A Elia Barceló (Elda, Alicante, 1957) le brillan los ojos cuando habla de su pasión: escribir. La autora de novela negra, ciencia ficción, Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil 2020, traducida a 19 lenguas y llamada 'la dama de los mil mundos' por la riqueza y variedad de su universo literario, se divierte imaginando historias con las que enganchar al lector de principio a fin.

¿Cómo ve la salud del 'noir'?

-Lo encuentro más sano que nunca. Es un género que ha venido creciendo orgánicamente. Prácticamente todas las ciudades de España tienen ahora un festival de novela negra. Y muy bonito y satisfactorio para mí es que antes daba la sensación de que era un género de extranjeros que había que traducir, y ahora se ha convertido en un género muy nuestro, muy autóctono. Hay novelas negras en todas las regiones de España.

¿Qué nos aporta este género en este momento vital en que necesitamos evasión y entretenimiento?

-Muchas cosas. Al ser un género muy muy amplio, tiene muchos subgéneros dentro que pueden darte lo que estés bucando en cada momento: explorar las partes más oscuras y más terribles del sentimiento humano o de los ambientes más bajos y horrorosos, participar de problemas intelectuales, o de resolución de casos; entonces, si uno está en una situación en la que no le apetece nada que le desgarren el alma, pues se coge uno de estos de la típica mansión elegante donde matan al anfitrión y a ver quién ha sido. Y si uno quiere acercarse más al pulso de la vida y a ambientes donde en la vida real nunca se atrevería con su cuerpo a entrar, como es mi caso, pues te lees una novela donde el protagonista va a los peores barrios de la peor ciudad y lo acompañas, y vives con él y te das cuenta de lo que está pasando en tu propio mundo... pero de segunda mano.

El género negro también tiene esa carga de crítica social.

-Muchísima. La novela negra es la que trata la crítica social más dura de los ambientes más envilecidos de la ciudad. No necesariamente los más pobres, puede haber ambientes terriblemente envilecidos entre gente con muchísimo dinero que necesita mucho más dinero para poder mantener su ritmo de vida y no duda en envilecerse para ello.

De hecho, en su última novela, 'La noche de plata', denuncia el abuso y el maltrato infantil. Visibiliza un sector, el de los menores, muy desprotegido y poco valorado en este sistema patriarcal y capitalista.

-Sí. Desaparecen muchos niños al año, eso es un hecho. En todos los países de Europa. Y muchos se vuelven a encontrar al cabo de un par de días. Pero muchos otros no se vuelven a encontrar, o se encuentran cuando ya es tarde. Es horripilante que hayamos hecho una sociedad donde lo único que cuenta es el dinero y el placer que puedes derivar de tener dinero. Y hay gente, y yo de verdad he intentado comprenderla y para eso he escrito esta novela, entre otras cosas, que es capaz de pagar para hacerle daño a otra persona; y si esa otra persona es un niño, todavía está dispuesta a pagar más. Por muchas vueltas que le doy, no consigo entenderlo. ¿Cómo hemos llegado a una sociedad donde hay tantos hombres adultos que encuentran sexualmente atractivos a un niño o una niña pequeños? Y además que quieran ser crueles, hacerles daño, o matarlos. Es horrible.

¿Cómo hace para que en sus obras ese peso de la dura realidad, sobre el que se documenta rigurosamente, esté en equilibrio con la ficción y logre una historia creíble que a la vez apetezca como evasión?

-Es interesante porque es algo que yo sé que hago pero no sé bien decirte cómo. Yo procuro saber mucho de lo que estoy haciendo. Y luego, dar la información necesaria pero sin pasarme. Como dijo Stendhal, la literatura es el arte de la omisión. Y yo he leído muchas novelas históricas y de ciencia ficción donde lo que al cabo de un rato empieza a cansarte mucho es que el autor o autora se empeña en contarte todo lo que sabe, del periodo histórico o de las naves espaciales y cómo van propulsadas; y dices, venga, chico, si estamos viendo si se salva o no se salva el protagonista, me da igual cómo sea el motor que lleve la nave.

Eso te saca de la historia.

-Claro. Entonces yo trato de dar la información necesaria sin pasarme. Prefiero casi no llegar que pasarme, porque si no llegas, el lector que se interesa puede seguir investigando y buscando. Pero si te pasas, corres el riesgo de que el lector deje la novela.

¿Ve en esta pandemia material para un libro de ciencia ficción?

-¿Esto? Qué va, esto no es nada. (Ríe) Me encanta, porque cuando empezó todo este follón, y la gente decía: dios mío, ¿quién se podía imaginar que iba a pasar esto? ¡Pues yo, y casi todos los que trabajamos en ciencia ficción! No es tan raro. Y además, no lo quiero minimizar, pero es una pandemia relativamente civilizada. En una enfermedad como el ébola, de dos personas infectadas muere una. Eso sí que es una barbaridad. O si se hubieran estropeado todas las líneas de transporte, si no encontráramos comida, si tuviéramos que matarnos unos a otros para sobrevivir; yo me puedo imaginar con mi mente de ciencia ficción cosas trecientas veces peores.

Con esa mente de ciencia ficción, ¿cómo ve el futuro? Se intuye un futuro de tecnología e individualismo.

-Eso es horrible. Y mira que a mí me encanta la idea del progreso, pero es que a mí eso no me parece progreso. Un poco mágico sí, que ahora puedas hacer una reunión por zoom y haya alguien que está en Argentina y alguien que está en Galicia, me parece fantástico. Pero no es lo mismo que estar las cuatro personas aquí juntas y reírnos y tomarnos un café y mirarnos de perfil, no solo bidimensionalmente, de frente. Tenemos muchas posibilidades para el futuro. Hay mucho abierto en el buen camino, pero también en el mal camino. Se trata de que tengamos la inteligencia de elegir lo que más nos conviene como especie. No lo que más me conviene a mí, sino como especie. Lo mismo que con la política nacional, no se trata de yo y mi partido, y mis cuatro amigos, es lo que más le conviene al país, y si hay una buena idea, da igual de qué color sea el partido que haya tenido esa idea. Si es buena para todos, la apoyamos. Pues parece que no lo logramos.

En 'La noche de plata' pone en el centro a Carola Rey Rojo, una mujer comisaria de más de 60 años, demostrando que pasada esa edad hay vida, y una vida digna de ser tenida en cuenta.

-Yo soy prueba de ello (Ríe). No lo hago adrede, o a lo mejor ya sí, pero ya hace veinte años, cuando escribí la novela que este mes se reedita Disfraces terribles, que aquí no funcionó pero en Alemania tuvo muchísimo éxito, mi protagonista ahí tenía 64 años. Y a partir de ahí casi todos mis personajes femeninos son mujeres mayores. Porque como ocurre con las actrices de cine, la mayor parte de las protagonistas literarias también son mujeres de entre los veintitantos y los cuarenta y pocos. Y ya está.

Como si ahí acabase nuestra vida.

-Como si ahí se acabase tu vida, tu futuro, tus ilusiones, tus esperanzas. Y estadísticamente, a una mujer de 60 le quedan 25. ¿Qué pasa, que con 25 años por delante ya no vas a hacer nada? Todos los problemas de esa edad son dignos de ser contados: que he terminado mi trabajo oficial, ¿y qué haré ahora? Que ha muerto mi pareja, o me he separado de mi pareja, o estoy hasta las narices de mi pareja. ¿Quiero buscar otra nueva o prefiero estar con mis amigas y vivir entre chicas? ¿Cómo voy a enfrentarme a la muerte? ¿Cómo voy a establecer una relación de adultos con mis hijos? Hay un montón de temas que nos afectan a hombres y mujeres, y están por contarse. Y en especial en la voz de las mujeres. Porque, vamos avanzando, pero todavía el señor blanco de hasta 40 años es el dios. Y los hombres a partir de esa edad, sobre todo si tienen dinero, son maduritos interesantes. Mientras que una señora de 65 años ni es interesante ni es madurita ni es nada, es vieja.

En la literatura por fortuna esto va cambiando...

-Sí, más vale. Porque es idiota que si un hombre escribe sobre sus problemas de impotencia se considere una cosa muy seria, literatura universal. Y si una mujer escribe sobre sus problemas de menopausia, eso sea una chorrada de mujeres, y que se entiendan entre ellas.

¿Para cuándo su próxima obra?

-A principios de 2022 saldrá la que acabo de terminar, otra novela criminal pero algo más lúdica y ligera. Y es un noir mediterráneo, porque he decidido que en el Mediterráneo, en un lugar luminoso donde todo el mundo está de buen humor, también se mata.

"Con mi mente de ciencia ficción puedo imaginarme cosas trescientas veces peores que esta pandemia; esto no es nada""Es idiota que si un hombre escribe sobre su problema de impotencia se vea como literatura seria, y si una mujer cuenta su menopausia se considere una chorrada de mujeres"