Lo suyo es amor a la cocina desde la niñez. Reconoce que era revoltosa y sus padres le obligaban a portarse bien porque en caso contrario se quedaba sin harina para trastear en los fogones. Estudió Criminología y la falta de oportunidades le empujaron hacia el fuego de la gastronomía. Defiende la cocina tradicional, pero en estos 22 capítulos nos va a llevar por mundos diferentes. ¿Qué les parece una pizza de boloñesa con lentejas o una torricroqueta? Hay muchas más propuestas como “un guisote hecho con cuellos de cordero; sabroso, rico y asequible”. Blanca Mayandía pide tiempo en la cocina, aunque ahora plantee unas elaboraciones más rápidas y saque su aspecto gastronómico más canalla.

Dice que sus recetas son un chollo. ¿Quiere decir que son baratas o fáciles?

-Las dos cosas. Comeremos barato, haremos cosas sencillas y tendremos en el plato recetas muy originales. Es un concepto chollo muy global. Me he centrado en productos que no son caros, no tan conocidos y que nos pueden proporcionar unos platos divertidos y fáciles de hacer.

Entre sus propuestas, una pizza boloñesa de lentejas, suena un poco…

-¿Raro? Una de las características de esta entrega es que son recetas originales. He dividido el programa en temáticas. Esta pizza que tanto te sorprende responde a la cocina vegana. En este caso es una masa pizza con una pseudoboloñesa con lentejas para que los veganos puedan comer un plato que está buenísimo.

Dígame, ¿qué me estoy comiendo cuando me pone usted en el plato una torricroqueta de carne y berenjena?

-Esta es una receta un poco especial. Así que en este caso, el de torricroqueta, dejo salir mi lado más canalla, ya tenía ganas. He hecho una bechamel de croquetas y lo he metido en el pan de sándwiches. Lo he rebozado y a la sartén, a freírse. Es una receta como muy de guarrindongada, muy buena y también muy barata.

Barata sí, pero extremadamente calórica. No sé si ha dado cuenta, estamos en la operación bikini.

-Ja, ja, ja… Por supuesto, pero es que yo no pretendo en ningún momento que sea un programa de recetas light. Hay de todo, recetas más saludables y otras que responden a mi lado más desconocido en la cocina, el más canalla.

Seguro que luego se arrepiente de comerse sus recetas canallas.

-Pues no. No lo hago todos los días, ni mucho menos. Lo canalla solo sirve para algunos momentos muy especiales y divertidos. Me apetecía hacer recetas que fueran diferentes. La torricroqueta no la vamos a comer todos los días, pero nos gusta comer torrijas y comer croquetas. He unido las dos cosas y ha quedado algo para comer de vez en cuando y celebrar. Es un plato resultón y vistoso.

Menús caseros americanos, ¿existen de verdad?

-Ja, ja, ja… Los hago para evitar que cojas el teléfono y llames a un restaurante de comida rápida, que nos saben buenas, ricas…

¿Pero?

-Muchas veces no sabemos lo que llevan. Te aseguro que estas recetas son supercaseras. Sabemos los ingredientes que estamos utilizando. Por ejemplo, unas alitas de pollo, son muy versátiles y baratas. Una hamburguesa con carne picada, pero sin su forma habitual, entre panes. En todo momento sabemos los ingredientes que estamos utilizando dentro de una comida rápida al estilo americano.

Así que el objetivo es…

-Comer rico, barato y hacer estos platos en un tiempo récord, pero disfrutando cuando los hacemos. Quiero enseñar a la gente que hay productos muy desconocidos y de bajo coste. Podemos hablar con los tenderos en los mercados y ellos seguro que los consiguen.

¿Por ejemplo?

-Pues mira, en vez de utilizar la paletilla de cordero, que es bastante cara, vamos a ir a los cuellos del cordero. Es una parte del animal que tradicionalmente se ha cocinado en muchas regiones, pero en otras es bastante desconocida. Es una carne con muchísimo colágeno, muy melosa y con mucho sabor. Nos va a dar unos platazos buenísimos.

Estudió Criminología.

-Pero a los 24 años me pasé al mundo de la cocina, llevo ocho años dedicada a ella.

Entre lo que estudió y los fogones hay un mundo por medio. ¿Por qué decidió estudiar Criminología?

-Todo llega por casualidad. No salían plazas para la oposición que quería hacer. Así que, en vez de dejar de estudiar y ponerme a lamentar la mala suerte que tenía, opté por continuar formándome. La cocina me gustaba, estudié para que esa afición que tenía se convirtiera en algo más y todo salió rodado. Fueron casualidades, pero casualidades maravillosas.

¿No echa de menos el haber sido una ‘CSI’ en la vida real?

-Ja, ja, ja… Por supuesto que no. He ido dirigiendo mi carrera por donde a mí me gustaba. Me encanta el estudio de la gastronomía, el estudio de los alimentos, soy profesora universitaria. Canal Cocina me da la oportunidad de utilizar estos programas como un escaparate para enseñar a muchísima gente.

¿No se ha planteado tener su restaurante?

-Me lo he planteado en alguna ocasión, me hubiera gustado mucho, pero me gusta más la vida universitaria. Me emociona poder servir de algo a los futuros cocineros.

Dicen las malas lenguas que cuando era una niña y se portaba mal, sus padres le dejaban sin harina.

-Ja, ja, ja… Me lo hizo mi padre dos veces. No es que fuera una niña mala, solo era un poco revoltosa. Me castigaban sin harina para que no pudiera hacer mis bizcochos y tortitas y sin ver la tele. A mí los dibujos me daban igual, pero tampoco me dejaban ver Canal Cocina y eso me dolía la vida. ¿Qué te parece?

Una niña un poco rara. Prefería programas de cocina que ver Dora, la exploradora.

-Pues sí. Pero no tener harina me daba una rabia enorme, no sabes cómo me fastidiaba.

No me lo puedo imaginar. Su vida como cocinera empieza presentándose a un reality de cocina, Abran fuego.

-Yo empecé a estudiar cocina muy tarde. Normalmente, los cocineros empiezan a estudiar a los dieciséis años. Fue el jefe de estudios de mi escuela el que me dijo que me presentara al reality. El premio era un contrato de cocina.

Y supongo que usted lo ganó.

-Pues sí, yo gané. Había un contrato de cocina en el restaurante Urrechu o en Rodrigo de la Calle.

¿Cuál escogió?

-He trabajado para los dos. En principio, me quedé con Urrechu, fue mi mentor en el programa. Tenía muy buena relación con Iñigo (Urrechu). Aprendí muchísimo con él durante el tiempo en el que estuve en su restaurante. Pasé por otros establecimientos y más tarde hablé con Rodrigo de la Calle y después me recomendó para trabajar en la universidad.

Se buscó dos buenos maestros.

-Tengo los mejores mentores y maestros que se puedan tener. Ambos son una maravilla, para mí los mejores cocineros, no me cabe ninguna duda. Cualquier alumno de cocina puede conseguir llegar a lo máximo con ellos.

Ha reconocido que vivió con tensión el reality. ¿Miedo a las cámaras?

-En los realities pierdes de vista que están las cámaras, no te das cuenta de que estás en la grabación de un programa. Hay muchísima tensión, es un concurso y tú estás dispuesta a todo por dar lo mejor de ti y que el resto lo aprecie. Mi primer programa de cocina como chef fue Blanca Navidad y cuando me encontré con una cámara, me di cuenta de que le hablaba a ella igual que lo hacía con cualquiera de mis alumnos. Las cámaras imponen, pero yo estoy muy acostumbrada a hablar en público.

¿Qué cocina es la que levanta sus pasiones? Usted es muy mediterránea.

-Yo nací en Madrid, pero mi familia materna es menorquina. Me he criado con la cocina de Menorca, es muy de producto, no tiene muchas florituras. Me encanta la cocina tradicional y se está perdiendo, se nos están olvidando los guisos. Los guisanderos se están yendo, esos platos que nos enseñaron nuestras abuelas van desapareciendo. Lo bonito de cocinar es el tiempo que le dedicas a un plato.

Y tiempo es lo que nos falta.

-¿Tú crees? Tenemos tiempo para muchas cosas y algunas no son tan placenteras como cocinar y dar placer a todos los que quieres mucho. Ahora trato de recuperar esa gastronomía, se puede actualizar, pero sin perder los sabores. El tratamiento del producto es lo más importante.

¿Cuáles son sus platos favoritos?

-Cocino tanto que mis platos estrellas cambian cada mes. Ahora hago mucha cocina sin gluten y me he aficionado a trabajar con harinas de maíz, almidones de arroz y patata. Pero mis platos favoritos son un cocido madrileño y una sopa menorquina.

En ocasiones, nos pasamos a la hora de enmascarar un producto.

-Ese es un gran error y es cierto que se comete. Un buen producto hay que maquillarlo muy poco. Hay que hacerlo lo más natural posible y utilizando solo ingredientes que lo potencien, no que lo enmascaren.

“Estudié Criminología, pero a los 24 años me pasé al mundo de la cocina, llevo ocho años dedicada a ella”

“Cuando era pequeña y me portaba mal, me castigaban sin harina para que no pudiera hacer mis bizcochos”

“Un buen producto hay que maquillarlo muy poco. Hay que utilizar solo ingredientes que lo potencien”