Otra vez, la Chata de Griseras es la plaza de toros navarra que toma protagonismo en el sector taurino. El coso ribero fue el único que celebró festejos en 2020 (tres en el mes de octubre) y el primero en abrir una temporada que sigue siendo una incógnita por la crisis sanitaria. Los empresarios tudelanos Juan Luis y Adrián Ruiz volvieron a formalizar un gran esfuerzo para dar toros cumpliendo y haciendo cumplir a los aficionados con rigor toda la normativa vigente en cuanto a la celebración de espectáculos públicos. Sin embargo, no tuvieron fortuna con el tiempo. El viento y la baja temperatura (sensación térmica cercana a cero grados) restó público y no se pudo colgar el cartel de no hay billetes. El aforo permitido del 10%, que suponen 750 espectadores, registró una afluencia de unas dos terceras partes. Hoy, con una previsión de mejor climatología, el ser festivo y la mayor calidad sobre el papel de la función, se espera poder registrar el necesario lleno.

El festejo celebrado en la tarde de ayer en Tudela fue una demostración de bravura. Se corrieron nueve reses de la ganadería de José Arriazu e Hijos, de la vecina localidad de Ablitas. Fueron cuatro toros castrados (1º, 3º, 5º y 7º), cuatro vacas (2ª, 4ª, 6ª y 8ª) y un toro (9º). Todos estuvieron muy bien presentados y dieron buen juego en la lidia y en los obstáculos presentados (pirámide, tijeras, plataforma...). Mención especial para la vaca Luna, lidiada en tercer lugar y el precioso toro colorado y ojo perdiz que cerró plaza.

Los especialistas que lidiaron y pusieron a prueba la bravura de todos los animales fueron José Manuel González, Poca, de Vall d'Uixó. (Castellón), Kike Otero, de Onda (Castellón), Jaume Orenga (también de Vall d'Uixó), y Julio Godelleta, de Valencia. Todos destacaron por su capacidad y por poner en riesgo su integridad en ocasiones. Como director de lidia ejerció Juan Antonio Romero, El Soriano. Hoy (17.30 horas), segundo y último festejo, también con toros de Arriazu.