e una experiencia que mezcla lo casual y lo visceral surge el arte de Jorge Martínez Uharte. Un observador que se cuestiona el mundo a través de piezas concebidas desde la experiencia para la experiencia. Pensando en un espectador activo, que se esfuerza por tener la vivencia física del arte, que para el creador pamplonés es lenguaje natural y terapia. "Hago arte para no hablar. Desde pequeño. Y a nivel terapéutico, siempre me ha salvado. Y sigue siendo así", afirma mientras recorre con la mirada las obras que expone hasta el 30 de junio en el espacio Apaindu de la calle Curia.

Selfie es el título de esta muestra, en la que fotografía e instalación dialogan cuestionando e ironizando realidades de nuestro tiempo. Como la "absurda obsesión" del selfie, "esa cultura del autofotografiarse en todo momento, haciendo posados en un teatrito", una suerte de realidad paralela -o mejor, irrealidad- que a Jorge Martínez Uharte le parece "una tontería" con consecuencias serias: "La gente va a los sitios y está tan obsesionada con autofotografiarse en el contexto que ni siquiera disfruta del momento, de lo que está viendo o haciendo. Parece que si no lo publicas no ha sucedido", dice el artista. Su manera de "compensar" esa obsesión por retratar públicamente decorados aparentemente maravillosos es "fotografiando el momento más ridículo posible": una meada de pie en el baño de un bar a altas horas, "cuando ya se está un poco perjudicado y meas mientras con una mano sujetas el móvil...".

Esa actitud y vivencia protagoniza un mosaico fotográfico de nueve imágenes que el artista pensó concebir inicialmente "como una pieza coral; invité a amigos para que participaran retratándose así, pero solamente una amiga se animó a hacerlo", cuenta el autor y protagonista de todas estas instantáneas -salvo una- de las que surgió, de una manera despreocupada e informal, la idea de esta exposición. "Al principio se me ocurrió como una broma. pero enseguida vi ahí una pieza. He llegado a la conclusión, y esto tiene que ver con la edad, de que las piezas tienen que ser la primera idea. No se pueden domesticar. Y cuanto más gamberras, mejor. El arte no hay que explicarlo, tiene que ser así", asegura este creador en cuyo arte es fundamental "el carácter metafórico, irónico o directamente despreocupado, a punto de no ser nada, de no decir nada, de dar importancia a lo puramente anecdótico".

... para señalar la precariedad

Hace mucho tiempo que Martínez Uharte se mueve en el "low cost". "Casi todos los materiales que empleo son reciclados. Prefiero contarlo de esta manera que no contarlo porque no me llega para producir una pieza", apunta en este sentido. Precisamente con la precariedad del artista contemporáneo está relacionada otra de las obras que muestra en Apaindu, una instalación-escultura de suelo consistente en una montaña de desechos que acumula trozos de marcos de cuadros o fotografías. Fideicomiso. La industria cultural es un parásito del arte es el título y la crítica directa de esta pieza. "Tiene que ver con cómo se gestionan los presupuestos culturales, cómo casi siempre se menosprecia a las personas que dan sentido a la estructura y, sin embargo, toda la gente que rodea esa estructura, el transportista, el montador, el comisario...., cobran; y andamos nosotros aquí que no podemos pagar ni los materiales", lamenta. "Es una perversión absoluta. Si eres un poco exigente te puedes dejar lo que no tienes en producir una pieza, y eso es inviable; sin embargo, todos los negocios paralelos, tanto de estructura como de servicios, que deberían estar al servicio de los artistas, hacen justamente lo contrario. Vampirizan. Sobre todo las cuestiones públicas", critica.

Por eso valora tanto un espacio como el que brinda Apaindu, "bonito y generoso, solidario, donde te dan total libertad. Es el único lugar que hay para exponer cosas un poco contemporáneas en la ciudad. No queda otro en Pamplona", destaca.

Todas las piezas que muestra en Selfie son recientes, aunque el origen de algunas de ellas se remonte a hace años. "Son fotos que voy haciendo y se van convirtiendo en piezas -habitualmente únicas- pasado el tiempo". Como Bonjour Tristesse. No soporto el arte urbano, que surge a partir de una imagen que ya expuso el artista en el Polvorín de la Ciudadela en 2013, Bonjour Tristesse: un paisaje urbano del Polígono Areta de Huarte en el que conviven una pinta de Presoak kalera! y una valla publicitaria navideña de El Corte Inglés. "Me pareció un documento antropológico, casi sociológico, muy potente de cómo era la realidad política vasca, y una metáfora sobre el estado de tristeza, de pesadumbre, de falta de empuje", dice el artista sobre la vivencia de aquella imagen de la que salió otra con el tiempo: "Cuando se hizo aquella exposición en el Polvorín, el concejal de Cultura puso cara rara, y a los meses esto estaba ya pintadico", dice Jorge Martínez Uharte aludiendo al lavado de cara que se hizo de aquel paisaje urbano, quitando la expresión Presoak kalera! "que generaba una tensión" y sustituyéndola por "una cosa mona", un mural pintado. "Igual no tuvo nada que ver, pero me pareció una idea de censura", apunta el autor, para quien "hay algo en la nueva concepción del arte urbano que tiene que ver con el direccionamiento público, con las subvenciones, con el ser adecuado, y es justamente lo contrario a lo que debería ser. No tiene mucha gracia. Yo prefiero los deterioros de las fachadas tipo italiano que este tipo de pintadas", asegura.

El lenguaje más próximo

Otra fotografía que luce en Apaindu es un atardecer en un paraje del Soto de Lezkairu antes de la nueva urbanización. "Parece Kosovo", dice el autor mirando esta evocadora imagen que ha colocado de espaldas al escaparate "porque a mí los anticipos virtuales no me gustan nada, me gustan las piezas físicas, y quien quiera tener la experiencia, que mueva el culo. Que el espectador se esfuerce un pelín, que entre y recorra las obras", dice el artista, nada amigo de "la cultura del biberón, del darlo todo hecho".

Con 54 años, Jorge Martínez Uharte tiene "la sensación de hacer siempre la misma foto". "A los pintores les pasa lo mismo. Son obsesiones". Y no sabe explicar cuáles. "No lo sé. Porque además yo trabajo sin guión, es pura víscera, yo voy a un sitio, voy paseando... y surge. Cuando voy a hacer algo pensando que va a salir, no sale nunca. He hecho escultura, pintura, y ahora me interesa la fotografía en el sentido de que es el lenguaje más próximo y sencillo; pero no soy para nada un fotógrafo al uso. No puedo hacer un proyecto fotográfico. No me funciona. Yo salgo angustiado, me pongo a pasear por los suburbios y aparecen cosas. Igual tiene que ver más con el estado de ánimo y los lugares en los que te gusta perderte que con una idea intelectual. Así funciono", cuenta mirando la fotografía "imperfecta" que tomó del Soto de Lezkairu. "Me gusta que sea así. Ahora hay algo relacionado con la fotografía digital, que ha dejado de ser fotografía, es realidad virtual. Hay un grado de precisión pornográfico en las imágenes, ya no hay sombras, hay información en todo, y a mí me pone nervioso. No es lo que veo. No me interesa nada esa fotografía", concluye.

Título. Selfie.

Lugar. Espacio expositivo Apaindu (calle Curia, 7-9).

Fechas y horario. Hasta el 30 de junio, de lunes a viernes de 10.00 a 13.30 y de 17.00 a 20.00 horas, y sábados de 10.00 a 14.00 horas.

Especialmente interesado por la relación física entre el espectador y la pieza de arte, a la hora de describir su trabajo, Jorge Martínez Uharte destaca que acude a la fotografía, "no como sistema de reproducción y copiado, sí como lenguaje". Le interesa el objeto fotográfico y su disposición en el espacio. "Escala, materiales y la relación establecida con el espectador resultan esenciales", apunta en este sentido.

"Los artistas no podemos ni pagar los materiales y la industria que nos rodea nos vampiriza"

"No me interesa nada la fotografía que aspira a ser realidad virtual; no refleja lo que yo veo"

Artista plástico