal representante de la figuración crítica, son los ejes sobre los que pivota la exposición Eduardo Arroyo grabador, que puede verse en el Museo de Bellas Artes de Bilbao hasta el 7 de marzo de 2021.

El director del Museo de Bellas Artes de Bilbao, Miguel Zugaza, valoró la “capacidad de invención desbordante e imparable” del artista madrileño, así como su habilidad para “experimentar con las técnicas”, lo cual se refleja en el centenar de grabados que Arroyo donó al museo en 2018, pocos meses antes de morir, “convertidas hoy en un sentido homenaje a su obra”.

La muestra, abierta al público en las salas 32 y 33 del museo, forma parte de la colaboración anual entre el Festival Internacional de Grabado y Arte sobre Papel (FIG Bilbao) y la pinacoteca bilbaína, y viene acompañada de otras dos iniciativas. La primera, la publicación de Eduardo Arroyo. Obra gráfica IV (1997-2018), el volumen que completa la catalogación de la obra gráfica del creador con sus estampas realizadas durante sus dos últimas décadas, incluidos los grabados donados, que forman parte de la colección del museo.

La segunda de las propuestas es una conferencia on line, disponible a partir del 18 de diciembre en el canal de YouTube del Bellas Artes, en la que la historiadora experta en la obra de Arroyo, además de comisaria de la exposición, Fabienne di Rocco, hablará de la pasión del creador por la estampa.

La muestra Eduardo Arroyo grabador sigue un orden cronológico y se articula en tres ámbitos concretos. El primero de ellos es el de los encargos para carpetas, portfolios, etc., donde se observa parte de su universo recurrente, el de los fantômas, los enmascarados o los deshollinadores. Destaca su Diccionario imposible I y II, la propuesta de ilustrar cada entrada de la Enciclopedia Larousse. El segundo de los ámbitos alberga las estampas de libre creación, consideradas de invención en el siglo XIX y donde acepta retos, llegando a grabar sobre planchas metálicas negras, como las cuatro serigrafías Waldorf Astoria. Y un tercer apartado, el de carteles para exposiciones, o portadas de libros.

Con una línea fluida y aparentemente simple, Arroyo demuestra un dominio del dibujo y un uso del color, o de su ausencia, que le permiten captar la personalidad de aquellos personajes que retrata y para los que selecciona la técnica de estampación más indicada a sus propósitos, destaca el Bellas Artes.

Los grabados donados al museo presentan, “siempre bajo el prisma culto, original y cosmopolita” de Arroyo, una variedad de retratos de hombres y mujeres que componen una galería que manifiesta su pasión bibliófila, su amor por la pintura y su interés por las más diversas manifestaciones culturales.