Querido Tomás,

El otro día me llamaste para despedirte y darme las gracias. Y yo, que nunca he querido ver que te nos ibas, farfullé unas palabras sobre esto y aquello, porque nunca estuve preparada para decirte adiós. El adiós era -y es- demasiado doloroso para mirarlo de frente. Ahora, como en una moviola, me vienen a la mente los maravillosos momentos que hemos compartido juntos. Recuerdo aquella vez que coincidimos en Barajas, viniendo ambos de cursos de formación. O aquella otra en que te presentaste en el hospital, estando yo ingresada por mi enfermedad; fuiste el primero en acudir a verme pensando que mi corazón ya no iba a aguantar más. O aquel día en Artajona donde leíste poemas míos en la biblioteca, o cuando le escribí versos a tu madre y tú los leíste en la jubiloteka de Villava, o aquella cena entre amigos de la quimio, cómo nos reíamos de nuestras dolencias para espantar a la muerte. No puedo olvidar el día en que me viniste a recoger a casa, pues grabábamos juntos un documental: "La poesía como camino". Siempre has sido para mí un remanso de consuelo, un maestro, un padre-amigo, un ser insustituible. Desde la asociación navarra de escritores/as siempre tuvimos claro que lucharíamos lo que hiciera falta para que te dieran el Premio Príncipe de Viana, tan merecido en tu caso. Y así lo logramos para honrar tu memoria y tu trabajo constante hacia la Literatura Navarra. Hoy las letras navarras pierden a un gran mentor y un excelente escritor, investigador y docente. Pero tu obra queda, como queda tu alma.

Cuando murió Mario Zunzarren nos sentamos juntos en el funeral. "Llora lo que te haga falta" me dijiste regalándome tu pulcro pañuelo. Y yo lloré sin parar junto a ti, pero ahora€ En medio de esta pandemia que nos está dejando exhaustos a todos, sin salud y sin vacuna, ¿junto a quién voy a llorarte, Tomás?

Solo le pido a Dios que me permita algún día poder abrazar a tus hijas y a tu querida esposa, María José, a quienes adoras. Confinada como estoy desde hace meses, ni a Lerín voy a poder ir a leerte versos de despedida. Vayan pues aquí:

Y en esas mañanas que dictan ausencias

te buscaré entre los libros, allá en Lerín,

en la magnificencia de tus abrazos.

Porque seguir a tu lado es no perecer.

FÁTIMA FRUTOS

PRESIDENTA DE LA ASOCIACIÓN NAVARRA DE ESCRITORES/AS