Adentrarse en la exposición que habita la Galería Fermín Echauri 2, en la calle San Antón, es emprender una doble ruta: exterior, por la naturaleza de parajes navarros y riojanos llenos de belleza, misterio y pureza; e interior, por las emociones y los sentimientos que se despiertan contemplando esas vistas.

Estampas de lugares familiares para Juan José Ortega, el pintor que los inmortaliza buscando detener por un momento el cambio constante de la naturaleza y ofrecernos luego un regalo -cada cuadro lo es- para nuestros ojos. Hayedos de Urbasa y de Lapoblación, el río Ega, el Nacedero del Urederra con su gama de verdes floridos, la zona de Larra-Belagua con la silueta del Anie nevado o la Foz de Arbayún son algunos de los parajes navarros a los que Ortega rinde homenaje en esta exposición, que, bajo el título La poética intimidad de nuestros paisajes, recorre también rincones naturales de la tierra natal del pintor, La Rioja. Paisajes “muy reconocibles y familiares” para él, “porque están prácticamente a cinco minutos” de donde tiene su estudio -a cuatro kilómetros de Logroño-.

Visitas y documentación gráfica

Juan José Ortega ama la naturaleza, y a ella acude con la mirada limpia para dejarse sorprender y emocionar. “Si el arte tiene que llevar algo consigo, creo que tiene que ser la emoción”, dice aludiendo a su intención pictórica: “Intento transmitir la emoción que me generan estos paisajes”. Que los cuadros vayan más allá de la información visual y lleguen a lo íntimo del visitante que los contempla.

Sus pinturas surgen de muchas visitas a esos parajes de los que recoje gran cantidad de documentación gráfica, “casi siempre en forma de fotografías” -puntualiza-. Así se inicia un proceso que, reconoce el autor, “sabes cómo empieza pero no cómo va a terminar”. “Trabajo cada cuadro como un todo individual, pero un cuadro me lleva a otro, y a un tercero..., y así hasta que veo un viaje, una ruta, y entonces la exposición cobra sentido”, cuenta.

Viaje por las diversas estaciones del año

La que puede disfrutarse hasta el 10 de enero en la Galería Fermín Echauri 2 es un viaje por la pureza del paisaje que recorre diversas estaciones del año. “No podría quedarme solo con una. El cambio de estaciones es precisamente lo que permite que puedas investigar continuamente en un mismo paisaje, que ese paisaje tenga en sí mismo una variedad atractiva. Ese cambio de estaciones te da pie a cambiar la paleta, a cambiar los matices, incluso las texturas”, dice este pintor que emplea técnicas mixtas. “En estos cuadros hay de todo. Juego también mucho con pigmentos y con tierras, porque eso da pie a generar texturas muy interesantes”. En este sentido, apunta que concibe el cuadro como “una especie de piel, una superficie donde vas utilizando determinadas técnicas en función de aquello que vas buscando, desde más empastes a más lavados”.

Cada paisaje es único en cada momento. “Los asiáticos dicen que nunca te bañas en el mismo río. Esa es la magia del paisaje, que tú vuelves en otoño al río en el que estuviste y que pisaste en verano y aquello ha cambiado, porque hay árboles que han caído, o el río ha tomado otra dirección con las crecidas, o hay otra luz...”, dice. Y cada paisaje es único, también, en cada mirada y según el estado de ánimo del pintor que lo contempla en cada momento.

Juan José Ortega espera que la revalorización de la naturaleza que parece haber traído consigo la experiencia del confinamiento, en especial de la naturaleza más cercana, sea una realidad sólida. “Siempre echamos de menos aquello a lo que no podemos acceder, sin embargo esto lo teníamos ahí, tan cerca, tan a la mano y a veces tan abandonado...”, reflexiona, deseando que se respete y se cuide más el entorno natural. Por suerte, dice, “allá donde hay que hacer un ligero esfuerzo por llegar, calzándote las botas y desplazándote caminando, allá donde no llega el vehículo, hay menos posibilidades de contaminación”. Y de esos lugares todavía quedan muchos, para su fortuna y la de quienes contemplen sus cuadros.